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La noche de los cuchillos largos en la derecha: la debacle electoral de Chile Vamos y la soledad de Piñera PAÍS

La noche de los cuchillos largos en la derecha: la debacle electoral de Chile Vamos y la soledad de Piñera

Hernán Leighton
Por : Hernán Leighton Periodista de El Mostrador
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Chile Vamos venía fracturado hacía mucho, desde el estallido social. No se trataba solo de pugnas de poder entre la UDI y RN, cupos más o cupos menos para Evópoli en el Gobierno, sino que las diferencias eran de fondo, dos almas distintas, dos formas contrapuestas de entender lo que estaba pasando en el país. Ningún pacto electoral era capaz de subsanar ese quiebre interno, lo que, sumado a los errores consecutivos cometidos por el Gobierno de Piñera, se convirtió en la fórmula perfecta para el desastre. Anoche fue una jornada de recriminaciones en la derecha, de cobrarse facturas «de lado y lado”. Con las malas cifras que obtuvo el oficialismo en las urnas, se habló de un «verdadero fracaso».


Por lejos esta es la peor derrota de la derecha en décadas. Ni en sus peores pesadillas en Chile Vamos imaginaron una debacle electoral como la vivida anoche. Fue un terremoto político de proporciones, porque cada recuento de votos les resultó peor que el anterior: si en constituyentes el oficialismo no logró llegar al tercio de los escaños de la Convención Constitucional, a nivel de gobernadores regionales la derrota fue aplastante y en las municipales perdieron casi todas las comunas emblemáticas que tenían en su poder.

En Chile Vamos sabían que la megaelección de este fin de semana no sería fácil. Tenían claro que habría un voto de castigo por la mala gestión del Gobierno y la baja evaluación ciudadana a la figura del Presidente, Sebastián Piñera, pero jamás pensaron que sería tanto.

Nunca llegaron al umbral de 52 escaños en la Convención Constitucional, porque a pesar de ir en una lista única –los del Apruebo y del Rechazo juntos–, en la que incluso se incluyó al Partido Republicano de José Antonio Kast, finalmente consiguió solo 39 constituyentes, una cifra que deja a la derecha por debajo del tercio en la Convención, ante los 46 representantes independientes, los 17 reservados para pueblos originarios y los 44 que sumó la oposición, con sus listas del Apruebo y Apruebo Dignidad (Frente Amplio más PC).

[cita tipo=»destaque»]Antes que hablara el Presidente Piñera, el abanderado de RN, Mario Desbordes, hizo un punto de prensa en el que precisó que “no hay duda que una serie de errores cometidos como coalición, probablemente y desde nuestro Gobierno, han tenido un impacto en la coalición». Pero además advirtió que los partidos de Chile Vamos «tenemos que reflexionar respecto de qué tipo de coalición queremos construir: nos vamos a atrincherar en el distrito 23 o vamos a escuchar a la gente en el resto de las comunas de Chile”.[/cita]

Nunca hubo mucha expectativa con los resultados en gobernadores regionales, pero el recuento fue brutal: de las 3 que quedaron zanjadas anoche –Valparaíso, Aysén y Magallanes–, ninguna fue para la derecha, y de las otras 13, en que habrá segunda vuelta el 13 de junio, solo se impuso en 1, la Región de Los Ríos. Se habló de que hubo falta de estrategia, que se tomaron decisiones de última hora y que la calidad de los candidatos de Chile Vamos era mala.

Dicho eso, no haber logrado pasar a la segunda vuelta en la Región Metropolitana con Catalina Parot fue –reconocieron de príncipe a paje– un “batacazo fatal”, porque la candidata contó con todo el respaldo de Chile Vamos, el despliegue del Gobierno y todos los abanderados presidenciales del oficialismo, pero nada de eso bastó y solo obtuvo el 15,52% de los votos (con más del 70% de las mesas escrutadas). La derecha mirará por televisión cómo la oposición se disputa los 6,5 millones de ciudadanos de la RM en el balotaje entre el DC Claudio Orrego (25,34%) y la representante del Frente Amplio, Karina Oliva (23,09%). Ni siquiera con el 6,9% que obtuvo Republicanos, Parot habría logrado llegar a la segunda vuelta.

Aún no se reponían de los dos golpes electorales anteriores, cuando les cayó encima el tsunami municipal. Pasada la 1 de la madrugada, ya era un hecho que a las derrotas en Viña del Mar, Maipú, San Bernardo y Estación Central, Chile Vamos había sumado también las de Ñuñoa y Santiago.

Hace varios años que las elecciones municipales son consideradas una suerte de termómetro político, casi un vaticinio de cómo vendrá la mano en la siguiente presidencial. En el primer Gobierno de Piñera, la derecha sufrió una derrota electoral y luego ganó Michelle Bachelet y, en su segundo mandato, la tortilla se dio vuelta, Chile Vamos ganó el gallito municipal, que fue la antesala para la segunda administración piñerista. Las derrotas de anoche a manos del Frente Amplio (Viña del Mar, Ñuñoa y Maipú) y el PC (Santiago) pusieron transparentes, casi color papel, los rostros de buena parte de la dirigencia oficialista.

La derecha venía fracturada hacía mucho, desde el estallido social. No se trataba solo de pugnas de poder entre la UDI y RN, cupos más o cupos menos para Evópoli en el Gobierno, sino que las diferencias eran de fondo. Un sector de Chile Vamos entendió que el país había cambiado, que el modelo vigente ya se había vencido y que era necesario hacer ciertas concesiones doctrinarias, modificar varias reglas del juego. Pero otro sector, el más conservador, se parapetó en la defensa de los privilegios, en una posición bastante ciega y sorda de lo que pasaba en la realidad nacional.

Ningún pacto electoral era capaz de subsanar esa fractura, lo que, sumado a los errores consecutivos cometidos por el Presidente Piñera, especialmente en materia de ayudas sociales ante la crisis económica que desató la pandemia, se convirtió en la fórmula del desastre. “El Gobierno nos dañó sí o sí”, ya se lamentaban en la derecha antes que se concretara el desastre electoral.

Anoche fue una jornada de recriminaciones, de cobrarse facturas «de lado y lado”. Con estas cifras se habló de un «verdadero fracaso». El escenario presidencial se pone cuesta arriba para Chile Vamos, porque perdió poder territorial en comunas claves, y sin manejo de las regiones.

Ya muchos hablaron anoche de que se venía la desafección total con el Gobierno, porque está de por medio la supervivencia de cada partido, considerando que en noviembre deben sortear elecciones parlamentarias. Desde hoy se verá con crudeza la soledad del Presidente Piñera para sus últimos 10 meses de mandato y, no por nada, fue evidente ayer que La Moneda estaba atónita, paralizada, no hubo despliegue de estrategias ni bajadas comunicacionales, imperó el silencio sepulcral por horas.

Pasadas las 22:30 horas habló el Presidente, flanqueado por sus ministros, los cuales, todos, evidenciaban en sus rostros la derrota y fracaso electoral. «No estamos sintonizando con las demandas y anhelos de la ciudadanía», dijo Pilera, quien agregó que «es nuestro deber escuchar con humildad y atención el mensaje de la gente y, además, esforzarnos y hacer todo lo que sea necesario para interpretar y responder mejor».

Pero más allá de esas palabras de buena crianza del Mandatario, en la derecha preocupa la falta de autocrítica de Palacio, que es casi igual a cero porque, antes del recuento, casi como un parche antes de la herida –dado el voto de castigo que rondaba en el aire–, en La Moneda se justificaban diciendo que era imposible luchar en contra de la “máquina pagadora” del 10%, sin asumir que política y estratégicamente el manejo desde el estallido a la fecha ha sido un desastre, como lo califican en la propia coalición oficialista.

Antes que hablara el Presidente Piñera, el abanderado de RN, Mario Desbordes, hizo un punto de prensa en el que precisó que “no hay duda que una serie de errores cometidos como coalición, probablemente y desde nuestro Gobierno, han tenido un impacto en la coalición». Pero además advirtió que los partidos de Chile Vamos «tenemos que reflexionar respecto de que tipo de coalición queremos construir: nos vamos a atrincherar en el distrito 23 o vamos a escuchar a la gente en el resto de las comunas de Chile”.

Precisamente ese es el desafío de la derecha hoy. Porque, si bien es cierto que la exministra Marcela Cubillos –rostro destacado de la opción del Rechazo– salió electa para la Convención Constitucional con un 22,21%, una de las votaciones más altas, eso fue en el distrito 11, en el que están comunas como Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea, que han sido el bastión electoral principal de la derecha. Quedarse con esa votación de Cubillos como señal del rumbo a seguir, es equivocar la brújula una vez más, advirtieron en sectores de Chile Vamos.

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