MERCADOS|OPINIÓN
Los cambios que hemos enfrentado como sociedad exigen que las empresas que participen del proceso de reactivación y desarrollo pongan su foco en la sustentabilidad, buscando fijar su interés en el bienestar de sus clientes, trabajadores, proveedores y la sociedad en su conjunto. Esto significa ampliar la mirada y que las empresas se fijen entre sus objetivos combinar el rédito económico con los temas sociales y medioambientales.
La crisis económica y social que enfrentamos, nos exige a todos los actores públicos y privados poner en el centro de nuestras preocupaciones el desarrollo económico y productivo. Para alcanzar dicho objetivo, se requiere entrar en un nivel de diversificación productiva, buscando modelos económicos que coexistan con los tradicionales.
En este escenario, la economía social y el cooperativismo en particular se presentan como una alternativa válida y vigente, para apoyar en el proceso de reactivación económica que requiere nuestro país.
El cooperativismo es un modelo empresarial que propicia la colaboración, que es una de las mejores herramientas para generar valor compartido. Promueve también la solidaridad y la democracia en un entorno de mercado, ya que en el modelo cooperativo, en su base societaria, cada persona es un voto, independientemente de su capital.
[cita tipo=»destaque»]Las cooperativas han demostrado en su accionar un grado de responsabilidad social que las hace especialmente necesarias para el momento que vive el país. La crisis sanitaria, social y económica que nos afecta dejó y deja huellas muy profundas. Construir la sociedad que queremos requerirá que los elementos antes expuestos estén en el centro de las preocupaciones y creo que las cooperativas tienen un rol muy trascendente para cumplir con dicho objetivo.[/cita]
El cooperativismo juega y jugó un rol relevante en la descentralización y desarrollo de las comunidades locales: a partir de la colaboración, hombres y mujeres se unen tras el propósito de mejorar su calidad de vida, permitiendo así un desarrollo que soluciona problemáticas territoriales locales que benefician a todos. En esta línea, la asociatividad ha sido clave para la consecución de objetivos comunes, mejorar la productividad vía economías de escala y la generación de autoempleo.
En el mundo desarrollado, las cooperativas tienen un rol empresarial muy relevante, hay de todos los tamaños y participan en las más diversas actividades económicas.
En Chile, también existen cooperativas pequeñas, medianas y grandes, que son ejemplo de diversificación productiva, sectorial y regional. De acuerdo con los datos de la División de Asociatividad del Ministerio de Economía, en los últimos cinco años se ha duplicado la cantidad de cooperativas activas, lo que habla de un movimiento que está más vivo que nunca, sin embargo, existe una brecha importante para seguir creciendo.
Por último, los cambios que hemos enfrentado como sociedad exigen que las empresas que participen del proceso de reactivación y desarrollo pongan su foco en la sustentabilidad, buscando fijar su interés en el bienestar de sus clientes, trabajadores, proveedores y la sociedad en su conjunto. Esto significa ampliar la mirada y que las empresas se fijen entre sus objetivos combinar el rédito económico, con los temas sociales y medioambientales.
Las cooperativas han demostrado en su accionar un grado de responsabilidad social, que las hace especialmente necesarias para el momento que vive el país. La crisis sanitaria, social y económica que nos afecta dejó y deja huellas muy profundas. Construir la sociedad que queremos requerirá que los elementos antes expuestos estén en el centro de las preocupaciones y creo que las cooperativas tienen un rol muy trascendente para cumplir con dicho objetivo.
