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El mercado internacional del arte ya no será lo mismo con blockchain Opinión

El mercado internacional del arte ya no será lo mismo con blockchain

Samuel Toro
Por : Samuel Toro Licenciado en Arte. Doctor en Estudios Interdisciplinarios sobre Pensamiento, Cultura y Sociedad, UV.
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Esta columna se ha centrado en describir, a muy grandes rasgos, la situación reciente e histórica del nuevo mercado del arte digital especulativo a través de la tecnología blockchain. Sin embargo, el problema de la capitalización robusta de la especulación absurda del arte continúa. Aquí el valor no es a los procesos u obras, sino a los activos que se pueden invertir para los grandes flujos de movimientos económicos. Nada ha cambiado en ese sentido. Lo nuevo es que nunca se había realizado sin considerar el dinero tradicional, es una nueva etapa en las nuevas burbujas criptográficas.


En el año 2010, Laszlo Hanyecz, analista de sistemas, convenció a un negocio de pizzas que aceptaran 10 mil bitcoin para comprarles dos pizzas. La situación, en aquel entonces, parecía absurda, pues el valor de esa criptomoneda era extremadamente bajo en la “transducción” que podía hacerse en dinero convencional. En el foro donde publicó el desafío que iba a hacer con esa transacción, las opiniones eran de consenso en que lo que hacía era injusto como cambio, pues 10 mil bitcoin era una suma irrisoria, y no era considerada un tipo de moneda real. Desde entonces, esta moneda ha tenido constantes y fuertes fluctuaciones, una de sus mayores bajas se experimentó en el 2018, donde bajó su valor alrededor de un 80%. Para fines del mismo año continuó bajando. Fue tanta la baja de ese año que se le llamó el “Cripto Invierno”. Lo cierto es que a pesar de esas repentinas y abruptas bajas, esta moneda siempre ha tendido a subir más que a bajar. Las especulaciones que se han hecho en ella son enormes. Sin embargo las transacciones en el mercado del arte no se habían considerado, pues el mercado de arte tradicional no comprendía la factibilidad de invertir en este cripto-dinero. Pero el mercado del arte internacional comenzó a cambiar hace muy poco y de forma muy rápida.

Beatriz Helena Ramos, una de las iniciadoras del colectivo (social network) Dada (dada.art) me comenta, en una conversación que tuvimos, que parte del colectivo empezó a darse cuenta que desde el año pasado (a comienzos de la pandemia) comenzó a crecer la demanda del mercado de Bitcoin contemporáneo, pero también, como nunca antes, de los NFTs, en particular el cripto arte. El denominado NFT (token no fungible), es un objeto digital encriptado que tiene el atributo de ser único, es decir, se puede distribuir sin ser duplicado. Estos NFTs pueden representar arte digital, de manera que por primera vez el arte digital puede ser único y tener un certificado de autenticidad, aunque existan muchas copias de la misma imagen. Copiar la imagen es como hacer fotocopias de un billete, el valor esta en el NFT.

Esta última especulación monetaria digital, en marzo y abril empezó a ser más notorio y fue subiendo exponencialmente. Un mercado del criptoarte de estos sistemas llamado Super Rare, en julio del mismo año,  superó el millón de dólares: Rarible (otro sistema de mercado de cripto arte en base a blockchain) crea un token de gobernanza, y en solo unos meses pasó de vender 2000 dólares a 6 millones. 

La hipótesis de Beatriz a esta alza creciente del nuevo mega mercado del criptoarte (que explotó como burbuja económica hace menos de un mes) fue que en cuarentena muchos gobiernos imprimieron mucho dinero y los inversionistas empezaron a temer de la inflación, entonces, quienes se daban cuenta de la potencial inversión en cripto comenzaron a invertir en arte en vez de cambiar en dinero convencional (dólares), dado que el mercado de arte ha sido, y sigue siéndolo, especulativo de forma muy fuerte. La inversión fue en criptos y estos como comenzaron a subir, las ganancias actuales son multimillonarias. Uno de los tokens que se empezó a invertir con mayor fuerza fueron los NFTs el denominado NFT (token no fungible), los cuales solo tiene 4 años de existencia. 

Antes de esta situación especulativa digital, el mercado internacional del arte contemporáneo no le daba mayor valor a la economía que se podía generar con estos activos, pero uno de los puntos de inflexión fue la venta de una obra del artista Mike Winkelmann, conocido como Beeple, por la casa de subastas Christie’s por la suma de 69 millones de dólares, siendo la primera obra de criptoarte en alcanzar una suma tan elevada. Esta actividad  de mercado es muy abrupta si consideramos que en el 2018 Anne Bracegirdle asistió a una presentación de Dada, a partir de lo cual se dirigió a Christie’s para generar una conferencia en julio del 2018, donde se realizó la pregunta (en tanto título): “¿Está preparado el mundo del arte para blockchain?” A esta conferencia asistieron coleccionistas de arte de muchas partes del mundo, pero no tomaron en serio el sistema tecnológico blockchain para las nuevas transacciones de arte contemporáneo; no las entendían y no las encontraron sustentables para sus inversiones, las cuales estaban regidas por el mercado de arte tradicional. Pero, para sorpresa, Beeple (otra casa subastadora) en diciembre del mismo año vendió por 3 millones de dólares usando blockchain y Christie’s, posteriormente, hace muy poco en la suma millonaria que mencioné anteriormente. Con esta situación reciente en el mundo del mercado del arte hay muchas personas (especuladores y artistas) que se hicieron ricas o millonarias de un momento a otro. Hoy, si Hanyecz, quién compró las pizzas por 10 mil bitcoin hubiera guardado esa cantidad, o la pizzería también, tendrían, en este momento, alrededor de 500 millones de dólares. A este caso se le llama, irónicamente, la pizza más cara del mundo. 

Considero, como dato interesante, mencionar que entre los primeros artistas en el mundo en tokenizar su arte estan la y únicos 3 artistas chilenos que han tokenizado sus obras y puestas en valor digital a través de la tecnología que menciono: Susana Riveros (Otro Captore), Boris Toledo Doorm, Felipe Muñoz (Cromomaníaco). Supongo que después de la explosión económica internacional emergerán muchos más en el trabajo digital en la búsqueda de beneficios económicos. Sin comentarios negativos o positivos al respecto, son cuestiones que suceden cuando pasan cosas así. 

Como he mencionado en otras columnas, el Chile neoliberal que vivimos actualmente nunca le ha visto el valor al potenciamiento del mercado del arte nacional de forma seria. Personalmente no me interesa ese mercado por motivos éticos y políticos, pero para una economía y una cantidad ingente de artistas precarizados, la situación es anacrónica, pues los beneficios recaen en todos los niveles. Ahora, si le sumamos la actual situación de la reciente y nueva burbuja económica de las criptomonedas en el arte me imagino que entenderán mucho menos del tremendo fenómeno económico en juego, además de que pueden quedar descartados, pues una de las características de esta tecnología es que se puede trabajar descentralizadamente, por lo que los intermediarios pueden saltarse. También es una solución técnica a los problemas de la autoría, pero, por el momento, solo a obras digitales, pues la tokenización de obras físicas podría ser una realidad pronto, pero aún se encuentra en fases experimentales. 

Esta columna se ha centrado en describir, a muy grandes rasgos, la situación reciente e histórica del nuevo mercado del arte digital especulativo a través de la tecnología blockchain. Sin embargo, el problema de la capitalización robusta de la especulación absurda del arte continúa. Aquí el valor no es a los procesos u obras, sino a los activos que se pueden invertir para los grandes flujos de movimientos económicos. Nada ha cambiado en ese sentido. Lo nuevo es que nunca se había realizado sin considerar el dinero tradicional, es una nueva etapa en las nuevas burbujas criptográficas. Lo interesante, eso sí, es que muchos y muchas artistas que antes no percibían ganancias hoy pueden empezar a pensar a vivir de una forma digna de sus creaciones. Lo ridículo de la situación, como en muchos temas, es cuando, por ejemplo los compradores de una obra de Banksy la digitalizan y la tokenizan en NFT para luego quemar la original. ¿Cuál es el objetivo o los motivos de esta acción? Al tokenizar no fungiblemente la obra de Banksy, esta puede ser rastreable con el máximo detalle en todas sus transacciones digitales sin reparar en engaños ni falsificaciones, pero la obra física deja de existir. Parece una distopía artística donde llevar a la digitalización una obra y luego destruirla físicamente es la forma de conservar, dicotómicamente, la obra, pero es solo mantención de un original digital, gracias a la tecnología de blockchain, que les permite especular mucho más fuerte en el mercado que teniendo la obra física original. El motivo performático del hecho de quemarla es solo una excusa de rentabilidad adelantada de las tremendas alzas que se dieron cuenta tendrá la reproducción digital tokenizada, solo eso. 

El colectivo Dada se adelantó hace mucho a todo esto y, claro, recibe grandes réditos económicos con lo que está sucediendo ahora, pero su objetivo principal no es el dinero ni la especulación, sino la comunidad de creadores, investigadores y quienes participen de ella. Si la llegada de los réditos les hace vivir sin necesidad de trabajos convencionales, pues bienvenido. Dada no es ingenua a lo ocurrido, pero su “espíritu” no es la desesperada carrera de la especulación o crear artistas millonarios (aunque los cree), por lo mismo, el colectivo ha sido una de las mayores incógnitas para los grandes especuladores y los bots que se utilizan para comprar activos e invertir en esta nueva forma de hacerse millonarios a través de las artes.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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