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Torrealba & Rojas Vade S.A. Opinión

Torrealba & Rojas Vade S.A.

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Y aunque a algunos medios tradicionales, escritos y de TV especialmente, el caso del constituyente Rojas Vade les permitió sacar de escena al exalcalde de Vitacura, Raúl Torrealba –de una manera tan obvia como burda–, lo cierto es que, en la ciudadanía, ambos casos golpearon la fe pública, aumentando la desconfianza, molestia y rabia hacia quienes deberían modelar conductas ante los ciudadanos. En la derecha, el costo para la campaña de Sichel y los candidatos al Parlamento por el “distrito del Rechazo” puede ser incalculable, más aún, de comprobarse que las prácticas de “los sobrecitos” se extendía a Las Condes, Lo Barnechea –sumando ahora a Ñuñoa–.


La confianza podemos definirla como la creencia de que una persona o un grupo actúan de manera adecuada, consistente y más o menos predecible en una situación determinada. Es decir, es la seguridad que uno deposita en el comportamiento del otro(a), por lo tanto, también son las expectativas que nos generamos frente a esa persona. Esto es válido para todos los ámbitos de la vida e incluye a la pareja, familia, trabajo, etc. Cuando alguien hipoteca o traiciona la confianza, produce una decepción grande en el otro. Y, como reza el dicho, la confianza se puede perder en un segundo, aunque haya tardado años o décadas en construirla.

Pero si hay una esfera que es fundamental para la estabilidad de una sociedad, es la del grado de confianza que tenemos en las instituciones y quienes las representan. Sin ella, es imposible construir un proyecto común de país. Este fue uno de los principales detonantes del estallido social del 18 de octubre de 2019. La crisis del financiamiento irregular de la política, los casos de pedofilia en la Iglesia católica, la colusión de empresas, sumado esto a un Gobierno débil, fueron agudizando un sentimiento colectivo de molestia, de rabia. La gente se dio cuenta de que, producto de lo anterior, esta era una sociedad desigual, desequilibrada, injusta. También empezamos a asumir que muchos mitos que creímos por décadas se habían derrumbado. No éramos tan limpios y transparentes. Tampoco queríamos al “amigo cuando es forastero”, claro, Los Quincheros vivían en la época de la migración alemana de Puerto Varas, no la de Haití, Venezuela y Colombia.

Los casos del exalcalde Torrealba y del constituyente Rojas Vade son una verdadera cachetada a la, ya deteriorada, confianza en la política chilena. Como un verdadero guión de una serie negra de Netflix, Raúl Torrealba dejó al descubierto que la corrupción no distingue color político ni situación económica y, de paso, está provocando un efecto en cadena de consecuencias insospechadas en las comunas del Rechazo. Un distrito con los mayores ingresos del país, en que, por lo visto, desviaron dineros a través de las corporaciones “sociales”. Rodrigo Rojas, por su parte, le infligió un golpe mortal a la LdP y, lo que es peor, al movimiento social que surgió en Plaza Italia o Dignidad. Torrealba y Rojas unidos por el engaño. Cocidos en su propia salsa, Torrealba desfalcando al municipio más rico del país, y Rojas criticando el sistema de salud –con justa razón–, pero sacando partido económico y electoral de ello.

Lo de Rojas Vade ha sido, además, una estocada a la Convención Constitucional. A la dura y sostenida campaña en contra de esta institución por parte de algunos medios tradicionales, se sumó ahora un verdadero festín en contra del constituyente, ya que encontraron el eslabón perfecto para poder hacer una crítica de fondo a los sectores más progresistas e independientes que están planteando cambios profundos a la Carta Magna actual. Rojas Vade no solo se disparó a sí mismo, a los suyos y al sector, sino también reforzó la discriminación que muchos sufren, al no ser capaz de hablar con sinceridad y transparencia lo que todo el mundo sospecha que padece. 

Raul Torrealba, “el tronco”, lideró a su antojo la comuna de Vitacura por un cuarto de siglo. Dueño y señor, hombre respetado por las elites y el mundo cruzado –por su paso por el CDUC–, una suerte de patrón de fundo a la antigua, militante histórico de RN, de la noche a la mañana pasó a ser un paria, igual que Rojas. La derecha, históricamente, ha hecho vista gorda en materia de derechos humanos, pero que alguien sea “pillado” en temas de platas, recibe la máxima sanción social. Claro, la pregunta es, si el exalcalde recibía 5 millones al mes en efectivo, adicional a su sueldo, durante tres años –es la acusación de gente de su entorno, algo parecido al modo en que explotó el caso Penta–, la conducta delictiva podría llegar a multiplicarse por varias veces. Lo que se sabe hasta ahora es que el pago en “sobrecitos” es solo la punta del iceberg. 

Y aunque a algunos medios tradicionales, escritos y de TV especialmente, el caso Rojas les permitió sacar de escena a Torrealba –de una manera tan obvia como burda–, lo cierto es que, en la ciudadanía, ambos casos golpearon la fe pública, aumentando la desconfianza, molestia y rabia hacia quienes deberían modelar conductas ante los ciudadanos.

En la derecha, el costo para la campaña de Sichel y los candidatos al Parlamento por el “distrito del Rechazo” puede ser incalculable, más aún, de comprobarse que las prácticas de “los sobrecitos” se extendía a Las Condes, Lo Barnechea –sumando ahora a Ñuñoa–. Rojas Vade, por su lado, puede terminar de dañar a una LdP que, en pocos meses, parece haberse transformado en todo eso que aborrecen de los otros. Y, claro, Rojas aún puede mitigar el daño que causó a los suyos, renunciando a la Convención.

Es la única forma para que, en lo que resta de este proceso, no nos pasemos todos hablando de “cómo votó o no votó Rojas” en cada uno de los capítulos de la Constitución. Y es la única manera, también, para que algunos diarios de circulación nacional no sigan utilizando este caso –donde su protagonista es el más débil– para bajarle el perfil a lo que pasó en Vitacura. Tal vez, este es el aporte que puede hacer Rojas Vade al proceso constituyente. Algo muy distinto de lo que él planteaba desde los pies del monumento a Baquedano todos los viernes a partir del 18/O en adelante. Torrealba, por su lado, debería estar pensando en cómo y cuándo autodenunciarse. Guevara y Lavín –que se encuentra desaparecido– tienen que estar más que preocupados, tanto como el candidato del sector, Sebastián Sichel.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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