Ayer el ente emisor decidió mantener la TPM en 3%, pero “de manera inédita” introdujo un sesgo contractivo, mandando clara señal de que probablemente en octubre comience a retirar estímulo monetario. Santander y BBVA dicen que sería una decisión equivocada.
El Banco Central amenazaba con sorprender, pero al final hizo lo que el consenso de los economistas anticipó: mantuvo la Tasa de Política Monetaria (TPM) en 3% por onceavo mes consecutivo pero, en lo que el BCI describió como acción “inédita”, introdujo un sesgo constructivo, prácticamente asegurando que en octubre –por primera vez en 44 meses– subirá las tasas.
La medida ocurriría cuando la economía está en medio de una fuerte desaceleración y con la inversión en terreno negativo por 8 trimestres consecutivos.
Ya en el IPoM de septiembre el Consejo del BC lo advirtió.
Tanto el Santander Chile como el BBVA estiman que un alza en la TPM sería un error.
“El BC se alista a retirar estímulo monetario, justo cuando parece ser más necesario”, dijo el BBVA en su informe, agregando que la evaluación que realiza el ente emisor “apuntaría a que deberíamos considerar entre 50 y 75 pb. de alzas durante los próximos meses, cuyo efecto sobre inflación será nulo o acotado, pero podría ser significativo sobre actividad/demanda, reafirmando nuestro sesgo negativo para la actividad en 2016”.
El Santander estima que el BC debería mantener la TPM “inalterada por un período prologando de tiempo, ya que el bajo dinamismo de la demanda interna, un escenario internacional volátil, costos de financiamiento al alza y una ralentización de sector externo ponen presiones bajistas a la actividad económica interna en el mediano plazo”, aunque dice que el cambio de sesgo es razonable, dada una inflación persistentemente alta y sus efectos sobre las expectativas que amenazarían con desanclarlas.
Cabe recordar que la inflación anual tocó 5% anual en agosto y lleva 17 meses por encima del rango meta de 3%.
El informe del Santander agrega que los próximos movimientos dependerán principalmente de los próximos datos de inflación, “aunque estimamos que no se pueden dejar de lado en el análisis la baja actividad interna y el empeoramiento del escenario externo, en particular, si los fenómenos inflacionarios en el país obedecen a factores puntuales, y no a una economía que está sobrecalentada o experimentando presiones en los precios por el lado de la demanda”.
El análisis tanto del BBVA como del Santander es que el brote inflacionario es puntual y consecuencia de la fuerte depreciación del peso, algo que estaría estabilizándose.
El equipo de Sergio Lehmann en el BCI concuerda hasta cierto punto, pero dice que el IPC de agosto “elevó las expectativas respecto a un pronto retiro de estímulo monetario, acorde con el supuesto de trabajo expuesto en el IPoM de septiembre, y el cambio del sesgo hacia una política monetaria más ajustada eleva la opción para que esto ocurra en el corto plazo”. Y añade que “la permanencia de elevados registros de precios para los próximos meses ha elevado los riesgos de un desanclaje de expectativas inflacionarias”
Señala que los precios de activos financieros “se encuentran sobre el centro del rango meta en su lectura a 2 años. Junto con esto, las cifras de actividad no muestran un cambio de tendencia, aunque bajas base de comparación podrían impulsar acotadamente los registros de actividad en adelante, disminuyendo la brecha de capacidad respecto al PIB potencial, que el BCCh ha situado en 3,5%”.
En su comunicado de ayer, el Banco Central reconoció los riesgos provenientes desde China, Brasil y del proceso de normalización monetaria en EE.UU., lo que aumenta los riesgos de nuevas salidas de flujos desde economías emergentes y nuevas alzas en tipo de cambio local.