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El riesgo del endeudamiento y la quiebra de los negocios MERCADOS|OPINIÓN

El riesgo del endeudamiento y la quiebra de los negocios

Max Campillay Viñas
Por : Max Campillay Viñas CEO & Founder at FinTelligence
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Las compras de los bancos centrales no pueden ocultar la rapidez con que las empresas están entrando en problemas de solvencia a largo plazo, lo que se traducirá en quiebras o, a lo menos, en un incremento de empresas zombis, lo que en definitiva se va a traducir en una caída de la inversión, sobreoferta del mercado laboral, caída de los salarios reales y un menor crecimiento de la economía en el futuro. Y para qué hablar de los niveles de productividad, un eterno dilema para países como el nuestro.


En el actual e incierto panorama, existe un grave problema de solvencia disfrazado en la liquidez que están entregando los bancos, a través de préstamos o inyecciones de liquidez. Los billones que se están canalizando a los inversores –y por qué no decirlo– a los gobiernos, están entregando una falsa sensación de seguridad, lo cual no necesariamente tiene correlato, tanto en los bajos rendimientos observados en variadas industrias, como en las valoraciones altas, que sirven de calmante, pero no son más que un espejismo.

Las compras de los bancos centrales no pueden ocultar la rapidez con que las empresas están entrando en problemas de solvencia a largo plazo, lo que se traducirá en quiebras o, a lo menos, en un incremento de empresas zombis, lo que en definitiva se va a traducir en una caída de la inversión, sobreoferta del mercado laboral, caída de los salarios reales y un menor crecimiento de la economía en el futuro. Y para qué hablar de los niveles de productividad, un eterno dilema para países como el nuestro.

En el fondo, estas inyecciones de liquidez solo han disfrazado el riesgo y de ninguna forma resolverán los problemas de solvencia impulsados por el colapso de los flujos de efectivo, mientras los costos operacionales siguen siendo elevados. Es por lo anterior que uno de los mayores problemas que está por venir es que los gobiernos van a utilizar una enorme cantidad de estímulos para rescatar “el pasado”, sin embargo, esto dejará morir “el futuro”.

[cita tipo=»destaque»]Resulta mucho más importante priorizar y gestionar el gasto público de manera seria en este momento, para evitar que la destrucción de valor futura sea menor. Tenemos un enorme riesgo de que esta cadena de estímulos vuelva a generar una economía mucho más endeudada, improductiva y, lo que es peor, que a mediano y largo plazo sea mucho más frágil a los futuros shocks. Ahora es cuando se deberían implementar dichas reformas, de manera seria, responsable y con el foco en poder salir rápida y productivamente de la crisis. Hablando claro: dependiendo del camino que tomemos, saldremos de esta crisis, o más fuertes y ágiles o más pesados y torpes. Yo prefiero lo primero.[/cita]

Muchos de los sectores donde se están efectuando enormes inyecciones de dinero ya se encontraban en graves problemas o en proceso de estancamiento. Entonces, esta “medida de fuerza” tampoco activa el mejoramiento de la productividad, puesto que la política fiscal y monetaria ha sido persistente en beneficiar desproporcionadamente al más ineficiente y endeudado, creando con esto una peligrosa y constante transferencia de renta de los sectores productivos a los menos productivos o improductivos. Si te regalan dinero por hacerlo mal y si te va realmente mal, y te dan más dinero y más barato, ¿para qué hacerlo bien?

Desde este prisma, la única manera viable en la que saldremos fortalecidos de esta crisis, es haciendo justamente lo contrario: apoyar en esta crisis a los sectores de alta productividad, en vez de rescatar zombis. Sin embargo, en una primera instancia este tipo de negocio que puede ser considerado como “muy grande para caer” y bajo el mito que “garantizan empleo y dinamismo en la economía”, lo que sucede en realidad es que, sin ayuda, hoy estos negocios no serán capaces de garantizarlo, ni menos fortalecerlo a largo plazo.

Es por esto que, a diferencia de liquidez, aquí menciono el problema de la solvencia, lo cual no tiene relación con la capacidad de que los activos de corto plazo de un negocio sean capaces de cubrir sus obligaciones de corto plazo, sino que aquí se debe analizar la capacidad de un negocio de hacer frente a sus obligaciones de largo plazo (el nivel de activos de largo plazo que permitirán cubrir los elevados niveles de deuda de largo plazo). Aquellos negocios que puedan gestionar de manera inteligente su solvencia, serán capaces de recuperar de manera ágil los rendimientos que venían experimentando en el pasado y, por qué no, de superarlos. Una forma de poder sobrellevar este indicador, es liquidar activos “poco rentables” en pos de disminuir el excesivo endeudamiento.

Ahora es cuando deberían hacerse reformas estructurales, como lo es una reducción drástica de gastos superfluos, priorización en inversiones con rentabilidad económica real –es decir, que la rentabilidad de los activos sea superior al costo de la fuente ponderada de endeudamiento– con un Estado mucho más proactivo, decidido en apoyar y fortalecer a los sectores más productivos, atrayendo más inversión vía disminución de impuestos, eliminando los costos burocráticos, para de esta forma salir de la crisis dibujando una “V”, en lugar de una salida en “L”.

Resulta mucho más importante priorizar y gestionar el gasto público de manera seria en este momento, para evitar que la destrucción de valor futura sea menor. Tenemos un enorme riesgo de que esta cadena de estímulos vuelva a generar una economía mucho más endeudada, improductiva y, lo que es peor, que a mediano y largo plazo sea mucho más frágil a los futuros shocks. Ahora es cuando se deberían implementar dichas reformas, de manera seria, responsable y con el foco en poder salir rápida y productivamente de la crisis. Hablando claro: dependiendo del camino que tomemos, saldremos de esta crisis, o más fuertes y ágiles o más pesados y torpes. Yo prefiero lo primero.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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