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Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (o “no la vimos venir”… de nuevo) Opinión Crédito: Agencia Uno

Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (o “no la vimos venir”… de nuevo)

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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En estas últimas semanas hemos visto la abismante distancia del mundo político –y algunos medios de comunicación– con los(as) ciudadanos(as). Y el espectáculo ha dado vergüenza ajena. Olvidaron que la gente (y no los delincuentes) exigió en la calle un cambio de Constitución –incluido el acuerdo del 15/N y que obligó a un reacio Piñera a llamar a un plebiscito–. Olvidaron, también, el resultado del referendo de entrada y las demandas sociales –según encuesta de la UAB, un 83% considera que NO se ha dado respuesta a las exigencias del 18-O–.


Es extraño el fenómeno que estamos viviendo en Chile. Si uno revisa la prensa de hace apenas tres años y la compara con la actual, pareciera que el proceso político social que empezó el 18 de octubre no hubiera existido o solo se redujera a la lamentable violencia que desató un grupo pequeño de anarquistas –que no responden a nadie– y que luego capitalizó la delincuencia. La prensa recordando –con dramáticas imágenes– los saqueos y barricadas, mezclado esto con los portonazos de hoy; algunos intelectuales planteando que ellos estuvieron en contra del estallido –a lo mejor lo dijeron en privado…–; la derecha diciendo que no hay nada que celebrar y el Gobierno enredado en su propio relato; políticos de todos los colores renegando de sus declaraciones de 2019; y en redes sociales, las críticas al 18-O en trending topic.

Es como si nadie hubiera salido, pacíficamente, a copar las calles y plazas del país, con pancartas que pedían igualdad, mejores pensiones, salud y educación, menos colusión y más distribución. También parece que nuestros políticos olvidaron la marcha de millones de santiaguinos el 25 de octubre de 2019 –que se replicó en todas las regiones del país–, en que solo se permitía la bandera de los Pueblos Originarios, vaya paradoja, y donde las personas concurrían en familia para pedir un cambio. Tanto es así, que incluso el ex Presidente Piñera y su entonces ministra vocera, señalaron que adherían a la convocatoria, lo que despertó burlas y críticas en RRSS. Pero nuestra elite lo olvidó o pareciera querer olvidarlo. Una amnesia que se repite una y otra vez en la historia política chilena.

Pareciera que un extraño fenómeno hubiera provocado una amnesia colectiva. ¿Tan mal estamos como sociedad para que, cada cierto tiempo, olvidemos todo, dejando espacio a que los ciclos se repitan una y otra vez? La semana pasada, una candidata a una federación universitaria llegó a decir que consideraba más nefasto el estallido del 18-O que el golpe militar que derivó en una dictadura de 17 años, 3 mil desaparecidos, torturas, exiliados, diez años de toque de queda, falta de libertad, clausura del Congreso, entre otras tragedias. Con la sensación ambiente que se ha generado, posterior al plebiscito, es probable que la amnesia se extienda al golpe de Estado. Qué grave, para una sociedad, esta pérdida de memoria súbita que parece condenarnos eternamente.

Pero, así como en la notable película protagonizada por Jim Carrey, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, la misma historia se encarga de traernos destellos que nos obligan a enfrentarnos, aunque nos cueste o incluso nos duela, con nosotros mismos. Creo que existe un diagnóstico claro entre los(as) chilenos(as) de que la violencia se apoderó de la legítima protesta social y, también, que todos y todas la rechazamos enérgicamente. Basta de saqueadores y destructores. Esa gente, simplemente son delincuentes. Punto. Y es responsabilidad del Estado –Gobierno, Carabineros, Justicia– actuar con energía y fuerza. Pero distinto es tratar de asociar las masivas movilizaciones pacíficas y las legítimas demandas ciudadanas surgidas el 2019 con la violencia y barbarie de unos pocos, que, por lo demás, expresan sus conductas anómicas en los estadios, recitales y cualquier evento. En 2015, 2019 o 2022.

En estas últimas semanas hemos visto la abismante distancia del mundo político –y algunos medios de comunicación– con los(as) ciudadanos(as). Y el espectáculo ha dado vergüenza ajena. Olvidaron que la gente (y no los delincuentes) exigió en la calle un cambio de Constitución –incluido el acuerdo del 15/N y que obligó a un reacio Piñera a llamar a un plebiscito–. Olvidaron, también, el resultado del referendo de entrada y las demandas sociales –según encuesta de la UAB, un 83% considera que NO se ha dado respuesta a las exigencias del 18-O–.

Y la amnesia de nuestra clase política parece ir en aumento. Olvidaron que la gente no aceptaba en las marchas las banderas de los partidos –de todos los colores–, que en la elección de convencionales los partidos fueron arrasados y que hoy estos ocupan el último lugar entre las instituciones evaluadas. Olvidaron, además, que la gente rechazó con un 80% una Convención en que participaran parlamentarios en la redacción de la nueva Constitución. Hoy llevamos más de un mes sin que los partidos, diputados y senadores se pongan de acuerdo acerca de cómo seguir adelante con el proceso constituyente –¿qué pensará la gente de esto?–, pero sí tenemos claro que quieren que el Senado actúe como “juez y parte” del proceso –es decir, que, aunque una Convención decida algo, ellos puedan cambiarlo antes de ser plebiscitado… sí, leyó bien–.

Todo parece indicar que, nuevamente, se empieza a acumular energía en los(as) ciudadanos(as), porque a las demandas sociales pendientes –de las que se tomó conciencia en 2019– se suman la delincuencia, La Araucanía, migración –a la mala gestión del Gobierno se añade el arrastre de las dos administraciones anteriores– y la inflación –un problema mundial–. Pero, tranquilos, cuando venga esa nueva explosión social, nuestros políticos volverán a quedar en blanco, volverán a irse a una pizzería en medio de las llamas y dirán “no la vimos venir… de nuevo”. Escucharemos, también, a los intelectuales de siempre dando cátedra desde las universidades y escribiendo una nueva tesis, esta vez para explicar lo contrario del libro que presentaron en 2020, teorizando con el comportamiento social en el 18-O.

Por ahora, seguiremos escuchando sus relatos oportunistas, su lectura equivocada del país, sus tuits provocativos y su incapacidad de ponerse de acuerdo. Eterno resplandor de una mente sin recuerdos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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