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El lobby de Microsoft en un mercado de 36 mil millones de pesos y la pérdida de inocencia del diputado Vlado Mirosevic

El lobby de Microsoft en un mercado de 36 mil millones de pesos y la pérdida de inocencia del diputado Vlado Mirosevic

En juego estaban los miles de millones de pesos que el Estado gasta por año en licencias de softwares. Un reportaje de la Revista Sábado de El Mercurio revela cómo cinco parlamentarios de la Nueva Mayoría cambiaron de opinión en menos de 24 horas y el rol que jugaron los diputados Daniel Farcas y Jorge Insunza. El impacto se sintió en el protocolo de Reforma Tributaria que este martes se vota en la Sala del Senado.


Un extenso reportaje de la Revista Sábado, acompañado de una entrevista al diputado Vlado Mirosevic, revela el lobby de Microsoft para mantener control del mercado de software en el aparato del Estado.

En juego estaban 36 mil millones de pesos que el Estado gasta por año en licencias de softwares. La cifra no incluye las consultorías asociadas a las ventas. El reportaje muestra cómo cinco parlamentarios de la Nueva Mayoría cambiaron de opinión en menos de 24 horas y el rol clave que jugaron los diputados Daniel Farcas y Jorge Insunza. El impacto se sintió en el protocolo de Reforma Tributaria que este martes se vota en la Sala del Senado.

Vlado Mirosevic, parte de la bancada estudiantil y sin experiencia en el Parlamento, presentó un proyecto de ley en que, de acuerdo al artículo, solicitaba que los órganos del Estado consideraran la conveniencia de comprar un software libre en lugar de uno patentado, «y que cuando un organismo eligiera pagar, lo justificase por escrito».

Recibió de inmediato el apoyo de Gabriel Boric y Giorgio Jackson. La bancada estudiantil entiende el concepto de desarrollo colectivo, «que hay millones de usuarios en el mundo que se dedican a mejorar el programa y que liberan los avances sin costo», como se señala en el reportaje.

En la entrevista, el diputado Mirosevic relata que en el poco tiempo que llevaban en el Congreso se dieron cuenta de que muchos de sus colegas no entienden ni saben lo que votan, que simplemente siguen lo que vota otro de su partido, por lo que se aseguraron de que al menos uno de cada bancada los apoyara.

Al poco tiempo de haber presentado el proyecto, su jefe de gabinete recibió un pedido de reunión de Microsoft.

El diputado de Arica lo entendió como su primer lobby.

A los dos días, según Revista Sábado, Alex Pessó, gerente de asuntos legales y corporativos de Microsoft, lo fue a visitar al Congreso. Con él vinieron un representante de Gech y Acti, asociaciones que reúnen a los pequeños desarrolladores de programas.

El reportaje revela que la reunión duró 45 minutos y que en ella el abogado de Microsoft citó un estudio de la U. Católica, defendió la neutralidad tecnológica del Estado y expuso una serie de argumentos en contra del proyecto presentado por Mirosevic.

De acuerdo a la Revista Sábado, el diputado respondió que el actual escenario de neutralidad no es tal, porque la mayoría de las veces se opta por un software con licencia; es decir, por Microsoft, y que en este caso el Estado debiese velar por el bien público: buen servicio y ahorrar.

El medio añade que Microsoft reconoció la reunión, pero no quiso participar del reportaje.

Voto en la Cámara de Diputados

Seis semanas después de la reunión, el 3 de junio, a las 12:43 horas, comenzó la discusión del proyecto de Mirosevic.

El diputado de Arica refiere en la nota que «la mitad de la gente no tenía idea de qué estábamos hablando. No digo del concepto software libre, más bien de los softwares, pero como habíamos calculado, el resto siguió a los que sí habían entendido».

El resultado fue un éxito: 64 a favor, 12 abstenciones y uno en contra, el PPD Daniel Farcas.

Mirosevic pensó que había ya ganado la guerra. «Me cerró todo. Tenía que ver con mi ideología y además producía un bien tangible. Significaba que yo ahí podía hacer algún tipo de diferencia medible», explica en la nota.

Sin embargo, en menos de 24 horas, Mirosevic se daría cuenta de que había perdido la inocencia.

El reportaje cuenta que al día siguiente llegó al Congreso, revisó la lista de iniciativas a votar y leyó un proyecto que anulaba completamente lo que se había aprobado el día anterior, y la mano de Microsoft era evidente. Hasta citaba el estudio de la UC y el resto de las razones que había mencionado el abogado de la empresa en la reunión con Mirosevic.

El proyecto lo firmaba Daniel Farcas y había sido ingresado un día después del proyecto de Mirosevic. De acuerdo al reportaje, lo firmaban otros nueve diputados de la Nueva Mayoría, entre ellos cinco que el día anterior habían votado todo lo contrario. Sus nombres: Daniella Cicardini, Jorge Insunza, Cristina Girardi, Marcela Hernando y Yasna Provoste.

El proyecto de Farcas ganó con 39 votos a favor, 5 abstenciones y 16 en contra.

Insunza, que antes de volver al Congreso trabajaba en Imaginacción, la empresa de comunicaciones estratégicas y lobby de Enrique Correa, explica –en el mismo medio– que no ve el proyecto como contrario al de Mirosevic.

El reportaje de Sábado expone que, luego de la derrota, el jefe de gabinete de Mirosevic fue a la oficina de Farcas, a pedirle explicaciones. «Me dijo: no te piquís, perrito. Se lo dimos vuelta», cuenta.

Farcas explica que presentó el proyecto para resguardar los derechos de los pequeños programadores y que se equivocó al votar; «debí votar a favor de el de Vlado también», señala.

Mirosevic revela en la entrevista que esa tarde perdió la inocencia.

«-¿Por qué?

-Porque Microsoft nos violó».

Y, para peor, de acuerdo a su versión, afirma que esa violación «terminó en embarazo».

La página 4, artículo 14, último punto, del protocolo de la Reforma Tributaria, dice que «se establecerá exención de tasa de impuesto adicional por servicios de publicidad y uso y suscripción de plataforma de servicios tecnológicos de internet a empresas acogidas en el artículo 14».

El diputado Mirosevic explica que lo que propone «es un beneficio tributario a las empresas que usen los softwares patentados. Fomenta a comprarlos y el Estado, en vez de ahorrar, termina subvencionándolos».

Dice que era lo único específico en un protocolo muy general.

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