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Luis Maira: “En los sectores más voluntaristas del FA y del PC están las fallas tácticas de los seis primeros meses de gobierno” PAÍS

Luis Maira: “En los sectores más voluntaristas del FA y del PC están las fallas tácticas de los seis primeros meses de gobierno”

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En su estudio-casa-biblioteca, el exdiputado, exministro, exembajador pasa sus días escribiendo, leyendo, conversando. Entre sus ilustres interlocutores se cuenta el Presidente de la República, quien llega cada tanto solo a hablar, a veces en compañía de un trago o de algún plato cocinado por el dirigente socialista. “El Presidente Boric es una persona con la que converso. Nunca he hablado de política con él en términos de lo que hay que hacer o darle consejos, eso jamás… Hablamos de historia, del pasado y mucho de Latinoamérica”. Sobre el ambiente posplebiscito señala: “Ganaron en toda la línea y quedaron en condiciones inmejorables. Hoy uno habla con un derechista y cree que es la mayoría del país. Pero pagaron un precio: prometer que esta vez iban a aceptar una nueva Constitución”. En relación con el Primer Mandatario y su programa, dice que este “hará lo más posible de las transformaciones que hubiese querido, porque el escenario cambió”.


Luis Maira Aguirre (82) abre la puerta de su casa con ademán a la vez amable y serio. Estrecha fuerte la mano. «No es mucha cercanía», advierte. Con la puerta abre un mundo de paredes azules atiborradas de libros –allí tiene 7 mil y otros 5 mil están en la casa de su exmujer, la escritora Marcela Serrano– sobre el Parque Forestal. Barrio que le gusta, entre otras cosas, “porque no viven momios y está todo a la mano”.

Cuenta que se ocupa de la casa casi solo. “No tengo empleada, hago todas mis cosas todos los días. Y una vez a la semana viene una persona a hacer aseo profundo. Me gusta ocuparme, es como decía Mao Zedong: ‘Un verdadero revolucionario tiene que saber todo lo relativo a la actividad intelectual y manual, porque eso es el trabajo humano. Así un revolucionario completo podrá entenderse con los trabajadores, los obreros, con todos’. Yo no soy un revolucionario, soy un hombre de izquierda, pero hago mi parte, siempre me ha gustado realizar el trabajo físico, manual, entender cómo son las cosas o, si no, uno tiene puras opiniones teóricas”.

Maira Aguirre fue diputado entre 1965 y 1973, ministro de Mideplan durante el Gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, también embajador en México y Argentina, representante de Chile en la Mesa de Diálogo por la Paz, entre el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Hoy es secretario ejecutivo del Consejo de Relaciones Internacionales de América Latina y el Caribe (RIAL). Y en unas semanas más lanzará un nuevo libro: Estados Unidos: del auge a la crisis.

En la misma colorida mesa de piedra mexicana repleta de escritos, libros y papeles donde hacemos esta entrevista, recibe a estudiantes, escritores, políticos. En ese lugar, hace ya más de año, presentó a Ricardo Lagos con Gabriel Boric, antes de que este fuera candidato presidencial. “Conozco a Ricardo desde la universidad y lo respeto por lo que sabe. No estoy de acuerdo con él en muchas cosas, en otras sí, pero siempre hemos sido amigos y tenemos una buena relación humana. Me daba cuenta de que era esencial, para que Gabriel ganara, que tuviera el apoyo de todo ese grupo de centroizquierda, y Lagos es la gran figura de ese mundo. Entonces les armé una conversación aquí en mi casa. Ahí Ricardo se dio cuenta de que tenía que apoyarlo porque, si no, iba a ganar el pinochetismo”.

A un mes del plebiscito de salida, Maira dice que le resulta difícil dar un juicio político fundado sobre un proceso tan nuevo para Chile, a la vez que tan desconcertante en su curso y en su resultado. “Nunca se había hecho esto, con pautas propias de un cuerpo democrático, eligiendo a los redactores… Se hizo una Constitución que era la que quería el grupo que había ganado el plebiscito de entrada, al que no le interesaba ponerse de acuerdo con nadie porque pensaba que tenía una mayoría que podría ejercer libremente, y se encontró con una derecha que sabía hacer Constitución, sobre todo sabía boicotearla, porque llevaba 40 años imponiendo una Constitución antidemocrática y la había conservado. Tenían claro lo que no debían conceder y estaban dispuestos a cualquier cosa para que no prosperara la nueva. Así gastaron fortunas y se movieron como pocas veces, porque estaban convencidos de que esto iba hacia algo muy radical. De esta manera, armaron una situación que fue arrastrando a sectores más moderados. Gente que nunca ha votado por la derecha, que milita en partidos democráticos, se fue sumando. Y fue tan poderoso ese movimiento, para sacar el resultado que obtuvieron y dejarnos a nosotros con una votación insignificante para lo que esperábamos. Ganaron en toda la línea y quedaron en condiciones inmejorables. Hoy uno habla con un derechista y cree que es la mayoría del país”, analiza.

-¿Cómo evalúa el panorama actual?
-Para ganar, la derecha tuvo que pagar un precio: prometer que esta vez iban a aceptar una nueva Constitución. Veo un cuadro muy difícil. Ellos por un lado tienen un compromiso que no pueden evadir, pero a su vez esa será una construcción muy moderada, limitada, con muchas cosas que les importan y que, en un cuadro más abierto, se podrían haber resuelto de otra manera. Va a ser una Constitución intermedia entre los puntos de vista más democráticos y más conservadores. Esa Constitución será la única que podemos sacar a estas alturas, no tenemos capacidad, porque, si no, vamos a volver a la que estaba antes: la de Pinochet modificada. La nueva no será una Constitución transformadora ni va a dar paso a un nuevo Chile.

-¿Qué cree pasará con el movimiento del 18 de octubre de 2019?
-Si se hubiese dado todo lo que querían los dirigentes más cercanos al movimiento de octubre, los líderes sociales, yo diría que habría sido una revolución más profunda que la que Allende planteó en 1970. Eso la derecha lo sabía bien.

Eso hoy quedó en el aire. La idea de la derecha es hacer como si eso nunca hubiera existido. Como mucha gente de la Convención o que la apoyaba perdió y está asociada al movimiento de octubre, van a arreglárselas para dejar a ese grupo lo más marginado posible. Me refiero al movimiento poblacional que se levantó entonces, ese que le pegó un remezón a Chile. Quizá más adelante surjan algunos núcleos nuevos.

-El triunfo del Rechazo fue un golpe al Gobierno, ¿cómo retomar la agenda?
-Gabriel Boric ha hecho bien en mantener sus metas fundamentales, pero cambiar su táctica y su discurso. Hoy no hay piso para las cosas que estábamos acostumbrados a decir, incluso en el plebiscito del Sí y el No. En términos prácticos, el Gobierno mantiene sus objetivos, que son lícitos y deseables. Tiene que tener proyectos y expresiones concretos, acciones y decisiones políticas que no tengan ningún exceso formal, que no permitan hacer campañas acusándolo de posiciones extremas por parte de los grupos que terminaron administrando el triunfo del Rechazo. Para hacer lo que es fundamental, tiene que desentenderse de algunas cosas. El grupo que está ahí (en La Moneda) tiene esa voluntad. Y va a construir alianzas. Y la gente que estuvo en las posturas más de cambio en la Concertación, debe ayudar a hacer lo que Boric está haciendo en los mejores términos. El ministro de Hacienda es un gran apoyo. Es un buen experto, se maneja al revés y al derecho. Su enorme habilidad táctica en economía y su peso internacional va junto con que es muy progresista, no es un revolucionario, pero es contrario al abuso y las desigualdades. Puede hacer un Gobierno que, sin ser de transformaciones profundas, permita, gracias al criterio, realizar cambios importantes de manera más gradual.

-Entonces el Gobierno que el Frente Amplio pensó, ¿ya no será?
-No va a poder ser lo que parecía inicialmente. Porque también hubo muchos gustos personales, gente con espíritu transformador. Pero los jóvenes pronto se dieron cuenta de que los gobiernos de la Concertación –unos más, otros menos– hicieron cosas de importancia, pero con los límites de tener a las Fuerzas Armadas y a una derecha que tenía mayoría en el Congreso y en los municipios. Mucha gente razona como si tuviera el control del país y eso solo lo ha tenido la derecha, porque a todos los cargos que se eligen hay que sumarles los empresarios, que son los dueños de las cosas, y eso es un poder propio y autónomo.

-Entonces el actual Gobierno no cumplirá con lo que planteó en su campaña…
-Será razonablemente transformador, porque las energías del Presidente le permiten hacer cambios, pero con límites. Ha cambiado su lenguaje, su estilo, ha modificado las leyes, ha sacado artículos que sabía que se los iban a impugnar o caricaturizar su proyecto. Está armando las cosas con realismo para poder empujar.

-¿El  Presidente ha renunciado a sus ideales?
-Él tiene mucha lucidez para entender lo que está pasando y para tener respuestas apropiadas para hacer lo más y mejor posible. Yo definiría el Gobierno de Boric como uno que hará el máximo posible de las transformaciones que hubiese querido, porque el escenario cambió: los que hablan como mayoría hoy son los dirigentes de derecha.

-¿Cree que esta realidad perseguirá al Gobierno los cuatro años de mandato?
-Es difícil hacer pronósticos sobre la duración de los procesos. Puede permanecer por periodos o quedarse. Lo que está claro es que la derecha aprovechará el momento para ejercer su poder.

-Entonces, ¿qué debería hacer el Gobierno?
-Sacar las cosas que son más fuertes, las que tienen más respaldo y llevarlas lo más allá que nos permitan. Hay que hacer una formulación inteligente tanto en cómo se hacen las leyes, cómo se presentan, cómo se manejan los medios de comunicación… Avanzar lo más posible sin que sea provocador, sin que haya jactancia. Porque al inicio del Gobierno hubo gente que se jactó diciendo que se cambiarían las cosas y eso enloqueció a la derecha y la dispuso para parar el proceso.

-¿Quiénes se jactaron?
-Los comunistas y un sector del Frente Amplio. Usaron un lenguaje innecesario, diciendo que iban a hacer cosas que no tenían seguridad de poder hacer, porque no contaban con la mayoría. Había que trabajarlas, buscar a los socialistas, al PPD, a los independientes de izquierda, no dar la impresión de que iban a cambiar al país.

-Actuaron con la confianza que les dio el porcentaje de votos sacados en la presidencial.
-¡¿Qué cantidad?! Los votos que sacó Boric son los mismos que sacó el Apruebo. Una cantidad importante cuando votaba poca gente. Todo el resto votó Rechazo. Nosotros sacamos los mismos votos de la elección presidencial. Un error pensar que, por ser 100 y con eso ser mayoría, iban a hacer como si fueran 200. Y la derecha es maestra en saber cuánto pesa cada uno y qué poder tienen ellos.

-¿Cuánta responsabilidad de eso hay en el Presidente?
-Poca, aunque hubo formas retóricas que ayudaron a acompañar ese punto débil. Pero ese punto débil fue básicamente de un sector del Frente Amplio (FA) y del Partido Comunista (PC). Y aunque hubo gente muy razonable a ambos lados, con mucha experiencia, que sabían que eso no era bueno, no tuvieron la fuerza para imponer esa postura.

-¿Falta de experiencia… factor juventud?
-No tiene que ver con la juventud. Chile ha tenido expresiones de su juventud muy transformadora, pero al mismo tiempo muy realista. Nuestro Presidente es de gran realismo, gran criterio para saber qué y cómo debe decir las cosas. Y qué no debe decir. Él habla para construir mayorías.

-Entonces el problema está a su alrededor…
-En los sectores más voluntaristas del FA y del PC. Ahí están las fallas tácticas de los seis primeros meses de Gobierno.

-¿Cómo enmendar el camino?
-Estableciendo un razonamiento que las izquierdas maduras tienen. Hay que hacer lo que se pueda y estudiar cómo lograrlo. Es un proceso largo. En eso el Partido Comunista es muy confiable.

Mi amigo Presidente

Luis Maira y Gabriel Boric comparten haber sido con décadas de distancia– estudiantes de Derecho de la Universidad de Chile y presidentes de la Fech. El primero fundó la Izquierda Cristiana y luego PAIS; el segundo, Convergencia Social (CS) y participó en la creación del Frente Amplio (FA). Sin embargo, el primer contacto entre ambos se dio en el marco de un debate con el sociólogo Carlos Ruiz, uno de los inspiradores del FA y del Presidente Boric. Luego se siguieron viendo a través de Margarita, su hija menor, parte también del Frente Amplio, quien más adelante se convirtió en pareja de Boric. De esta manera, la amistad Maira-Boric, suegro-yerno, se fue afiatando y consolidando al punto de que sobrevivió al quiebre de la relación con su hija y tomó rumbo propio.

Antes de convertirse en Primer Mandatario, era habitual que se juntaran a almorzar y “seguir de largo conversando hasta empezada la noche”. Hoy los encuentros son más acotados y esporádicos. A pesar de la estrecha agenda, Boric se las ha arreglado para llegar hasta el departamento de Maira, comitiva de seguridad incluida, durante los últimos meses. “Todo depende del tiempo. Si es de noche le preparo el Bloody Mary que le gusta y cocino. Más bien caliento cosas congeladas. Hoy hay que tener soluciones rápidas porque el tiempo es para hacer política, no para pelar papas. Y mientras estamos en la cocina él ayuda, conversamos y luego seguimos hablando mientras comemos”.

Aclara que no hablan de contingencia ni de temas gubernamentales.

“El Presidente es una persona con la que converso. Nunca he hablado de política con él en términos de lo que hay que hacer o darle consejos, eso jamás. Hablamos de temas generales: la situación de la gran minería, del cobre, de las empresas, las cooperativas, los grupos más pequeños de empresarios que no tienen un capital suficiente…”, cuenta.

-Antes de que fuera candidato, ¿hablaban de lo mismo?
-Hablamos siempre de historia. Le interesaba saber qué había pasado en temas precisos. Por ejemplo, yo participé en el movimiento del 2 de abril de 1957. Él quería conocer sobre eso, qué se había hecho. Quería saber también sobre el Gobierno de la UP en voz de quienes lo experimentamos y estamos vivos. Escuchó mucho y sacó sus propias conclusiones. Yo lo ayudé en eso, actué como interlocutor. Hoy está muy interesado en América Latina, en lo que está pasando. Quiere ver hasta dónde es cierto qué se está produciendo un cambio. En la última reunión estaba muy interesado en el triunfo de la izquierda en Colombia. Sabe que Colombia la conozco como la palma de mi mano. Estuve 4 años trabajando allá, apoyando en el proceso de paz.

-¿Ve al Presidente Boric pasando a la historia de Chile, de qué manera?
-Depende de cómo lo haga. Si quisiera, él podría ser Presidente en 20 años más. Va a tener recién 56 años, que es menos de lo que han tenido la mayoría de los presidentes que conocemos. O sea, le queda mucho, por lo mismo hay que cuidarlo, para que esta experiencia que es tan importante no termine en un fracaso que lo hunda. O que sea un recuerdo y se diga: “Ese dirigente que apareció, ganó las elecciones, que se equivocó y volvió a Punta Arenas…”, que es el destino de un político cuando las cosas no le funcionan. Y si le resultan irá creciendo y se instalará como una figura nacional y ya no lo sacarán más, como Allende que perdía las elecciones, pero seguía convertido en una de las figuras políticas del país, con las puertas abiertas. Es muy importante para Gabriel cómo haga las cosas y cómo salga de este proceso, logrando buenos resultados y consolidando su imagen de estadista, porque le va a servir –yo ya no voy a estar– a la gente que viene. Él podrá ayudar por mucho tiempo y también sus compañeros de generación, porque de este Gobierno podrán salir muchos buenos ministros, gobernadores, congresistas para el futuro. Es muy distinto ser diputado o senador de oposición que ser ministro y trabajar desde dentro, defender un proyecto de gobierno. Uno aprende mucho.

-En ese sentido, ¿el equipo que tiene lo acompaña?
-Quedó mejor después del cambio de gabinete. Tengo la mejor opinión de la doctora (Izkia) Siches, es una mujer extremadamente inteligente, que manejó con gran habilidad y pavimentó un camino de largo plazo para la salud chilena en el Colegio Médico, pero no conocía el Ministerio del Interior, que es el de máxima experiencia porque coordina todo lo político y al Gobierno. Podría haber tenido asesores que la ayudaran, pero en aprender se iba a demorar dos años. Era mejor ponerla en el Ministerio de Salud, donde domina y conoce todo, que fuera como fue Michelle (Bachelet), una gran ministra de Salud y de ahí, cuando estuviera posicionada, con experiencia, pasar a Interior o quizá hasta ser candidata a la Presidencia en cuatro años más. Pero no era el momento de ponerla en Interior, porque la iban hundir y así fue. La sacrificaron.

-¿Responsabilidad del Presidente?
-Él la eligió, no hay duda. Era la que tenía mejor imagen política…

 

El futuro de la izquierda

Cuando Luis Maira cumplió 60 años, se dio unos días para reflexionar sobre su vida, el futuro y el retiro. “Pensé en las cosas que estaba haciendo y que después no iba a poder hacer bien. Lo primero que decidí fue que después de los 67 no sería candidato a nada y que el límite para tomar cargos serían los 72 años. Cuando ganó Michelle (Bachelet) por segunda vez, era el coordinador del programa, pero no opté a ningún cargo. Tomé la determinación de trabajar en cosas académicas, no estaba en edad de seguir desempeñándome. Yo fui ministro y sé que se trabaja de lunes a domingo, hay que ir a terreno, pasar lejos de la casa la mayor parte de los fines de semana… Es un trabajo extenuante, no tienes ni un día libre”.

-¿Decidió algo más?
-No aceptar puestos de dirección en el partido, porque a veces uno no tiene ningún cargo público, ninguna responsabilidad, pero es el secretario general o integra la comisión política y tiene que estar decidiendo cosas… Trabajando harto.

-¿Sigue siendo militante?
-Militante de base soy siempre y hago, para los que están en posiciones de poder, todas las cosas concretas que me piden: un memorándum, que revise una ley, que vaya a una reunión. Si hay que ir a almorzar con un visitante extranjero que es amigo mío y pidió verme, voy también. Todo eso lo hago, todo lo que no sea tener cargo ni posiciones permanentes.

-¿Y todo esto (muchos papeles sobre la mesa) qué es?
-Son actividades puntuales, no son para un ministro, ni por un cargo ni por una función. Por ejemplo, gente de una región que quiere hablar conmigo, quieren que vea su proyecto. Cuando están en campaña ayudo a revisar el programa de gobierno, no lo hago ya, no soy de los que dirige, pero voy a las reuniones temáticas, doy mi opinión, aconsejo, converso con determinada gente o ayudo leyendo algunos documentos, cada vez cosas más sueltas.

Detiene la frase y toma un libro de 820 páginas que está leyendo y me lo enseña: “Y leo harto. Este lo estoy leyendo ahora y justo coincidió con los nuevos tiempos en Italia. Es M: el hijo del siglo, de Antonio Scurati. Está lleno de detalles, es espléndido para entender a Mussolini y al fascismo italiano, que fue el primer fascismo, 11 años antes que Hitler y el nacionalsocialismo alemán”.

-Son momentos históricos distintos, pero ¿se puede hacer un paralelo entre el movimiento transformador que deseaba la UP con el que quería llevar a cabo el FA?
-Muy difícil de comparar, porque la época de la UP era plena Guerra Fría y lo que querían las izquierdas entonces era construir el socialismo. La frase «construir el socialismo» no la vas oír ahora ni en voz del más puntudo, porque el socialismo se acabó con la Unión Soviética.

-¿Tendrá que venir alguna experiencia que reponga el socialismo?
-Hoy las experiencias progresistas son aplicar políticas públicas avanzadas. Es lo que hace la izquierda cuando gana. ¿Qué sociedad nueva se ha construido después del fin de la URSS y de todos los modelos de distinto tipo comunistas que ha habido? ¡Ninguna! Los gobiernos de izquierda quieren mejorar la salud, la vivienda, ver la previsión, que la gente tenga mejor sueldo, eso es ser de izquierda hoy día: administrar la sociedad existente humanizándola y creando cosas que les sirvan a los más pobres. Construir una sociedad donde manden los pobres, eso ya no está en la agenda.

Cambió todo, no hay nadie que proponga eso. Los buenos políticos son los que entienden la realidad, en ese sentido Boric es un buen político porque no está por cambiar el capitalismo, está por hacer cosas importantes para el pueblo, humanizando un poco el capitalismo. El capitalismo se impuso por mucho tiempo. Entiendo que a otros les tocará la suerte de poder cambiarlo, pero no a nosotros.

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