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Lo que se espera de esta penúltima Cuenta Presidencial EDITORIAL

Lo que se espera de esta penúltima Cuenta Presidencial

En realidad, no sabemos si habrá anuncio de rectificación de la gestión gubernamental ni tampoco si, por primera vez, escucharemos de Sebastián Piñera una idea de país y un relato de estadista. O si solo oiremos muchos adjetivos de más de lo mismo, solo para seguir flotando hasta el término de su mandato. Pero lo sabremos en unas horas más, el reloj ya está en cuenta regresiva.


Es posible que esta sea la Cuenta Pública más compleja que deba encarar el Presidente de la República, Sebastián Piñera. Su importancia radica en que será el relato del acontecer político que intente el Mandatario –si es que lo hace– en un momento crítico para la economía, el bienestar del país y para la cohesión interna de su coalición. Todo, bajo el prisma de un magro apoyo de la ciudadanía a su Gobierno.

Dadas las circunstancias, es esperable que en la Cuenta Pública de este viernes el Presidente abandone su habitual pragmatismo y distancia de los relatos institucionales –su “cosismo ecléctico”– y exhiba, ojalá, un discurso que ponga rumbo cierto de estabilidad política y de normalidad social, dando a entender así que ha comprendido el estado de ánimo de la ciudadanía.

El reciente cambio de gabinete no sirvió para ello y el Primer Mandatario debiera aprovechar este Mensaje para darle un sentido y relato al actuar gubernamental, sobre todo, respecto a lo que se hará en los próximos meses. Ello, porque aunque solo ha transcurrido un par de días desde el juramento de los nuevos ministros, todo indica que fue más bien un proceso de ordenamiento interno de la coalición política oficialista, sin otro mensaje a la ciudadanía. Peor aún, dejó planteada la incógnita de qué postura tendrá el Gobierno en cuanto al proceso constitucional que el país enfrentará en los próximos meses.

Lo que es esperable del Mensaje Presidencial, además, es que enfrente de manera pragmática y simplificada dos aspectos esenciales para la estabilidad institucional y la tranquilidad social del país.

El primero, tiene que ver con normalizar al máximo la relación del Ejecutivo con el Congreso Nacional. Para nadie es un secreto que la tensión entre ambos poderes también ha impactado al conjunto de las relaciones institucionales. Fundamentalmente, porque de la tensión original siempre derivan tensiones o expectativas de involucrar directa o indirectamente al Poder Judicial y a otros órganos superiores del Estado, como el Tribunal Constitucional o la Contraloría General de la República. En esta materia, el poder de arrastre de lo que hace el Gobierno es mucho y, siempre, Sebastián Piñera se ha puesto a la cabeza de él.

El entrevero de insubordinación parlamentaria oficialista, que terminó con la derrota del Gobierno en materia del 10% de fondos de las AFP y con el paso de cuatro parlamentarios oficialistas al nuevo gabinete, en esencia no ha terminado. Y hasta ahora, en términos generales, el Presidente no ha sido fino en el trato con los parlamentarios, por lo que sería esperable un mensaje de normalidad que le dé sentido al principio de colegislación que tiene en nuestro Régimen Político el Presidente con el Congreso.

El segundo aspecto, es sobre las materias económicas, que es el campo “profesional” del Primer Mandatario. Tratándose de una cuenta general sobre el Estado del país, se esperaría que más que un ¨listado de supermercado” y números agregados, algo que el Presidente maneja de manera solvente, se aproveche de exponer al país los criterios de orientación que seguirá el gasto fiscal en lo que queda del año. Y, también, de las instrucciones sectoriales que se impartirán para el Presupuesto 2021, el que ya debiera estar en plena elaboración.

En cuanto al gasto fiscal 2020, no hay duda que la ejecución presupuestaria ha sido irregular, debido a la paralización económica del país. Lo primordial sería escuchar si existirá una reasignación presupuestaria bajo criterios éticos, es decir, orientar lo que queda de gasto fiscal hacia los sectores críticos, como salud o trabajo, y que un criterio similar se utilice para el Presupuesto del próximo año, el que inevitablemente será de impulso económico de recuperación.

Dado el mayor gasto asistencial del Estado y la contracción en la recaudación de un impuesto como el IVA, vital para el gasto fiscal corriente, sería importante escuchar el planteamiento del Presidente sobre el impuesto a la renta de los más ricos, como una forma de compensar el menor ingreso del Estado, sin afectar estructuralmente la capacidad de mayor endeudamiento del fisco, el que, en todo caso, todavía tiene un amplio margen.

Finalmente, sería positivo escuchar por boca del Mandatario que el Gobierno va a ser efectivamente un garante de la equidad social en esta época de crisis.

En este momento, en realidad, no sabemos si habrá anuncio de rectificación de la gestión gubernamental ni tampoco si, por primera vez, escucharemos de Sebastián Piñera una idea de país y un relato de estadista. O si solo oiremos muchos adjetivos de más de lo mismo, solo para seguir flotando hasta el término de su mandato. Pero lo sabremos en unas horas más, el reloj ya está en cuenta regresiva.

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