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No te vayas, Roger DEPORTES

No te vayas, Roger

Pablo Flamm
Por : Pablo Flamm Periodista deportivo
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En agosto cumplirá 41 años y obviamente, porque la edad en el deporte igual pasa la cuenta, a pesar de todas las metodologías y cuidados que un deportista de elite puede tener, ya no tiene la velocidad y reacción de los años estelares. Sin embargo, para quienes lo hemos visto por años, Federer tiene una magia especial. Desde que ingresa a una cancha, el mundo se paraliza. Su estampa, elegancia al caminar, solo la tienen un par de elegidos. Ya en acción, son movimientos perfectos, coordinaciones de un bailarín de ballet, potencia en sus golpes inigualables y, además, una técnica de ensueño para hacer algunos tiros que solo Roger puede ejecutar.


Me declaro abiertamente admirador de Roger Federer. Para mí el más grande por siempre. Por qué desconocer la grandeza de Novak Djokovic y Rafael Nadal, no es mi intención; dos grandes gladiadores y deportistas, que solo han hecho engrandecer aún más el dominio de los últimos 15 años en el deporte blanco.

Pero, claro, Roger es otra cosa. Y decidí escribir sobre Federer porque esta semana, por primera vez, dejó entrever que la opción del retiro está cada día más cerca de lo que todos piensan. Señaló que, si no se sentía competitivo en su regreso, que se espera para el 20 de octubre, en su natal Basilea, la idea de dejar el tenis se abría de forma consistente, para poder disfrutar de la vida y su familia.

Federer no juega tenis competitivo desde el 7 de julio, cuando cayó en Wimbledon ante el polaco Hubert Hurkacz. A los pocos días anunció que debía someterse a una cirugía en una de sus rodillas. Se pensó que sería un paro de a lo menos dos o tres meses, sin embargo, el maestro suizo confirmó que la inactividad sería más larga y, por ahora, todos quienes admiramos a Roger deberemos esperar tres meses más para verlo de nuevo en un court.

En agosto cumplirá 41 años y obviamente, porque la edad en el deporte igual pasa la cuenta, a pesar de todas las metodologías y cuidados que un deportista de elite puede tener, ya no tiene la velocidad y reacción de los años estelares. Sin embargo, para quienes lo hemos visto por años, Federer tiene una magia especial.

Desde que ingresa a una cancha, el mundo se paraliza. Su estampa, elegancia al caminar, solo la tienen un par de elegidos. Ya en acción, son movimientos perfectos, coordinaciones de un bailarín de ballet, potencia en sus golpes inigualables y, además, una técnica de ensueño para hacer algunos tiros que solo Roger puede ejecutar.

Sin duda que Djokovic y Nadal por números ya lo superaron, pero es cosa de hacer una rápida encuesta en el mundo del tenis y una gran mayoría le entregará al helvético el rótulo de “el mejor”. Es cosa de verlo y escuchar a los principales analistas de esta disciplina.

Hace algunos días, en medio de toda la parafernalia de la celebración de los cien años del court central de Wimbledon, la organización invitó a los(as) campeones(as) para una ceremonia llena de glamour y estilo. Desfilaron la gran mayoría de ellas y ellos, hasta que llegó el momento de anunciar a Federer, y La Catedral se vino literalmente abajo en aplausos y ovaciones para él. Verlo caminar con la estampa única de monarca, delante de otros campeones, habla de la leyenda que es y será siempre Federer.

Por eso y mucho más, verlo algunos partidos más es el anhelo de millones de fanáticos del tenis, entre los que me incluyo, para gozar las últimas batallas del más grande la historia, con el perdón de Novak y Rafael.

Solo el gran suizo puede concitar todo esto. Por eso, Roger, aún no te vayas, porque te vamos a extrañar por siempre.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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