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El día en que la Presidenta de Argentina decidió traicionar a Keynes


Por Jorge Oviedo, Periodista económico del diario La Nación de Argentina

La Presidenta se mostró muy preocupada por la caída de la inversión. Y tiene razón. Tal como mostró LA NACION en su edición del domingo último, la inversión interna bruta fija sufre una muy fuerte retracción, que profundiza la caída de la actividad. Es cierto que los niveles de inversión de 2011 fueron récord, pero eso es para los pobres niveles argentinos, que históricamente son bajos. Pero la mandataria sostiene que la situación es producto de la falta de voluntad de los bancos privados para dar préstamos a los inversores. Y decidió que la mejor opción es obligarlos a que lo hagan.

Que la caída de la inversión es producto de la falta de crédito es muy discutible. De hecho, en 2011 no hubo más préstamos al sector privado que ahora y, sin embargo, como destacó la Presidenta y coinciden estadísticas privadas, hubo un récord.

Parece más bien que lo que se necesita para que haya inversiones es que haya una perspectiva de negocios. Así, incluso las compañías reinvierten sus propias utilidades. La recuperación que se inició en 2002 no necesitó de crédito. Internacional no había, ni lo hay hoy por el default, y el mercado de capitales local estaba destruido por el corralito, el corralón, el default y la pesificación.

Ningún empresario razonable pedirá créditos para invertir si no tiene una perspectiva de vender más. Por poner un ejemplo de estos días: ¿qué sentido tendría que Nucete quisiera ampliar su producción cuando por las guerras comerciales con Brasil tiene riesgos de no poder colocar lo que actualmente elabora?

¿Por qué querer invertir cuando la Argentina no deja de perder competitividad incluso con los países limítrofes a raíz de la alta inflación en dólares que padece?

Por otro lado, si alguien quiere comprar equipamiento importado, ya que muchísimas máquinas no se fabrican aquí, ¿qué posibilidades hay de hacerlo, de conseguir primero las licencias y luego las divisas para pagar? Y si una compañía extranjera invierte aquí, ¿qué posibilidades tiene de poder disponer de esas utilidades?

La Presidenta se quejó de que hay bancos que cobran extravagantes tasas del siete por ciento anual a España, pero para la Argentina llegan a duplicarse. Es porque España tiene riesgo de caer en default, mientras que la Argentina ya lo está. Es muy probable que si el país normaliza las relaciones con el Club de París, logre financiamiento baratísimo para la inversión. Y si los bancos locales no fueran capaces de competir en ese frente, se quedarían fuera del negocio. Cristina Kirchner firmó en 2008 un decreto en el que le ordenaba arreglar con el Club al entonces ministro de Economía Amado Boudou. Pero desde entonces no hubo una sola novedad. La Presidenta critica ahora a los bancos que financian el consumo, pero ella misma señaló que precisamente el consumo era el motor de la economía y que salvaría al país de los influjos de la crisis internacional.

Además, el discurso de ayer fue el adiós a las ideas de John Maynard Keynes. Cristina Kirchner quiere que en medio de la caída de la actividad económica los privados inviertan para tratar de revertir el ciclo, mientras el Gobierno, según las estadísticas del Indec, paraliza obras públicas y de infraestructura.

ESCENARIO COMPLICADO

Keynes postuló que en un escenario recesivo los privados, asustados, no invierten aunque les regalen el dinero, lo cual profundiza la retracción. La solución, dijo Keynes, es que el Estado rompa la “trampa de la liquidez” aumentando la inversión pública. La Presidenta, que, como Néstor Kirchner y el viceministro Axel Kicillof, se autodefine como “keynesiana”, hace todo lo contrario.

La Casa Rosada se niega a ayudar a la provincia de Buenos Aires forzándola a pagar aguinaldos en cuotas y paralizar la obra pública. Condiciona la asistencia a que el gobernador demuestre que administra bien. En la lógica oficialista, ¿por qué está mal cuando Angela Merkel se lo hace a Grecia y bien cuando Cristina se lo hace a Daniel Scioli?

La Presidenta tiene razón en preocuparse por la tendencia de la actividad, pero equivoca el remedio. Debería en cambio desmontar muchas medidas que tomó desde que obtuvo la reelección si quiere que la economía la ayude a lograr otra.

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