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Caso Enjoy: Piñera sigue siendo Piñera Opinión

Caso Enjoy: Piñera sigue siendo Piñera

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Mientras el país vive el peor momento de la pandemia, y los errores comunicacionales y las malas decisiones tomadas parecen borrar de un plumazo el esfuerzo del proceso de vacunación, el Presidente se instaló en el centro de la noticia, primero con el caso Enjoy y, luego, por hablar de la política interna de Bolivia, lo que desató la ira de la Cancillería de ese país. Sebastián Piñera nos acostumbró, desde el estallido social en adelante, a cambiar la agenda con algunas intervenciones poco afortunadas y conductas que podríamos calificar de autodestructivas, como el episodio en la estatua de Baquedano o sus caminatas sin mascarilla. Sin embargo, con Enjoy volvió la peor de las sombras que ha tenido el Mandatario en sus dos períodos: las dudas que generan sus eventuales conflictos de intereses.


Piñera dio las primeras señales antes, incluso, de asumir su primer Gobierno en 2010. Las resistencias para abandonar la propiedad de Latam, Chilevisión y Colo Colo –entre algunas empresas– generaron las primeras críticas de diversos sectores, incluido el suyo. En esa etapa, el Mandatario tuvo muchos problemas por las diversas inversiones de Bancard no solo en Chile. También, porque mantuvo su participación en empresas como Copec, incluyendo el controvertido proyecto de la Mina Isla Riesco. De más está decir que hace 11 años el país tenía otro estándar respecto de transparencia y el escándalo de las platas de campañas no había reventado. Hoy es inimaginable pensar que un Presidente  –antes también lo hizo Frei– podría seguir con sus empresas como si nada.

En su segundo período, el actual Presidente tomó más precauciones, creando un fideicomiso ciego. Los 1.169 millones de dólares declarados pasaron a ser administrados por tres entidades, que no digamos que pasan inadvertidas a la hora de dar a conocer sus movimientos: BTG Pactual, Moneda y Altis. Además, Cecilia Morel y sus tres hijos suscribieron mandatos especiales de administración de la cartera de valores.

Sin embargo, las acusaciones de conflictos de intereses no demoraron mucho en aparecer. Primero vino lo del no pago de contribuciones en Caburgua durante 30 años, el intento de nombrar embajador en Argentina a su hermano, el viaje con sus hijos a China en la delegación oficial, y un sinnúmero de rumores y especulaciones en torno a las inversiones que hacían los controladores de su fortuna.

Por eso, este frente siempre ha sido un verdadero hándicap en contra para Piñera, no porque un Mandatario no pueda ser rico –hay muchos ejemplos en el mundo–, sino porque el Presidente pareciera tener muy poca precaución a la hora de ver una oportunidad de negocio para él o su familia. Esa falta de cuidado parece extenderse a otros familiares, especialmente sus primos. Herman Chadwick, como presidente de Enel, debió enfrentar fuertes cuestionamientos en la etapa en que esa empresa tuvo graves problemas de suministro cuando los temporales hacían estragos en la capital. Andrés Chadwick, por su parte, no solo fue ministro del Interior, sino que ahora es también uno de los principales asesores del Primer Mandatario.

[cita tipo=»destaque»]La Contraloría será ahora la que deberá resolver si se violó la Ley 20.880 que regula los conflictos de intereses y la probidad de todos y todas quienes tienen un rol en el Estado, y determinar si efectivamente se pasó a llevar el fideicomiso, cuando el Gobierno –a través de la Superintendencia de Casinos de Juego (SCJ)– prorrogó el plazo en que la empresa Enjoy debía abrir cuatro casinos y, con ello, no cobró las boletas de garantía.[/cita]

Pero, con el caso Enjoy, volvimos a ver a un Piñera que parece tener un flanco muy débil en sus múltiples inversiones. El ministro Bellolio –que hace rato viene actuando cual si fuera un parlamentario, como cuando dijo, con mucha soberbia, que la derecha ganará por 3 a 0 la elección de convencionales– se adelantó en exceso para descartar cualquier relación con el caso por parte del Presidente, pese a los antecedentes que circulaban y que, solo unos días después, la superintendenta de Casinos de Juego se encargaría de abrir más interrogantes en una entrevista concedida al diario El Mercurio, en que las ambigüedades de sus respuestas deben haber dejado preocupado al entorno del Jefe de Estado.

El caso  se activó gracias a los resultados de una Comisión Investigadora –que sus competidores se encargaron de alimentar con mucha información– sobre las ventajas que habría tenido esa cadena de casinos. Según los parlamentarios, la Superintendencia de Casinos de Juego (SCJ) incumplió sus rol como fiscalizadora en una serie de materias vinculadas con la gestión de Enjoy. El informe fue aprobado por la Sala de la Cámara y advirtió que Enjoy obtuvo licitaciones en 2018 por las cuales no pudo responder y cuyo origen no habría estado en la situación causada por la pandemia.

La Contraloría será ahora la que deberá resolver si se violó la Ley 20.880 que regula los conflictos de intereses y la probidad de todos y todas quienes tienen un rol en el Estado, y determinar si efectivamente se pasó a llevar el fideicomiso, cuando el Gobierno –a través de la SCJ– prorrogó el plazo en que la empresa Enjoy debía abrir cuatro casinos y, con ello, no cobró las boletas de garantía. Es de esperar que el organismo fiscalizador no emita un informe ambiguo como ocurrió 2010, cuando señaló que no tenía cómo comprobar la existencia de información privilegiada en el caso de la designación de ejecutivos en TVN, pese a que Bancard tenía un porcentaje mayoritario en La Red, empresa de la competencia.

Sin duda, Piñera tiene a su peor enemigo en sí mismo. Es como si no pudiera evitar la tentación de actuar como empresario. Este caso, para mala suerte del Mandatario, llegó justo cuando el país vive un momento crítico con la pandemia y con las dudas acerca de cuánto contribuyó el efecto “falsa seguridad” de las vacunas, reforzado por la autoridad, para que tengamos un rebrote muy superior al de junio de 2020. Paris dijo que “solo una catástrofe” podría cambiar las elecciones y, por lo visto, ese momento ya llegó. De seguro, Piñera volverá a caer en las encuestas por el caso Enjoy, y de seguro también volverán los cuestionamientos acerca de este y otro tipo de conflictos de intereses. De ahí que el Gobierno –especialmente Bellolio– debería tener prudencia y antes recabar más información.

Y, claro, las paradojas de la vida: el único integrante de la familia que optó por el anonimato y no ha causado ningún problema al Gobierno es el Negro Piñera. Quién lo iba a decir.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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