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Un debate Clinton-Trump por TV rompería todos los récords


Matthew Shields sabe qué va a hacer después del trabajo el último lunes de septiembre. “Va a ser desopilante”, dice el peluquero de Los Ángeles. “Estoy impaciente”.

Tal vez no sea el elogio que una república preferiría en relación con cualquier aspecto de una campaña para su más alto cargo, pero Shields habla por muchos que estarán pendientes de los debates presidenciales. Lo más probable es que en ellos se enfrenten Donald Trump, el presunto nominado republicano, y Hillary Clinton, que ya cuenta con la cantidad de delegados demócratas que necesita. Él la ha calificado de “fraude” con “cero talento natural” que debería estar en la cárcel. Ella ha dicho que él tiene ideas “de una incoherencia peligrosa” y que “no es el tipo de persona que deba tener los códigos nucleares”. Todo eso en 24 horas, y aún no se han encontrado frente a frente.

“La gente espera una pelea”, dice Allen Adamson, un ex ejecutivo de la firma de branding Landor Associates. “Nada atrae a los espectadores tanto como una pelea”.

Los enfrentamientos del tipo de Alí versus Frazier podrían rivalizar con el Super Bowl y superar el rating récord del debate presidencial entre Ronald Reagan y Jimmy Carter en 1980. Sería difícil imaginar algo así si uno de los contendientes fuera, por ejemplo, John Kasich, en vez de una ex estrella de reality show con un arsenal de provocaciones en Twitter. Hay otros factores, tales como que Clinton se convertiría en la primera comandante en jefa y el hecho de que ambos registran inéditos niveles de popularidad y de rechazo. No es una ironía: en algunos sectores se los desprecia tanto que resultan fascinantes.

“Tiene todos los ingredientes”, dice Jim Lehrer, ex conductor de PBS News Hour que se desempeñó como moderador del 12º debate en 2012.

Debate con bebida

Canales como NBC y Fox han postergado el debut de algunos programas para no perder rating. Las empresas que venden productos se están rompiendo la cabeza para ver cómo podrían monetizar la situación –el debate no tendrá comerciales-, pero los emprendedores no pierden el tiempo, y Vicky Brago-Mitchell vende camisetas con imágenes de Trump y Clinton boxeando que llevan la leyenda: “La pelea más violenta del mundo”. Dan Mueller, creador de un juego online de debates con bebida, recopila una lista de palabras para la versión 2016.

“Probablemente elijamos algunas de los debates de las primarias, cuando Trump tuvo mucho éxito con ‘China’ y ‘tremendo’”, dice Mueller. No queremos extralimitarnos porque la gente puede terminar muy ebria”. (Para los no iniciados, cada vez que el candidato elegido dice alguna de las palabras seleccionadas hay que beber.) Los puntajes suelen equivaler a un promedio de entre 30 y 50 sorbos, estima Mueller, unas tres cervezas.

Prohibido abuchear

Los calendarios del mundo entero están marcados. Tristan Averett, un estadounidense que dirige una consultora en Lisboa, planea pijama parties, ya que los debates se emitirán a las 02:00 en la capital portuguesa. En Dayton, Ohio, Ryan Rushing renunciará a vacaciones o a un empleo de verano para poder contribuir a que la Universidad Estatal Wright esté lista para el primer debate el 26 de septiembre. “La Universidad Washington en St. Louis será sede del segundo encuentro el 9 de octubre, mientras que el tercero, el 19 de octubre, se realizará en la Universidad de Nevada.

A diferencia de los debates de las primarias, que organizan los medios, la Comisión de Debates Presidenciales, una organización bipartidaria sin fines de lucro, organiza los debates para las elecciones generales. Se supone que deben ser instancias cerebrales, con públicos de entre 600 y 1.000 personas que no deben gritar ni abuchear y que en el pasado por lo general han respetado las reglas. Todo canal puede transmitirlos sin costo alguno.

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