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Banalización de los crímenes de lesa humanidad: contra el nacionalsocialismo como souvenir Opinión

Banalización de los crímenes de lesa humanidad: contra el nacionalsocialismo como souvenir

Evelyn Hevia Jordán y Elke Gryglewski
Por : Evelyn Hevia Jordán y Elke Gryglewski Doctoranda Freie Universität Berlín, investigadora UCSH; directora Sitio de Memoria Bergen-Belsen, Alemania.
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Vemos con estupor cómo en 2022 y en medio de escenarios bélicos que están cobrando la vida a miles de personas y otras millones que son desplazas a raíz de la violencia, El Mercurio ofrece a sus suscriptores una colección de figuritas, entre las cuales destaca la venta de una versión en miniatura de un teniente de las SS (Schutzstaffel). Hay que recordar que las SS fueron perpetradoras de numerosos y horrendos crímenes durante la II Guerra Mundial y deben ser recordados como los peores crímenes (criminales) contra la humanidad.


Quienes trabajamos en el presente en torno a los pasados violentos, sabemos que la construcción de las narrativas sobre estos es dinámica y en la mayoría de los casos, controversial. No obstante, los crímenes de lesa humanidad cometidos bajo el nacionalsocialismo no son, ni deben ser, materia de relativización ni de banalización mediante la comercialización e incitación al morbo, a través de la colección de figuritas de sus perpetradores.

Como investigadoras y trabajadoras con estos pasados tan vivos en el presente, consideramos que es un agravio, no solo a las víctimas y sus descendientes, sino que a toda la sociedad, el hecho que un periódico como El Mercurio, tenga una vez más una publicidad que incita a la banalización de la historia del nacionalsocialismo. Ya en octubre de 2021, la Embajada alemana en Chile y la comunidad judía, entre otros actores públicos a nivel nacional e internacional, rechazaron enérgicamente una nota que este mismo medio dedicó a la memoria del 75 aniversario de la muerte del criminal Hermann Göring, titulada:  “Hermann Göring, el sucesor de Hitler” y que, además, ofrecía fotografías de su álbum personal y su “meteórico ascenso”.

Vemos con estupor cómo en 2022, y en medio de escenarios bélicos que están cobrando la vida a miles de personas y otras millones que son desplazas a raíz de la violencia, El Mercurio ofrece a sus suscriptores una colección de figuritas, entre las cuales destaca la venta de una versión en miniatura de un teniente de las SS (Schutzstaffel). Hay que recordar que las SS fueron perpetradoras de numerosos y horrendos crímenes durante la II Guerra Mundial y deben ser recordados como los peores crímenes (criminales) contra la humanidad.

Para conocedores de la historia reciente chilena, no es un misterio el rol que tuvo El Mercurio en la campaña de sedición y derrocamiento del gobierno de la Unidad Popular y su afinidad con el régimen pinochetista. Tampoco, el rol que tuvieron en la cobertura del caso Colonia Dignidad. Ahí también el llamado “Diario de Agustín” jugó un rol preponderante en el ocultamiento, distorsión y falsificación de las violaciones a los derechos humanos y los crímenes cometidos contra colonos y niños. No obstante, a pesar de ser conocida su posición en el pasado, resulta inadmisible que un medio de comunicación, que goza de prestigio y circula a nivel nacional e internacional, continúe contribuyendo a producir y reproducir “su” versión del pasado, lo que sin lugar a dudas, deja en evidencia que este medio no ha hecho una reflexión informada respecto de cómo nombrar y documentar estos hechos. Todo esto, sumado a que es en sí mismo cuestionable que en un contexto donde la guerra cobra nuevas vidas y efectos -como ya sabemos de larga data e incluso transgeneracionales- este medio promueva la compra-venta de figuritas militares.

En definitiva, El Mercurio lo que hace con su “oferta” es ignorar  y banalizar los crímenes cometidos por el nacionalsocialismo, el que sobre la base de teorías raciales clasificó a seres humanos en personas supuestamente de mayor y menor valor, donde una sociedad también cerró los ojos (y calló la voz) ante lo que ocurría, contribuyendo a la estabilización, justificación y duración de los crímenes, tal como ocurrió en la dictadura chilena y en otras tantas experiencias a nivel mundial. Hoy, más que nunca, es urgente que los medios de comunicación puedan asumir su papel de compromiso con la democracia y el respeto a los derechos humanos y no convertirse en los portavoces de la negación y banalización de la historia, y con ello contribuir a la alimentación de nuevos prejuicios, discriminaciones y racismos. Invitamos a este medio y otros, así como a los profesionales de las comunicaciones, a informarse y a reflexionar seriamente sobre lo que publican.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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