PAÍS
En este nuevo podcast de «Al límite del colapso», su conductor, Héctor Cossio, conversa con la investigadora Mayarí Castillo, del Centro para el Impacto Socioeconómico de las Políticas Ambientales, acerca del padecimiento social y psicológico de las personas que viven en las zonas de sacrificio y que experimentan permanentes postergaciones a la hora de ser liberados de la contaminación. Esto en el contexto del Plan de Descarbonización del Gobierno, que anunció para el 2024 el retiro de la segunda termoeléctrica en Quintero-Puchuncaví.
Este martes 4 de junio, el Presidente Sebastián Piñera terminó con la espera de uno de los anuncios más importantes en materia medioambiental con miras a la realización en Chile de la Cop25, instancia internacional en que los países miembros debieran comprometerse a acciones concretas y ambiciosas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Piñera finalmente anunció que en los próximos cinco años se cerrarían 8 de las 28 termoeléctricas a carbón que existen en Chile.
Para el gobierno fue un hecho histórico, pero para las organizaciones medioambientales la propuesta deja en evidencia una falta de ambición climática, de audacia, y devela un eventual fracaso de la cumbre del clima en Santiago, ya que con esas medidas, Chile no estaría cumpliendo el compromiso adquirido en el Acuerdo de París de reducir las emisiones al menos en 30 por ciento del 2030.
Pero más allá de los números, la propuesta expresa indiferencia frente a las zonas de sacrificio, y específicamente hacia las personas que viven dentro de ella y que de acuerdo a la nomenclatura del Núcleo Milenio Cesiep, Centro para el Impacto Socioeconómico de las Políticas Ambientales, estas personas experimentan un dolor particular: el sufrimiento ambiental.
