Sánchez es de esos jugadores distintos y que saben y necesitan sentirse importantes. Y no pasa solo por el contrato o las cifras que reciben. Es de esos pocos deportistas en el fútbol que todavía regalan una sonrisa o una pirueta, de esos que verdaderamente, siendo profesionales, aún mantienen la llama viva de la niñez o el sentido más profundo de lo lúdico. Como también expresan su frustración y rabia, cuando no tienen las luces necesarias dentro de la cancha. Esto último muchas veces le juega en contra y sus adversarios lo saben.
Vuelve a sonreír, un síntoma inequívoco de que su ánimo y confianza van en ascenso. El gol de penal ante el Brescia fue un tónico para comenzar a dejar atrás meses de infortunios, lesiones, malas decisiones y momentos opacos en la carrera del goleador histórico de la selección chilena. Si bien aún no logra llegar a ese nivel superlativo de Arsenal, Barcelona y Udinese, Alexis Sánchez ha comenzado a despegar, a salir de ese pantano lleno de dudas y emociones que lo tenían atrapado desde su llegada a la fría ciudad de Manchester.
Porque Sánchez transmite e irradia sus estados de ánimo en cancha. Desde aquel debut en Cobreloa, con fintas y amagues a jugadores de trayectoria y experiencia, pasando por aquella jugada que hace ante Suecia –una mezcla de látigo y túnel–, con tan solo 17 años mostrando su calidad e irreverencia propia de aquellos que la tienen y la utilizan de buena manera.
[cita tipo=»destaque»]Es por ello que en esta pasada uno anhela y desea que Sánchez tome buenas y correctas decisiones. Que prime su espíritu deportivo por sobre un contrato más poderoso. Este resurgir es una muestra evidente de que esa alma del niño en Tocopilla –que jugaba de sol a sombra– puede volver a conectarse. Depende solo de él. Las capacidades y talentos no se han ido, están presentes y potenciados por una carrera extraordinaria.[/cita]
Sánchez es de esos jugadores distintos y que saben y necesitan sentirse importantes. Y no pasa solo por el contrato o las cifras que reciben. Es de esos pocos deportistas en el fútbol que todavía regalan una sonrisa o una pirueta, de esos que verdaderamente, siendo profesionales, aún mantienen la llama viva de la niñez o el sentido más profundo de lo lúdico. Como también expresan su frustración y rabia, cuando no tienen las luces necesarias dentro de la cancha. Esto último muchas veces le juega en contra y sus adversarios lo saben.
Pero en los últimos partidos del Inter ha ido recuperando sustancialmente esa sensación de saber que él puede marcar alguna diferencia. No es el “salvador”, pero sí sus rivales tienen claro que, si Sánchez está prendido y eléctrico, puede hacer pasar muy malos ratos a sus adversarios.
En la etapa de retorno a la competencia pospandemia en Italia, era clave el tema físico, un factor importante incluso más allá de la táctica y orden estratégico. Antonio Conte, que siempre ha tenido a Lukaku-Marínez como su dupla de ataque titular, entendió que recuperar a Sánchez física, futbolística y sociológicamente podría ser su as de espadas en muchos momentos decisivos. Si tuviera un poco más de osadía, podrían jugar los tres con Sánchez detrás del belga y argentino, generando fútbol y esa picardía necesaria que falta en los metros finales y decisivos.
Han sido minutos importantes para la confianza del goleador chileno, que pensando en el camino a Qatar –que podría comenzar en octubre– lo tendrá con partidos en el cuerpo y un estado anímico en crecimiento, algo esencial en la vida de Sánchez. Y en esta lucha para volver a estar presente en la máxima justa mundialista, la Roja necesita a su máximo artillero en plenitud, porque el camino es largo y duro.
Argentina, Brasil y Uruguay corren con cierta ventaja, equipos ya consolidados y con variantes, mientras que Chile, Perú y Colombia tendrán que disputar palmo a palmo esa cuarta plaza. Y, claro, ese derrotero nos encuentra con nuestros jugadores símbolos y determinantes en períodos dispares y con algunos de incertidumbre. Ya sabemos que Alexis no será considerado a su retorno en Inglaterra y deberá buscar continuidad. El Inter parece ser un lugar propicio y, si concreta la llegada de Vidal, podría mejorar este panorama aún más.
Es por ello que en esta pasada uno anhela y desea que Sánchez tome buenas y correctas decisiones. Que prime su espíritu deportivo por sobre un contrato más poderoso. Este resurgir es una muestra evidente de que esa alma del niño en Tocopilla –que jugaba de sol a sombra– puede volver a conectarse. Depende solo de él. Las capacidades y talentos no se han ido, están presentes y potenciados por una carrera extraordinaria.