El PIB per cápita se disparó, la inflación cayó en más de la mitad y el desempleo bajó en un 25%. A eso hay que sumarle una exitosa reforma tributaria y una laboral, lo que permitió que el gasto social aumentara en un tercio.
A Patricio Aylwin se le va a recordar por haber navegado una transición política que con el paso del tiempo ha sido calificada de ejemplar, pero que en su momento estuvo sometida a presiones de algunos sectores democráticos y a la amenaza de los círculos golpistas.
Pero igual de relevante es el legado económico que deja: el mayor crecimiento en 30 años.
Entre 1990 y 1994 el crecimiento promedio de la economía fue de 7,3%, de acuerdo a las cifras oficiales del Banco Mundial.
Durante esos años el PIB per cápita se disparó, la inflación cayó en más de la mitad y el desempleo bajó en un 25%. A eso hay que sumarle una exitosa reforma tributaria y una laboral, lo que permitió que el gasto social aumentara en un tercio.
El PIB per cápita pasó de US$ 2,492.7 en 1990 a US$ 4,017.9 a finales de 1994. La inflación, en tanto, de casi 27,3% anual a 8,9% y el desempleo cayó de 7,8% cuando asumió en 1990, a 6,5% al final de su mandato.
Joseph Ramos, el destacado economista que ahora preside la Comisión Nacional de Productividad, dijo que “los mejores cuatro años de crecimiento económico que ha tenido Chile en los últimos 30 años, fue en el periodo de Aylwin».
El ejemplar crecimiento, sumado a la reforma tributaria que impulsó el Gobierno, lograron que la recaudación fiscal creciera en forma dramática, lo que permitió que aumentara el gasto social en un tercio (32%). De acuerdo a Diario Financiero, datos de la Dirección de Presupuestos revelan que la reforma implicó un alza promedio de los ingresos fiscales de 14,9% entre 1990 y 1993.
Los hitos de la reforma tributara fueron el cambio de la tributación de utilidades devengadas y el aumento progresivo del impuesto de primera categoría del 10% al 15%, hasta 1993. La reforma también incluyó un incremento progresivo de la tasa del IVA de 15% a 18% .
A Aylwin se le da crédito por haber elegido al economista Alejandro Foxley como ministro de Hacienda. Y fue él quien negoció con la oposición la reforma tributaria y la también exitosa reforma laboral.
