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Agustín Edwards del Río se alinea con el empresariado y sale a criticar la reforma laboral

Agustín Edwards del Río se alinea con el empresariado y sale a criticar la reforma laboral

El director de Las Últimas Noticias usa el diario que controla también su familia para describir el proyecto de ley del Gobierno como «lamentable» y producto de «una izquierda que solo es capaz de mirar los temas desde la lógica del conflicto y para la cual solo existen juegos de suma cero».


A pesar de tener una de las tribunas más populares de Chile, el director de Las Últimas Noticias prefirió la de El Mercurio para hacer pública sus duras críticas a la Reforma Laboral.

Debe haber sido un trámite fácil para Agustín Edwards del Río. Mal que mal, El Mercurio es de su padre y su hermano Cristián es quien maneja la parte comercial del diario.

En su columna describe el proyecto de ley del Gobierno como «lamentable» y producto de «una izquierda que solo es capaz de mirar los temas desde la lógica del conflicto y para la cual solo existen juegos de suma cero. Qué pena para nuestro país que ella esté aferrada a un debate ideológico, sin abordar los desafíos de nuestra era».

Agrega que «los trabajadores de Chile tienen desafíos más importantes que enfrentar. Son tantas las industrias que necesitan reinventarse para sobrevivir en la transición desde el ‘mundo físico’ al ‘mundo digital’. Qué ganas de que un proyecto para modernizar las relaciones laborales propusiera ideas modernas…».

Critica que, a pesar de tener ventajas, el movimiento sindical «no es capaz de aumentar democráticamente el porcentaje de chilenos afiliados a un sindicato, teniendo todas las facilidades para ello».

Afirma que el proyecto de ley se preocupa solo del 11.2% que está sindicalizado y «es por ello que se pretende aumentar esta cifra artificial e inconstitucionalmente por la vía de una sindicalización claramente obligatoria».

Tiene duras palabras en contra de la prohibición del «reemplazo en huelga» con personal interno de la empresa y señala que eso va a permitir que 25 personas paralicen una fábrica, y que pequeños sindicatos paren grandes sectores de la economía.

Afirma que el proyecto podría haber sido usado para «modernizar las relaciones laborales», con ideas modernas. «Por ejemplo, que permitieran que el presidente del sindicato de una empresa fuese un experto externo no politizado (como los directores de las AFP), contratado para dicha labor, que contara con el respeto y la aprobación de todos los involucrados y pudiera firmar acuerdos vinculantes». O permitir que personas técnicamente capacitadas (profesionales universitarios, quizás) «pudiesen voluntariamente renunciar a todos los ‘derechos adquiridos’ (feriados irrenunciables, horarios rígidos, etcétera), y negociar un contrato laboral novedoso, que incluyese capacitación en el extranjero, tres días de la semana trabajando desde la casa, horarios flexibles».

Y remata con lo siguiente: «Qué distinto sería nuestro país si nuestras directivas sindicales abandonaran la lógica del conflicto y se sumaran al reto de convertir las dificultades del presente en oportunidades para el futuro».

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