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Que el crecimiento vuelva a ser prioridad

«Otro tema que nos preocupa y que significa un riesgo para el crecimiento del próximo año son los ajustes en curso y los que vendrán en el sector minero, como consecuencia de la fuerte caída del precio del cobre. En lo que va del año, empresas importantes del sector como Escondida, Collahuasi y El Abra han anunciado recortes relevantes de producción, que si se mantienen el próximo año, llevarán a que la actividad minera se contraiga en 2016. Los efectos en las industrias anexas a la minería y en los sectores que prestan servicios al sector podrían ser significativos».


Tras dos años de crecimiento en torno a 2% las expectativas de consenso para el próximo año se ubican nuevamente en torno a esa cifra y nosotros, en BBVA, consideramos que ese sería el techo para el crecimiento en 2016. Parece que esta es nuestra nueva realidad. No se trata de ser pesimista porque sí, sino que vemos que la economía se está quedando genuinamente sin motores para crecer el próximo año.

Siendo bien claros, si no hubiese sido por el aumento del gasto público, en 2015 la economía habría crecido apenas sobre 1%. El enorme impulso fiscal que contempló el presupuesto de este año se retirará parcialmente el próximo.

Así, en vez de un crecimiento de 18% en la inversión pública –muy intensiva en mano de obra–, esta se contraerá en 2016, según las cifras del presupuesto que actualmente se discuten en el Congreso.

Si queremos mantener la conducta fiscal responsable que nos ha caracterizado en los últimos quince años, no podemos tener al mismo tiempo un bajo crecimiento del producto de largo plazo –que limita el crecimiento de los ingresos estructurales– y un gasto público creciendo a tasas elevadas. Si bien no es posible desconocer las enormes y diversas necesidades aún insatisfechas de la población que seguirá demandando un rol activo del Estado en diversas materias, tampoco se debe perder de vista que para financiarlas se debe contar con los recursos y para ello es fundamental que la economía crezca.

La inversión privada no se ve mejor aspectada. De acuerdo con las cifras de la Corporación de Bienes de Capital, solo en el segundo trimestre de este año salieron cerca de US$ 5 mil millones de dólares del catastro de inversión privada para el próximo quinquenio. Conocido es el impacto de la incertidumbre asociada al proceso de reformas sobre la inversión, pero se suman también los efectos de un deterioro del escenario externo y de peores condiciones de financiamiento tanto internas como externas.

Con todo, tras dos años de caída, proyectamos que la inversión tendría un crecimiento nulo el próximo año. Las cifras en el margen ya dan cuenta de cierta estabilización, pero todavía estas son muy condicionales a elementos puntuales, como la internación de carros del metro o aviones y el miniboom de la construcción, asociado al incentivo tributario que está por terminar. Con un precio del cobre que se mantiene bajo y sin repunte en la confianza, difícilmente veremos un desempeño mejor de este componente del gasto clave para el crecimiento futuro.

Otro tema que nos preocupa y que significa un riesgo para el crecimiento del próximo año son los ajustes en curso y los que vendrán en el sector minero, como consecuencia de la fuerte caída del precio del cobre. En lo que va del año, empresas importantes del sector como Escondida, Collahuasi y El Abra han anunciado recortes relevantes de producción, que si se mantienen el próximo año, llevarán a que la actividad minera se contraiga en 2016. Los efectos en las industrias anexas a la minería y en los sectores que prestan servicios al sector podrían ser significativos.

En cuanto al consumo de las familias, sus determinantes más importantes –la confianza, la masa salarial y el crédito– no permiten proyectar un crecimiento muy distinto al de este año. Si bien la confianza parece haber detenido su caída, las condiciones de crédito se han puesto más exigentes y el mercado laboral, sin el apoyo de nuevos empleos públicos, se debilitará aún más el próximo año.

Un motor que puede ayudarnos a crecer en 2016 son las exportaciones, pero un tipo de cambio depreciado en términos reales y por sobre sus valores de largo plazo no es suficiente para apoyar un crecimiento robusto de los envíos al exterior, en un contexto en que la demanda mundial se ha mantenido más débil de lo previsto, en especial la del mundo emergente.

Así las cosas, los espacios para seguir retirando el estímulo monetario son muy acotados, ya que la economía seguirá necesitando bajas tasas de interés. Pero esto no será suficiente si las autoridades económicas no cambian rápidamente el foco de sus políticas y decisiones al crecimiento. Tomar en serio e implementar en el corto plazo las propuestas destinadas a mejorar la productividad, estimular la inversión y a aumentar la participación laboral de mujeres y jóvenes, que resultarán de las comisiones organizadas para tal efecto tanto por el gobierno como por el sector privado, será clave para dar señales que permitan mejorar el ánimo de los agentes y recuperar tasas de crecimiento que nos permitan retomar el camino hacia el desarrollo.

Hermann González
Economista Principal BBVA Research

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