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Una propuesta para el sistema de pensiones

Una propuesta para el sistema de pensiones

En cuanto a los futuros pensionados, pareciera ser, conforme está diseñado el sistema de AFP (que entrega una ilusión de propiedad de los fondos a sus afiliados), que no será fácil cambiar, de la noche a la mañana, el régimen de pensiones actual (capitalización individual) por otro de reparto o fondo común solidario, lo que implica que un par de generaciones, aun cuando se hagan cambios, estarán insertas dentro de un periodo que podría denominarse como zona o periodo de sacrificio, toda vez que no verían un aumento sustancial de sus pensiones.


El clamor de la calle y el resultado de las votaciones organizadas por los municipios, en cuanto a pedir una nueva Constitución y establecer un listado de prioridades de las demandas sociales del pueblo chileno, no hicieron otra cosa que reflejar lo que era un secreto a voces: la insatisfacción de la ciudadanía por las desigualdades existentes en nuestro país, la desidia de los actores políticos por buscar soluciones para ello y la indolencia del capital para darse cuenta de que existe otro Chile, carenciado y abusado.

Como ya se sabía, el tema de las pensiones alcanzó el primer lugar en la lista de prioridades, desnudando una certeza ya conocida y vivida por los miles de pensionados del sistema de AFP, esto es, que el sistema de capitalización individual entrega pensiones de hambre y que, de no mediar un cambio importante en su funcionamiento, se seguirán entregando pensiones paupérrimas, lo que será el caldo de cultivo más importante para futuras manifestaciones populares.

A partir de ello resulta entonces imprescindible que abordemos este problema social, de manera inmediata, bajo dos premisas, a partir de las cuales deben buscarse las soluciones y el financiamiento que ello conlleve, esto es: ahora, ya, se debe aumentar el monto de las pensiones, contributivas o no contributivas, que está percibiendo una parte de nuestros compatriotas, a niveles que les permitan a dichos beneficiarios tener un pasar digno en lo que les reste de vida, partiendo por un estándar mínimo, vale decir, que la pensión mínima sea igual al 80% del ingreso mínimo mensual. Que las actuales pensiones que estén sobre el monto anterior, y que sean inferiores a dos ingresos mínimos, se reajusten en un rango que vaya de un 40 a un 20 por ciento. Dichos aumentos deben financiarse vía recursos provenientes de una reforma tributaria con cargo al quintil más rico de nuestro país.

En cuanto a los futuros pensionados, pareciera ser, conforme está diseñado el sistema de AFP (que entrega una ilusión de propiedad de los fondos a sus afiliados), que no será fácil cambiar, de la noche a la mañana, el régimen de pensiones actual (capitalización individual) por otro de reparto o fondo común solidario, lo que implica que un par de generaciones, aun cuando se hagan cambios, estarán insertas dentro de un periodo que podría denominarse como zona o periodo de sacrificio, toda vez que no verían un aumento sustancial de sus pensiones.

Pues bien, bajo la premisa inicial, esto es, que el aumento sustancial de las pensiones debe hacerse ahora ya, es que propongo el siguiente sistema que permitiría su financiamiento progresivo en el tiempo, con un componente solidario y de carácter intergeneracional.

Para ello es necesario implementar las siguientes acciones:

a) Eliminar la actual fórmula de base de cálculo de las pensiones de vejez, que actualmente se calculan a partir de los fondos acumulados, versus expectativas de vida, y cambiarla por una base de cálculo de pensiones de referencia, esto es, que la pensión de vejez no puede ser inferior al 50% del promedio de las remuneraciones de los últimos 10 años, ni inferior a la pensión mínima de vejez vigente a la fecha, ni superior al 70% de dicho promedio, dependiendo la variación de dicha base de la densidad de cotizaciones que el respectivo afiliado tenga.

b) Mantener la actual cotización a un fondo de pensiones, en la misma AFP, y crear un nuevo fondo de carácter común y solidario, de cotización tripartita, de forma inmediata al inicio de la respectiva reforma legal, con aporte del trabajador de 2%, el Estado 3% y el respectivo empleador de 5%.

c) A dicho fondo podrá acceder el trabajador pensionado, una vez que los fondos de su respectiva cuenta de capitalización individual se agoten, lo que implica que deben eliminarse las actuales modalidades de pensión, manteniéndose solamente el retiro programado, terminándose además con ello un negociado no denunciado ni puesto jamás en discusión como parte del actual problema previsional, esto es, el negocio de las rentas vitalicias. Esta fórmula permite la construcción previa en el tiempo de este fondo solidario, sin que ello importe un financiamiento adicional de fondos estatales.

Esta propuesta de un nuevo modelo de pensiones tiene una serie de componentes adicionales, que pueden ser materia de discusión, y cuyo único objetivo es que se entreguen pensiones dignas, que el sistema tenga un componente solidario y que se termine, en el tiempo, con el negocio real y de fondo con que fue diseñado el sistema de pensiones, esto es: un fórmula de ahorro obligatorio de los dineros de los cotizantes, destinado a financiar el crecimiento económico del capital y empresas, en desmedro de dichos ahorrantes.

Para ello, de forma adicional, se debe también avanzar en la creación de una AFP estatal, como una manera de avanzar paulatinamente a la eliminación de las AFP privadas, para, entre otras cosas, repatriar los fondos previsionales que están invertidos en el extranjero y utilizarlos en aquellas áreas de la economía chilena que requieren de inversión, y no estar sujetos a al constante chantaje del empresariado de llevarse sus dineros a otra parte, amenazando con ello el crecimiento económico de nuestro país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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