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Clínica Las Condes: Karlezi no tira la toalla para insistir en cambio del modelo de negocios del centro de salud Abogado Alejandro Quintana regresó a la mesa

Clínica Las Condes: Karlezi no tira la toalla para insistir en cambio del modelo de negocios del centro de salud

Cecilia Karlezi, una de las principales accionistas individuales, no ha querido desistir respecto a poner en debate el poder que los médicos ganan en el recinto. Así, el regreso de Quintana a la mesa de CLC tendría como fin retomar la labor fiscalizadora que ejerció en el pasado, pero además insistir en el cambio del modelo de negocios.


La prensa no pudo entrar, esto pese a que la expectativa entre los medios era alta. Se trataba de la elección del directorio de la Clínica Las Condes (CLC) por noveno año consecutivo. Y no es que sean partidarios de la rotación constante, sino que se debe a las persistentes diferencias sobre cómo llevar adelante la administración del centro médico –que no tiene un controlador y que comparte el control entre los médicos accionistas del mismo recinto– han hecho que socios como Cecilia Karlezi, esta última quien ronca hace años al interior de CLC y con dos directores en la testera, esta vez volvieran a poner los puntos sobre las íes.

El resumen del resumen es que la clínica debió reconocer un ajuste contable que terminó con pérdidas por $10 mil millones el año pasado, y la salida del gerente general Gonzalo Grebe, la renuncia de varios directorios, entre ellos los representantes de Karlezi, en el verano, obligando a la elección de una nueva mesa. Ente tanto, el año pasado los médicos empujaron a que dos viejos estandartes de la clínica regresaran a dirigir sus destinos: Jaime Mañalich como gerente general, y Andrés Navarro como presidente. La decisión no cayó del todo bien a Karlezi, que no había estado de acuerdo en cómo la dupla se manejó en CLC en el pasado.

Así, la de ayer fue una junta tensa, como ya se ha vuelto habitual en la clínica del sector oriente. Esto, pese a que cada sector logró sentar a sus representantes a la mesa. El directorio quedó compuesto por Alejandro Quintana, socio principal y fundador de Grasty Quintana Majlis & Cía.; y Miguel Ortíz, quien iba como candidato independiente representando los votos de Karlezi. Se suman Alfredo Misraji, Jorge Rufs y Carlos Schnapp, médicos del recinto, que añadieron una cabeza más en la testera; y Andrés Navarro, quien fue reelecto. Con el apoyo de Navarro, el independiente Francisco Javier Silva, Luis Manuel Rodríguez (en representación de Inmobiliaria Conosur) y el abogado mano derecha de Nicolás Ibáñez, Alberto Eguiguren, con apoyo de fondos como BTG.

Hasta ahí todo normal, excepto porque observadores aseguran que este es un paso más de la guerra civil que ha habido al interior del directorio y que podría retomar su intensidad.

Primero, por el regreso de Quintana a CLC. Hombre de confianza de Karlezi, dejó la clínica molesto en enero de 2017, cuestionando el modelo de negocios.  En ese entonces dijo, en una carta, que «desde mi posición de director he procurado actuar en todo orden de materias, y durante el tiempo en que he ostentado este cargo, con la debida independencia, diligencia y cuidado, no obstante lo cual advierto permanentemente en el directorio la adscripción a un modelo alineado con un grupo de accionistas cuyos intereses influyen decisivamente en la administración de la sociedad, situación a la cual le atribuyo la seriedad y gravedad suficiente como para motivar mi renuncia».

¿Por qué regresa a la mesa y con qué rol? Conocedores de su anterior pasada por CLC aseguran que esto reafirma nuevamente la tesis de los bandos al interior de la clínica. Quintana, afirman las fuentes, fue un director crítico que revisaba cuentas, pedía informes y era inquisitivo en auditar la gestión ejecutiva del centro médico. Eso no habría sido muchas veces cómodo para Navarro y los médicos en su momento.

Conocedores de la interna aseguran que Karlezi, y tal como expresó en una carta, ha sido crítica respecto a mantener el modelo de negocios de la Clínica Las Condes, donde los médicos, además accionistas, gozan de una serie de beneficios. Uno de los líderes fuertes del grupo es, precisamente, Jorge Rufs. Este apoya la gestión de Mañalich y Navarro en esta pasada, que han sido especialmente cercanos a los doctores.

Durante la gestión del gerente anterior, Gonzalo Grebe, comenzó una serie de ajustes a los beneficios que tenían los doctores en la clínica, como recibir pagos por adelantado o no pagar por el arriendo de las consultas. Pero ello, manifiestan testigos, los irritó y pidieron la cabeza de Grebe, algo que la fracción del directorio que apoyaba la moción no dudó en entregar.

Karlezi no ha querido tirar la toalla en relación con el poder que los médicos ganan en el recinto. Así el regreso de Quintana tendría como fin retomar la labor fiscalizadora que tuvo en el pasado, pero, además, insistir en el cambio del modelo de negocios. A través de sus representantes, la accionista fue crítica a la hora de debatir sobre un nuevo aumento de capital que permita el ingreso de nuevos médicos al recinto. Seguir atomizando la propiedad y darle poder a este segmento no la convence, pues ha sido partidaria de seguir presionando a los médicos en términos de cortarles beneficios.

Conocedores de la interna aseveran que, pese a que los médicos recortaron el 10% de sus valores lista, para competir con clínicas del sector oriente, gozan de diversos beneficios que no se ven en otros centros de salud, entre ellos, que reciben la liquidación de sus atenciones antes que las isapres las liquiden, lo que le implica a la clínica contar con una fracción importante de caja.

Pero el punto de mayor discordancia no es solo evitar que nuevos médicos se sumen al recinto, sino que Karlezi sería partidaria también de emular un modelo de negocios de otros centros, como la Clínica Alemana, donde los médicos pagan una especie de fee por trabajar en la clínica, compartiendo ganancias. Un médico presente en la junta explicó que, en este punto en particular, hay acuerdo entre el cuerpo de profesionales en no permitirlo y que no tiene que ver que una disputa personal con Karlezi, sino con que deben pagar una derecho de ingreso a la clínica a través de acciones y que la sociedad, tarde, mal y nunca, ha pagado dividendos.

Agregan que existe otra fracción, menor en todo caso, de doctores que ni siquiera ejercen y que, además, van por un camino paralelo: solo les interesa elevar el precio de la acción para salirse de la clínica y hacer una buena pasada.

Las esquirlas de Álvarez

No obstante que la principal diferencia de opiniones estriba en hacia dónde va a caminar la clínica y en cómo se sustenta el modelo de negocios, en medio de la arremetida de otros centros de salud del sector oriente, como la Clínica de la Universidad de los Andes o la Clínica San Carlos de Apoquindo, Karlezi además habría insistido en que no le gustaba cómo se estaba manejando CLC por otro caso que –a ojos de quienes apoyan su gestión– fue mal manejado: la salida del jefe de oncología de la clínica, Manuel Álvarez.

El médico dejó el recinto luego que trascendiera en toda la prensa que había sido marginado por una denuncia de abuso. «Independientemente de la denuncia, salir por los medios avisando que se iba cuando el caso aún no se investigaba a fondo, fue imprudente», comenta un doctor del recinto. Con todo, Álvarez dejó sin mediar sumario la clínica y no solo rechazó las imputaciones.

Álvarez tenía una relación de cercanía profesional con la familia Karlezi y particularmente con María Luisa Solari, quien falleció en 2015. Karlezi habría observado con molestia cómo se manejaba la salida del oncólogo.

Pero la molestia es una parte accesoria del problema. El oncólogo demandó a CLC en causa laboral, donde aprovechó de trasquilar a la administración de la clínica, solicitando una cuantía de $ 2 mil millones que le fue negada en primera instancia. Los abogados del doctor argumentaron que la clínica atraviesa una compleja situación financiera y, además, que a inicios de marzo de 2018 ya sumaba nueve demandas laborales interpuestas y otras treinta del año 2017.

Asimismo, Álvarez entrega en su demanda un dato interesante en relación con el negocio. «En detalle, durante el año 2017 los días cama decrecieron en 2,8%, además el uso de pabellones disminuyó en un 2.7%. La actividad ambulatoria disminuyó en el Servicio de Urgencias un 11% respecto del año anterior, mientras que las consultas médicas subieron 1%. Respecto de los servicios de apoyo, tanto la actividad de laboratorio como de imágenes, disminuyeron un 4,8% y un 9,2%», señala el documento, lo que probaría la tesis de que los problemas de CLC no solo dicen relación con su problema contable, sino también con el modelo de negocios.

La demanda de Manuel Álvarez exige, de paso, sobre $ 4.25o millones. «Sin duda, la demanda es las más cuantiosa que ha tenido la clínica. Más allá del caso, se habla de que no existe una línea clara de cómo manejar las cosas», concluye una fuente.

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