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El precio del consenso Opinión

El precio del consenso

Hasta principios del 2016 existía el consenso de que las acciones chilenas no eran una alternativa atractiva de inversión. Dentro del universo de fondos mutuos, menos del 2% estaba destinado a acciones nacionales, cuando en el 2012 las acciones nacionales representaban más del 7% de este universo. Este consenso dentro de los inversionistas se basaba principalmente en el mal desempeño de las acciones, medido a través del índice IPSA de los últimos 5 años y de las perspectivas de crecimiento económico que no justificaban invertir en acciones. Sin embargo, el 2016 fue un buen año para las acciones: el IPSA rentó en torno a 12%, cuando la economía efectivamente creció en alrededor de 1,5%.


En el mercado financiero, los precios de los activos están todo el tiempo fluctuando, incorporando continuamente la nueva información.

Hay periodos en que esta nueva información acapara tanto la atención, que se transforma en una historia que rápidamente captura adeptos, logrando un gran consenso entre los inversionistas. Este fenómeno es muy peligroso, porque el inversionista pasa a tomar sus decisiones influenciado fuertemente por estas historias, dejando a un lado el valor de los activos. Estos momentos se caracterizan por una euforia de los inversionistas por adquirir estos bienes y, en la mayoría de los casos, este periodo termina con grandes pérdidas para estos.

Dentro de los periodos recordados recientemente están la burbuja punto com, en el 2001, y la crisis subprime, en el 2008. Ambos periodos se caracterizaron por una creencia en el mercado de que los activos en que estaban invirtiendo iban a generar un gran retorno, independientemente del precio de entrada. En la burbuja punto com las empresas tecnológicas transaban a múltiplos altísimos y en la mayoría de los casos nunca habían generado utilidad.

En el caso de la crisis subprime, se pensaba que el valor de las casas era inmune a las caídas y, bajo esta premisa, se financiaba a gente que, con mucha dificultad, podía pagar el valor de estas viviendas. En caso de que no pagaran, se remataba la casa sin riesgo de pérdida para el prestamista. A pesar de que ambas crisis tienen muchos componentes distintos, sí poseen en común una disociación entre los precios y el valor fundamental, basado en una gran historia.

Al consenso que me refiero es al de los inversionistas, es decir, donde realmente están posicionando sus inversiones, y no a las opiniones de los distintos agentes del mercado financiero que en general coinciden en qué acción o mercado es el atractivo en cada momento.

Hasta principios del 2016 existía el consenso de que las acciones chilenas no eran una alternativa atractiva de inversión. Dentro del universo de fondos mutuos, menos del 2% estaba destinado a acciones nacionales, cuando en el 2012 las acciones nacionales representaban más del 7% de este universo. Este consenso dentro de los inversionistas se basaba principalmente en el mal desempeño de las acciones, medido a través del índice IPSA de los últimos 5 años y de las perspectivas de crecimiento económico que no justificaban invertir en acciones. Sin embargo, el 2016 fue un buen año para las acciones: el IPSA rentó en torno a 12%, cuando la economía efectivamente creció en alrededor de 1,5%. Una explicación a este fenómeno es que el inversionista dio mucha importancia a la historia y dejó en segundo plano el precio al cual se encontraban las acciones.

Este año, la incertidumbre continúa siendo grande y algunos bancos de inversión pronostican fuertes alzas en la bolsa si sale electo Piñera como presidente, y fuertes caídas si sale Guillier. Lo concreto es que para un inversionista de largo plazo, el precio de entrada debería ser la variable más importante y que, cuando el consenso sea de mucho optimismo, probablemente, los precios reflejen ese escenario.

Sebastián Vives
Gerente de Inversiones Local de MCC

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