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Fiebre especulativa desenfrenada de materias primas en China empieza a bajar

en raras ocasiones se ha desatado un frenesí tan rápidamente y ha fomentado una negociación tan ferviente como con la fiebre de las materias primas en China en 2016. Durante dos meses vertiginosos, el volumen de negociación diario en los mercados de futuros chinos aumentó al equivalente de US$183.000 millones, superando la negociación durante la burbuja bursátil china del año pasado y haciendo palidecer en comparación los volúmenes de negociación del Nasdaq en el año 2000.


Desde la euforia desenfrenada de los tulipanes holandeses en 1637 a la burbuja punto.com en Estados Unidos a finales del siglo pasado, la historia está plagada de fiebres especulativas que acabaron mal para los inversores.

Pero en raras ocasiones se ha desatado un frenesí tan rápidamente y ha fomentado una negociación tan ferviente como con la fiebre de las materias primas en China en 2016. Durante dos meses vertiginosos, el volumen de negociación diario en los mercados de futuros chinos aumentó al equivalente de US$183.000 millones, superando la negociación durante la burbuja bursátil china del año pasado y haciendo palidecer en comparación los volúmenes de negociación del Nasdaq en el año 2000.

Lo que comenzó como una apuesta razonable -que el estímulo económico y las reformas industriales resultarían en una falta de materiales de construcción- pronto se convirtió en una fiebre de materias primas que poco tiene que ver con la realidad. Con la llegada de un regimiento de inversores individuales, el mes pasado se negoció en un solo día una cantidad de algodón suficiente para fabricar un pantalón vaquero para cada habitante del planeta y una cantidad suficiente de soja para unos 56.000 millones de raciones de tofu.

Y ahora, con la intervención de las autoridades chinas -que están poniendo límites a la negociación para evitar que el alza de las materias primas dispare la inflación y frustre los planes de cierre de operaciones ineficientes-, los especuladores se están retirando tan deprisa como llegaron. Se trata del ejemplo más reciente de una serie de ciclos de alzas y caídas bursátiles que, según los expertos, son cada vez más extremos ante la inyección masiva de capitales por parte de las autoridades monetarias chinas para evitar un aterrizaje económico forzoso.

“Hay una cantidad excesiva de crédito, dinero en abundancia e inversiones que buscan rentabilidades más altas”, dijo Fraser Howie, coautor de “Capitalismo rojo: los frágiles cimientos financieros del extraordinario ascenso de China”. “Incluso el sector de las materias primas, donde se podría argumentar que había cierta lógica en la subida de precios, enseguida se ha convertido en un mercado alcista y ha pasado a ser una burbuja incontrolable”.

En muchos aspectos, el panorama financiero de China estaba preparado para otra burbuja de los mercados. El nivel de crédito nuevo subió a un récord durante el primer trimestre, con lo que los inversores individuales y las empresas han tenido fácil acceso a los capitales en un momento en que las fuentes de rentabilidad tradicionales del país resultan menos atractivas.

La rentabilidad de la deuda del Gobierno rondaba un mínimo récord y los productos de gestión de patrimonio y bonos de empresa han sufrido con la creciente cifra de impagos corporativos. La renta variable era demasiado arriesgada para unos inversores temerosos tras el desplome bursátil del año pasado; y sacar fondos fuera del país es más difícil tras los límites fijados por el Gobierno a las salidas de capitales.

Lo que llama la atención de esta nueva fiebre en China es el volumen enorme de negociación. Las operaciones en las bolsas de Dalian, Zhengzhou y Shanghái se dispararon desde unos US$78.000 millones en febrero a un máximo de US$261.000 millones el 22 de abril, más que el producto interior bruto de Irlanda. A principios del año 2000 la negociación del Nasdaq alcanzó un máximo de unos US$150.000 millones.

El mercado está empezando a enfriarse después de que los tres principales mercados de futuros tomaran medidas para reducir la especulación con el incremento de los márgenes exigidos y de las comisiones por negociación. También han recortado las horas de negociación por la tarde para el sector del acero corrugado. El volumen total de negociación el 6 de mayo alcanzó los US$125.000 millones, frente a un máximo de US$135.000 millones, mientras que los precios del acero corrugado y el hierro han caído más del 20 por ciento desde sus máximos de abril.

Si la burbuja del año pasado en los mercados de valores chinos sirve como referencia, a las autoridades reguladoras podría resultarles difícil enfriar la excesiva especulación sin provocar un colapso de los precios. Las bolsas chinas perdieron un valor de US$5 billones el verano pasado cuando las autoridades quisieron poner límites a las inversiones de apalancamiento y a la negociación en el mercado de futuros sobre índices, donde los volúmenes se desplomaron un 99 por ciento desde su máximo.

“Lo que preocupa es que en cuanto estalle la burbuja, todo el mundo saldrá huyendo al mismo tiempo”, dijo Paul Adkins, director de AZ China Ltd., consultora del sector del aluminio con sede en Pekín. “Los últimos en salir son los que se llevan el golpe más grande”.

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