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Los estímulos económicos de Trump, un tuit a la vez

Los estímulos económicos de Trump, un tuit a la vez

El desafío de Trump es simple: ¿cómo hacer que resurjan los puestos de trabajo en el Rust Belt cuando décadas de automatización, fuerzas del mercado y acuerdos comerciales han provocado el estancamiento del empleo en gran parte de la región? Hasta ahora, parece que está usando su cuenta de Twitter como un púlpito intimidador para cambiar la mentalidad de las empresas de Estados Unidos.


Hay una paradoja en lo que los votantes del Rust Belt, la región de la industria pesada en el Oeste Medio de estados Unidos, quieren económicamente del nuevo gobierno. Quieren que el gobierno favorezca la creación de empleo, pero no quieren puestos de trabajo gubernamentales. Con la ayuda de su cuenta de Twitter, Donald Trump puede haber descubierto una manera de contentar a todos.

El desafío de Trump es simple: ¿cómo hacer que resurjan los puestos de trabajo en el Rust Belt cuando décadas de automatización, fuerzas del mercado y acuerdos comerciales han provocado el estancamiento del empleo en gran parte de la región? Hasta ahora, parece que está usando su cuenta de Twitter como un púlpito intimidador para cambiar la mentalidad de las empresas de Estados Unidos.

Un indicio reciente de que este sería su estilo surgió de la pelea con Carrier sobre sus planes de trasladar algunos puestos de trabajo a México. Mediante incentivos fiscales y presionando a la compañía matriz United Technologies debido a sus contratos con el gobierno, Trump hizo que Carrier aceptara mantener 1.000 empleos en Indiana. Puede ser un mal planteamiento económico, pero envió el tipo de mensaje político que quería enviar.

Un anuncio de SoftBank añade pruebas adicionales para este nuevo modelo. El 6 de diciembre, Trump tuiteó que Masayoshi Son (‘Masa’), máximo ejecutivo de SoftBank, había acordado invertir US$50.000 millones en Estados Unidos y crear 50.000 puestos de trabajo. Dijo que Masa le dijo que no habría ocurrido si Trump no hubiera ganado las elecciones. Aunque gran parte de esta inversión probablemente se iba a dirigir a Estados Unidos de todas maneras y es poco probable que los planes de inversión de SoftBank en el país aumenten como resultado directo de la victoria de Trump, demuestra que Trump utilizará zanahorias, al menos en Twitter, con firmas que sirvan a sus intereses.

Y Trump ha demostrado que usará palos también. El mismo día que envió los tuits de SoftBank, Trump tuiteó que los controles de costos de Boeing en el nuevo Air Force One estaban «fuera de control» y dijo que cancelarían la orden de pedido. También tuiteó esta semana comentarios similares sobre el programa del avión F-35 de la compañía Lockheed Martin. Las acciones de Lockheed cayeron inicialmente un 4 por ciento en respuesta antes de recuperarse un poco.

La prolífica cuenta de Twitter de Trump puede haber conseguido una victoria anticipada cuando –antes del encuentro de esta semana entre Trump y los líderes del sector tecnológico– IBM anunció planes para contratar a 25.000 trabajadores en Estados Unidos en los próximos cuatro años. Como en el caso de SoftBank, gran parte de esta inversión probablemente ya estaba en marcha, pero el anuncio muestra que tanto Trump como las empresas estadounidenses están interesadas en jugar este juego de campañas públicas. Trump tuitea algo halagador o amenazante sobre una empresa específica, y luego la empresa hace por lo menos un movimiento simbólico de cara al público en respuesta (tal vez no por cambiar realmente sus planes de negocio, sino por anunciarlo con ostentación).

¿A dónde podría conducir esto con el tiempo? Sin duda, es una forma inesperada de abordar las desigualdades regionales de empleo. Trump necesita que el empleo crezca, o al menos que haya apariencia de crecimiento, en el territorio geográfico que ganó, particularmente en el medio oeste industrial, si quiere seguir siendo popular entre sus bases. Las corporaciones estadounidenses quieren tener certidumbre política y tener buenas relaciones con Trump. Y en este momento, gran parte de las empresas, particularmente el sector tecnológico, se encuentra en áreas metropolitanas costeras de alto valor que votaron abrumadoramente a Hillary Clinton. El presidente electo no está pasando por sus oficinas en su gira de «agradecimiento».

Pero no es demasiado tarde para ganar su gratitud. Los márgenes de beneficio son históricamente elevados, y una gran cantidad de trabajo especializado, aunque tal vez con algún nivel de escala urbana para encontrar las piscinas de talento adecuadas, podría hacerse en lugares como Scranton, Pennsylvania o Gary, Indiana, con la misma facilidad con la que se hace en San Francisco o Seattle. Los Estados Unidos corporativos podrían decidir que aceptar márgenes de beneficio algo menores para crear empleos menos rentables en las regiones clave de Trump podría apaciguar su administración, y les daría influencia con Trump en temas futuros.

¿Qué tan sostenibles serían este tipo de cosas? Un cínico diría que cuando la administración Trump termine, las corporaciones estadounidenses volverían a hacer las cosas como antes y eliminarían cualquier exceso de puestos de trabajo (con más razón si alguna vez se creó para aplacar a Trump), lo que restauraría los márgenes de beneficio a su nivel más elevado. Excepto porque se podría esperar que los futuros candidatos de ambos partidos prometan que continuarán con la campaña de presión de Trump para evitar que los trabajos desaparezcan.

Es un nuevo estilo de estímulo económico, y puede que no desaparezca cuando Trump se vaya. Su legado para el poder ejecutivo puede ser «tuitea con intensidad y lleva un palo grande».

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