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Hacer política sin política: una paradoja llena de peligros Opinión

Hacer política sin política: una paradoja llena de peligros

Thomas Villaseca Arroyo
Por : Thomas Villaseca Arroyo Miembro del Observatorio de Historia Reciente de Chile y América Latina,UDP.
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Si se estudia la historia reciente chilena, desde la dictadura hasta hoy, la política se ha relegado a un segundo plano, vista como algo negativo o innecesario para la cotidianidad, y grupos conservadores y otros más moderados han mantenido esto como eslogan para llegar a las masas y empatizar con los intereses de las personas, para desplazar la acción colectiva, el diálogo y la búsqueda del bien común al individualismo. Es necesario, para avanzar como sociedad, ser críticos y reflexivos con las formas en que se hace la política, pero sin abdicar de ella. No hay que engañarse, nada está fuera de la política. Posicionarse desde la ficción engañosa de tomar distancia de ella, pero al mismo tiempo funcionar en pos de un proyecto político, es una  paradoja que esconde, precisamente, una forma muy particular de política: el totalitarismo.


Durante la dictadura chilena hubo grupos intelectuales de derecha que, encabezados por Jaime Guzmán, promovieron una política sin hacer política, es decir, que esta, en tanto disputa ideológica de grupos diversos y representativos de la sociedad fuese ocupando cada vez menos espacios, instalando el ideal de una forma de política desideologizada como una práctica moderada, objetiva y desapasionada. Tal fue el tipo de política que se impuso en grupos conservadores como el gremialismo.

Esta idea de los ochenta ha sabido llegar hasta la actualidad y en Chile, pese a que se viven momentos de imponentes cambios políticos, resurge la idea de despolitizarse: quedarse al margen de la política estando inmersos dentro de ella. Esta forma de entender la política se asienta en tanto surgen movimientos ciudadanos que buscan establecerse como partidos políticos, pero que tienen en sus bases una corriente de opinión más que una ideológica.

Lo anterior responde a una manera neoliberal de la participación, y es que, teniendo grupos políticos que, más allá de establecerse bajo paradigmas ideológicos en común y abogar por ellos, su objetivo es instalarse como líderes de opinión con una amalgama de respuestas rápidas a problemáticas comunes que presenta la ciudadanía: el mercado, la seguridad individual y la conservación de valores, asoman como temas centrales de estos grupos.

Pero hacer política en democracia no significa pasar a llevar al resto e imponer un modo de vida como el hegemónicamente válido, por el contrario, su objetivo es compartir con otros(as) aquella ideología, donde, sin buscar imponerla forzosamente, se promueve y se lucha por objetivos e ideales. La democracia necesita de política para funcionar, y es que si se mantiene únicamente sobre la base de colectivos dirigidos por líderes de opinión que buscan despolitizarla, estaremos frente a proyectos que, lejos de tener legitimidad, estarán validados en función de la fama y renombre en los medios.

Si se estudia la historia reciente chilena, desde la dictadura hasta hoy, la política se ha relegado a un segundo plano, vista como algo negativo o innecesario para la cotidianidad, y grupos conservadores y otros más moderados han mantenido esto como eslogan para llegar a las masas y empatizar con los intereses de las personas, para desplazar la acción colectiva, el diálogo y la búsqueda del bien común al individualismo. Es necesario, para avanzar como sociedad, ser críticos y reflexivos con las formas en que se hace la política, pero sin abdicar de ella. No hay que engañarse, nada está fuera de la política. Posicionarse desde la ficción engañosa de tomar distancia de ella, pero al mismo tiempo funcionar en pos de un proyecto político, es una  paradoja que esconde, precisamente, una forma muy particular de política: el totalitarismo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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