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¿Por qué es importante lo que sucede en Irán? Opinión

¿Por qué es importante lo que sucede en Irán?

Pablo Álvarez
Por : Pablo Álvarez Secretario de estudios de la escuela de Historia de la UDP
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Hay que señalar que Irán no es cualquier país, es una potencia regional de casi 90 millones de habitantes y posee una de las más grandes reservas de petróleo y gas natural del mundo. Tiene una clase media vibrante, aunque muy empobrecida y agobiada. La juventud ha tenido la oportunidad de ir a la universidad y vivir cierta estabilidad, a diferencia de sus vecinos del Medio Oriente. Hay descontento con el régimen, la juventud de hoy no vivió la guerra contra Iraq entre 1980 y 1988, ni los peores momentos de la revolución, pero tampoco ha respirado libertad. No es raro, entonces, que estén descontentos con el gobierno, incluso con el régimen, pero jamás avalarían una intervención internacional, ni un cambio de régimen que lleve a la desestabilización del país.


En estos últimos días hemos podido presenciar impresionantes protestas de mujeres en Irán. Todo comenzó el 16 de septiembre, a raíz de la muerte de una mujer de 22 años, Mahsa Amini, a manos de la policía moral. Las protestas han encendido diversas alarmas y han generado una oleada de solidaridad que es encomiable. Pero junto con dejarnos llevar por las emociones que despiertan estos movimientos, debemos saber algunos elementos fundamentales para comprender de dónde proviene el descontento y qué implicancias pueden tener estas manifestaciones en el ámbito internacional.

Desde 1979, Irán vive bajo el régimen de una clase clerical. El líder de la Revolución Islámica, el ayatolá Jomeini, inauguró un sistema político en donde los clérigos y el ejército tienen primacía; si bien hay elecciones, se dan dentro de un marco muy restringido. En ese marco, las mujeres están bajo la tutela de los hombres y, aunque han ido conquistando espacios de libertad en un sistema político bastante conservador, siguen estando bajo un orden muy restrictivo.

Habiendo dicho lo anterior, debo señalar que decepciona ver que en redes sociales y medios de comunicación nacional se informe sobre la situación de las mujeres en Irán como si fuera algo propio del islam que las mujeres fueran subyugadas y menoscabadas, como si toda musulmana fuera víctima del patriarcado islámico. La situación de las mujeres en Irán responde a una historia particular, en ningún caso extrapolable al conjunto del mundo musulmán. En mis investigaciones con musulmanas en Chile he podido constatar que gente común y corriente se siente inclinada a señalarles que deberían “liberarse”, como si por ser musulmanas no fueran libres. Esos son típicos prejuicios antimusulmanes que están muy arraigados en nuestra cultura.

Por otra parte, impresiona ver que para algunos(as) las protestas en Irán traen el supuesto recuerdo de la situación previa a 1979 y la Revolución Islámica, como si las mujeres en esa época hubieran vivido mejor que hoy, basándose en fotos que circulan en redes sociales. Pero lo que no muestran esas fotos es que el régimen del Sha (emperador iraní) era profundamente represivo con grupos islamistas e izquierdistas, que mantuvo en la pobreza a un segmento importante de la población, y que sus aliados occidentales hicieron la vista gorda porque era un enemigo de la Unión Soviética. Esas imágenes de mujeres disfrutando de una buena vida en el Irán del Sha representan a mujeres de clase alta, clase cercana al régimen corrupto. Un enorme porcentaje de la población vivía en la miseria. Claro, la situación de las mujeres no mejoró con la revolución islámica, pero a menos de que fueran miembros de ese pequeño y privilegiado grupo social que era cercano al régimen, las mujeres iraníes no vivían en libertad antes de 1979.

Hay que señalar que Irán no es cualquier país, es una potencia regional de casi 90 millones de habitantes y posee una de las más grandes reservas de petróleo y gas natural del mundo. Tiene una clase media vibrante, aunque muy empobrecida y agobiada. La juventud ha tenido la oportunidad de ir a la universidad y vivir cierta estabilidad, a diferencia de sus vecinos del Medio Oriente. Hay descontento con el régimen, la juventud de hoy no vivió la guerra contra Iraq entre 1980 y 1988, ni los peores momentos de la revolución, pero tampoco ha respirado libertad. No es raro, entonces, que estén descontentos con el gobierno, incluso con el régimen, pero jamás avalarían una intervención internacional, ni un cambio de régimen que lleve a la desestabilización del país.

En ese sentido, hay que tener ojo con lo que desean Estados Unidos y sus aliados. Si el régimen iraní cae, sería una catástrofe regional. El régimen iraní apuesta por la estabilidad en Medio Oriente, no desea guerras en la región, por eso es un enemigo acérrimo de Al Qaeda y del Estado Islámico. Su alianza con Hezbolá en el Líbano no desmiente esto, por el contrario, este grupo libanés no corresponde a un grupo terrorista como los anteriormente mencionados, es un grupo insurgente, que no es lo mismo. Si el régimen iraní cayera, como algunos quieren, la onda expansiva llevaría inestabilidad a toda la región y al sistema internacional; recordemos simplemente la importancia de Irán para el mercado global de hidrocarburos.

Dentro de Irán, los grupos leales son importantes y fuertes, no sería fácil hacer caer el régimen. La política de sanciones –que han ahogado a la economía iraní– no ha logrado desestabilizar al régimen, solo ha logrado generar malestar en la población, pero eso no llevará a su caída necesariamente, lo que demuestra lo ineficiente de este tipo de sanciones.

Por último, las mujeres iraníes llevan demostrando hace mucho tiempo su valentía y entereza al enfrentar el conservadurismo del régimen. Por ejemplo, el 2009, cuando sucedió la Revolución Verde en que miles o millones de iraníes jóvenes salieron a protestar por lo que percibieron como un fraude electoral a favor del conservador Mahmud Ahmadineyad, fueron las mujeres las principales protagonistas. En Irán las mujeres estudian en las universidades, ocupan puestos importantes, pero no los más relevantes del sistema político, y gozan de derechos que no tienen en países como Qatar, Emiratos Árabes o Arabia Saudí (que son aliados de Occidente).

Sin duda queda mucho por decir, pero esperemos que quienes opinan en los medios de comunicación y en redes sociales tengan un poco más de conocimientos antes de hablar y dejen atrás sus prejuicios islamofóbicos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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