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Yasna presidenciable: oxígeno para la DC e incertidumbre para Unidad Constituyente Opinión

Yasna presidenciable: oxígeno para la DC e incertidumbre para Unidad Constituyente

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Más allá de la debilidad de la coalición, Yasna Provoste logró un triunfo personal importante. No la Democracia Cristiana. La presidenciable se impuso, sorpresivamente, como carta de su partido, pese a que este ya había definido a Ximena Rincón. La verdad es que la senadora es una especie de anti-DC dentro de su colectividad. Con un discurso más progresista, lejana a los apellidos Walker o Aylwin, distante de la élite de su partido, Yasna es una mujer dialogante y logra cruzar fronteras. De ahí que su figura le entrega un balón de oxígeno a una falange en franco declive, pero también le abre una oportunidad a una coalición unida solo en el papel, debido a que ella es capaz de capturar votos de Sichel y Boric. 


Partamos por el hecho de que esta consulta estuvo de más o de menos. Lo lógico, lo razonable y lo esperable era que esta contienda de Unidad Constituyente se hubiera dirimido en primarias legales, con franja de TV, participación del Servel y financiamiento estatal. Porque lo cierto es que la ex Nueva Mayoría perdió la oportunidad de haberse instalado competitivamente para las elecciones de noviembre, en vez de partir doscientos metros atrás, en una carrera de cuatrocientos metros.

Yasna Provoste ganó con holgura la consulta ciudadana, aunque claramente parte con una desventaja importante, no solo porque Sichel y Boric llevan un buen tiempo posicionados, sino porque también la baja participación observada el sábado es una señal de alarma que la ex Concertación debe intentar leer rápido, pues lo único que no tiene ahora es tiempo. 

Es cierto que la consulta de Unidad Constituyente (UC) tuvo un escenario adverso y no podía aspirar a una mayor participación, pese a las declaraciones que pecaron de optimismo cuando lanzaron la iniciativa y que hablaban de 1 millón de personas. Hubo escasa información –hasta unos días antes se sabía muy poco de los locales de votación–, baja cobertura de los medios tradicionales –intencional– y un clima como no teníamos hace meses, a lo que se sumó una fatiga electoral que ya tiene a la población observando con distancia estos procesos, luego de la gran cantidad de votaciones que hemos tenido en menos de un año. Pero todo eso no excluye a los partidos de la ex Concertación de su responsabilidad. 

Ojalá en Unidad Constituyente tengan la capacidad de autocrítica, porque la baja respuesta de la gente el sábado, fue una señal de fondo. No fueron capaces de convocar a la gente, ni siquiera a sus propios militantes. No fueron capaces de entusiasmar ni generar un ambiente que movilizara a la ciudadanía. Fue una contienda sin mística, sin épica. Tal vez, porque simplemente la oferta al país de UC hoy es poco atractiva. Ojalá que no busquen el camino fácil –como lo hizo el ahora Chile Podemos +–, de cambiarse solo de nombre e imagen. 

Pero, más allá de la debilidad de la coalición, Provoste logró un triunfo personal importante. No la Democracia Cristiana. La presidenciable se impuso, sorpresivamente, como carta de su partido, pese a que este ya había definido a Ximena Rincón. La verdad es que la senadora es una especie de anti-DC dentro de su colectividad. Con un discurso más progresista, lejana a los apellidos Walker o Aylwin, distante de la élite de su partido, Yasna es una mujer dialogante y logra cruzar fronteras. De ahí que su figura le entrega un balón de oxígeno a una falange en franco declive, pero también le abre una oportunidad a una coalición unida solo en el papel, debido a que ella es capaz de capturar votos de Sichel y Boric. 

El gran desafío de Unidad Constituyente es pasar a segunda vuelta. Y no será una tarea fácil. El conglomerado de centroizquierda es hoy en día poco competitivo. Tiene bajísimo respaldo y su oferta no es clara. Juega contra el tiempo y debe definir muy rápido los tres o cuatro ejes con que marcará la diferencia con Sichel y Boric, porque en los debates no hubo grandes anuncios y se consolidó una cierta percepción de que eran más de lo mismo. Y pese al hándicap en contra que tienen frente a Boric, por arrastrar una historia que contribuyó también a la explosión del 18/O, su ventaja es que la dispersión de votos en la centroderecha en la primera vuelta será alta. La sola irrupción de Parisi y José Antonio Kast vuelve a abrir posibilidades de que la derecha, incluso, no esté en el balotaje.

El otro gran desafío de la ex Concertación será mostrar unidad. Y las señales deben ser muy rápidas. Para ello tienen que estructurar un comando de campaña equilibrado –entre la DC, PPD, PS, PR, Liberal, Ciudadanos–, pero con figuras nuevas. Sin renovación de rostros, cometerán el error de proyectar la vieja política, esa que los chilenos detestan hace un buen rato. Al frente tienen a dos candidatos que lograron quebrar la lógica de “los mismos de siempre”. Esta será una primera señal clara de cuánto están dispuestos a arriesgar en Unidad Constituyente. 

Otra señal importante serán las listas parlamentarias y de consejeros regionales que se inscriban hoy lunes. Y en esta materia sí que, en muchos comicios previos, han ido separados, proyectando que es una alianza conducida por el pragmatismo, más que un proyecto común. También se despejará si ME-O se convierte nuevamente en el cura catapilco o si la lista del PRO compite por su cuenta.

Hoy se inicia la carrera definitiva a La Moneda. Se acaban las especulaciones y tendremos a las cartas que disputarán la primera vuelta. De aquí en adelante veremos cómo se marcan las diferencias y las primeras señales de futuros respaldos a la contienda final. Por ahora tenemos a la dupla Boric/Sichel escapados. Pero en las próximas dos semanas observaremos cómo se posicionan JAK, Parisi –que, tal como señalamos hace un año en esta columna, movía sus piezas para estar en la papeleta– y la propia Provoste.

Sin embargo, esta noche sabremos también si Ancalo –La Lista del Pueblo–, Lorenzini –del Partido de la Gente–, junto a los 35 candidatos independientes que buscaban patrocinios para convertirse en abanderados(as) presidenciales, lograron su meta. Una carrera con muchos(as) competidores(as) para dirigir un país en proceso de cambio estructural, endeudado, con los coletazos de la pandemia y los resultados de la Convención.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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