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Termoeléctrica Castilla le pone pesada mochila a la exportación de vinos chilenos

El gigantesco proyecto energético aumentará en un 8% las emisiones anuales de CO2 en nuestro país y limitará lo “verdes” que pueden llegar a ser los vinos chilenos, aumentando su huella de carbono. Lo que disminuye su competitividad en un mercado mundial que valora cada día más la responsabilidad con el medio ambiente y del que Chile es el quinto mayor exportador global.


En un mercado internacional que demanda productos cada vez más “verdes”, la huella de carbono –el rastro en emisiones de CO2 que deja la elaboración de un producto hasta que llega al consumidor– cobra cada día más relevancia y la industria del vino no se quiere quedar atrás. René Merino, presidente de Vinos de Chile –agrupación que representa al 95% del sector, está preocupado por un factor que incide en la huella de carbono de sus productos, pero que está fuera de su control: la electricidad.

Una de las primeras señales que indicó que el mercado estaba cambiando, según Paola Conca –jefa del departamento de comercio sustentable de ProChile– fue una publicación en un medio de comunicación inglés, donde “se llamaba a no consumir cerezas chilenas en Navidad, porque vienen de muy lejos y producen mucho C02”. A la vez, este medio recomendaba consumir productos locales. La tendencia mundial está cambiando y este es un hecho que Merino, gerente general de la Viña Tamaya, conoce, por lo que afirma con preocupación que “hoy en día en nuestras exportaciones a Suecia e Inglaterra están siendo analizadas”.

En Chile la matriz energética es liderada por la generación térmica, luego la hídrica y en muy pequeña medida, las fuentes de energía renovables no contaminantes, como la eólica o la solar. De hecho, un 72% de los proyectos eléctricos ingresados al Sistema de Estudio de Impacto Ambiental (SEIA) entre el 2000 y el 2008, son de centrales termoeléctricas. El problema es que estas tienden a usar el carbón, el combustible fósil más barato y el más contaminante.

Un 10% de la huella de carbono de los vinos corresponde al uso de electricidad, según Alejandro Sánchez, director de proyectos para América Latina de Green Solutions –dedicados a certificar empresas como Carbon Neutral, ayudándolas a ser parte del “Mercado verde” mundial. Sánchez afirma que “si se utilizara gas natural en vez de carbón, como combustible en las centrales termoeléctricas, eso podría significar un 5% menos en la huella de carbono”.

La preocupación de los exportadores de vino, surge tras el polémico proyecto de la central termoeléctrica Castilla, que sería la termoeléctrica a carbón más grande de Sudamérica, con una inversión de cuatro mil cuatrocientos millones de dólares y que comprende la construcción de 6 centrales termoeléctricas a carbón –el combustible fósil más contaminante en la actualidad – y dos a petróleo, contribuyendo con 4,9 millones de toneladas de CO2 al año. Este mega proyecto, del empresario brasilero Eike Batista, pretende instalarse en la Región de Atacama y abastecería al Sistema Interconectado Central (SIC), que provee de energía al país desde la III a la X Región.

Tendencia mundial hacia productos verdes

El etiquetado que señala la huella de carbono del producto es cada vez más usual en países de Europa, donde un 72% de los consumidores quiere  una etiqueta con la cantidad de CO2 que produjo el producto, como afirma Paola Conca, encargada de medio ambiente de ProChile. A la vez, René Merino tiene la convicción de que “el tema de la huella de carbono y la sustentabilidad están ya presentes en los principales mercados de los países desarrollados. Esto va a ser parte de las exigencias y probablemente, va a significar un mayor costo para nosotros y para el consumidor final, lo que nos hace menos competitivos”.

[cita]René Merino, presidente de Vinos de Chile: “Nosotros estamos convencidos que en el mediano-largo plazo las trabas del comercio van a ir más por los temas de sustentabilidad, huella de carbono, huella del agua y responsabilidad social. Por eso estamos preocupados”.[/cita]

De hecho, en Francia el presidente Nicolás Sarkozy quiere colocar un “impuesto carbono”, castigando a aquellos productos que poseen una huella de carbono mayor. Aunque este punto está postergado y Conca, de ProChile, afirma que “no tiene el suficiente apoyo para ser aprobado”.

Pero la tendencia es clara. Estados Unidos, Japón y países de Europa, han realizado pruebas piloto de etiquetado y como afirma Conca “el mercado está demandando productos con bajo contenido de carbono y esto ha significado que países de la Unión Europea, liderados por Inglaterra, se unan a la norma PAS 2050, que especifica cómo medir las emisiones gases efecto invernadero, en productos y servicios”, para colocar una etiqueta con la huella de carbono.

Hoy existe un mercado que prefiere productos certificados como Carbon Neutral, es decir, que no contribuyen al calentamiento global y esto puede ser una ventaja, como afirma Alejandro Sánchez, de Green Solutions: “Tenemos un caso en vinos, que después de certificarlos han duplicado sus ventas en menos de tres meses, teniendo muy buenos resultados en el mercado internacional”.

En el caso de los vinos, lo que más incide en la huella de carbono es el envase, los fertilizantes y su traslado, que en la exportación es bastante largo. Estos factores son controlables por los productores y hay viñas, como la Cono Sur, que posee el 60% de sus productos con botella liviana, tiene un plan de agricultura orgánica y utiliza el barco para transportar sus productos, el medio menos contaminante en la actualidad. Pero a pesar de todos estos esfuerzos, Alejandra Lapostol, analista de control y gestión de Cono Sur, afirma que “la electricidad es el principal contaminante en este minuto. Medimos la huella de carbono desde el campo a la oficina y nos dimos cuenta de esto”. Frente a eso, la viña al no poder controlar la matriz energética del país, optará por buscar eficiencia energética, a través de la implementación de termopaneles y tragaluces, dentro de otras cosas.

En la actualidad, el proyecto central termoeléctrica Castilla, implica la generación de 2.350MW para el SIC y el aumento de un 8% en las emisiones de CO2 anuales del país. La matriz energética nacional se hará más dependiente de este tipo de energía y “significará una mayor tasa de emisión de CO2 por cada unidad de electricidad producida y consumida”, como afirma Sergio González, investigador de INIA-La Platina, que trabaja sobre las áreas hortofrutícolas y del medio ambiente.

La tendencia mundial apunta a un mercado verde, como afirma Merino, presidente de Vinos de Chile: “Nosotros estamos convencidos que en el mediano-largo plazo las trabas del comercio van a ir más por los temas de sustentabilidad, huella de carbono, huella del agua y responsabilidad social. Por eso estamos preocupados». Pero la matriz energética en Chile pone el límite, a lo verdes que pueden llegar a ser los productos chilenos.

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