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Las cifras en educación no solo describen, duelen


Estamos a 20 de marzo, no ha pasado el primer mes de clases, y el profesor de matemáticas renunció. Se viene un año difícil parece, digo en la sala de profesores. Nada nuevo me dice el profesor de física. Veo que mis estudiantes sin su profesor de matemática pasan 8 horas de la semana “viendo” el cuaderno, el techo o la ventana, tratando de hacer los ejercicios del libro que les entrega el profesor que a esa hora le toca “cuidarlos”.

Durante el año 2012 y 2013 trabajé realizando clases de historia en un colegio municipal y este hecho lamentablemente fue muy recurrente. Lo más triste es que es esperable, pues según el informe de “Preparación de maestros y líderes escolares para el siglo XXI”, de la OCDE, señala que la escasez de profesores en Ciencias y Matemática en Chile llega al 35%, y que nuestro país figura entre los cinco países con el índice más alto.

En promedio, el déficit entre las naciones que integran la organización es inferior al 20%. La cifra es reveladora, y es peor al pensar que ese déficit corre para todo los contextos, lo que hace menos probable que llegara pronto al colegio ese preciado profesor de matemáticas, pues el colegio tiene el apellido de vulnerable.

Pero en ese semestre, ese 35% de déficit no solo se hizo patente, si no que dolió. Porque duele. Duelen los cuatro meses de improvisación durante el tiempo en que tardó en llegar el nuevo profesor, duelen las 128 horas que se perdieron y que incrementaron la cuenta de ahorro de la brecha, ese tiempo que avanza sin contemplación y que deja a los estudiantes atrás, pues esto ya les había ocurrido varias veces, por lo que tienen un capital de brecha acumulado y que quedó en evidencia cuando intentando hacer una clase de repaso en mi horario de “planificación”, Germán, alumno de 8° básico, me dijo al oído su secreto “no profe, no sé restar con reserva”, y pensé inmediatamente, entonces Germán no sabe restar, en octavo básico.

Nuevamente el dolor se agudizó, no por el hecho de que no supiera restar, sino que me lo revelara como su defecto doloso y que este hecho da cuenta de todas las otras habilidades que no ha podido desarrollar por callar este “secreto”. Mirando hacia atrás, nuevamente esto no me sorprende porque según otra publicación de la OCDE (Education at a Glance) en Chile más del 40% de los estudiantes no alcanza el nivel 2 de aprendizaje, que representa un umbral mínimo para desenvolverse en la sociedad, pero esta cifra sí que duele cuando conoces el rostro del estudiante que lleva esa carga.

Pero ¿por qué no aguantan los profesores y renuncian a las pocas semanas? La misma pregunta me dio la respuesta: TODOS, incluyendo estudiantes, profesores, directivos, asistentes y familia, están aguantando. Es decir, y según la definición de la RAE, en las escuelas están “soportando, tolerando a alguien o algo molesto o desagradable”. ¿Qué es lo molesto? ¿Qué es eso tan desagradable que algunos profesores aguantan y otros no?

Poner estos temas con nombre y contexto dan realidad y urgencia a la discusión de las reformas educativas, pues mientras se discuten e implementan los cambios, hay miles de niños, familias y profesores, que están adoloridos y soportando. Pero también quiero trasmitir esperanza y urgencia en estas líneas, porque “SIGUEN”, siguen ahí, profesores y estudiantes esperando que su realidad movilice a toda la sociedad para llegar a consensos y poner en el centro de las reformas a nuestros estudiantes y maestros.

Si bien hay vientos de cambios esperanzadores y los profesores y estudiantes siguen ahí con todas las dificultades señaladas, es urgente no olvidar que ya se han perdido demasiadas horas, días y meses esperando, esperando pasar de la cultura del “aguantar” a movilizar su presente.

Hoy tenemos una gran oportunidad con el proyecto de ley que crea el Sistema de Desarrollo Profesional Docente, pero preliminarmente cabe señalar que no se hace cargo de la brecha académica, ni se ven verdaderos incentivos para ir como primera opción a contextos vulnerables. Entre otras cosas, tampoco se aborda adecuadamente la educación técnico profesional, que termina siendo nuevamente el hermano pobre de la reforma.

Confío en que estas deficiencias del proyecto puedan ser subsadas en el proceso y que se legisle por todos aquellos estudiantes, profesores y apoderados que han esperado por tanto tiempo sin rendirse, aguantando.

Pamela Meléndez Madariaga
Coordinadora de Políticas Públicas, Alumni Enseña Chile​

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