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Opinión: ¿Y, cómo avanzamos ahora en el desarrollo energético de Chile?


René Muga, Gerente General Asociacion Gremial de Generadoras de Chile

A propósito del fallo de esta semana de la Corte Suprema en relación al proyecto Termoeléctrico Castilla, se ha producido una intensa discusión respecto de las necesidades energéticas del país y de las formas de abastecerla.

Este no es un debate nuevo y resurge con fuerza cuando hay noticias respecto de algún proyecto de generación relevante como HidroAysén, Barrancones, Punta Alcalde y ahora la Central Castilla. Sin embargo, ahora el tema adquiere una mayor urgencia ya que se trata de un proyecto de gran magnitud, ubicado en una región del país que ve complicarse una a una las posibles inversiones en generación eléctrica que abastecerían nuevos desarrollos mineros por casi US$ 30.000 millones planificados para los próximos años.

La minería consume un tercio de la energía que se produce en el país. El resto se distribuye entre regulados (45%) y otros libres (23%). La demanda agregada se duplicará en la próxima década por lo que se estima que será necesario agregar unos 8.000 MW adicionales a los 17.000MW de potencia instalada en el país.

Un país que crece aumenta el consumo de energía. Una sociedad que mejora la calidad de vida de sus habitantes naturalmente incorpora un uso más intensivo de aparatos y dispositivos eléctricos. ¿Quién no tiene hoy que cargar su celular, su computador, tiene lavadora de ropa, varios televisores en su casa, refrigerador, equipos de música, entre tantos otros bienes que hoy están a disposición de muchas más personas? ¿Cuántos de nosotros nos movilizamos en metro, valoramos el alumbrado público de las calles y estamos seguros que es probable que en no mucho tiempo más automóviles eléctricos circulen en nuestras calles?

En promedio los países de la OCDE consumen en términos per cápita tres veces más energía eléctrica que Chile. Avanzar al desarrollo implica consumir más electricidad.

Para sostener este crecimiento de la demanda, la generación eléctrica debe agregar más oferta competitiva, garantizar seguridad de suministro y sustentabilidad social y ambiental. Asimismo, debemos reforzar el sistema de transmisión eléctrica para unir los puntos de generación con los centros de consumo que se alejan cada día más. Ese es el desafío que enfrentamos en materia energética.

Pero este desafío se hace difícil de superar cuando constatamos el clima de incertidumbre que afecta el avance de muchos proyectos de inversión en generación eléctrica. No se están iniciando nuevas obras en proyectos que alimenten con energía al sistema a partir del 2015. Considerando que los plazos de construcción, dependiendo del tipo de central, pueden ser de tres a cinco años en promedio, estamos en un escenario donde no es esperable que ninguna nueva central de energía de base (hidroeléctrica o termoeléctrica a gas o carbón) entre en funcionamiento antes del 2016. Si incluimos proyectos que se encuentran en tramitación ambiental o aún no la han comenzado, debemos considerar un plazo aún mayor.

Chile tiene recursos naturales que debe aprovechar para la generación eléctrica. Esto ya se manifiesta en la composición de la producción de electricidad que en años normales alcanza al menos un 50% de fuentes hidráulicas, convirtiéndonos en un país con una de las matrices más renovables de la tierra. Recordemos que en el mundo dos terceras partes de la electricidad es producida por centrales termoeléctricas a carbón o gas. La radiación solar, las centrales pequeñas de pasada y los vientos son también una fuente energética importante que Chile posee. El 5% de la generación eléctrica hoy en Chile proviene de fuentes renovables no convencionales y esta participación crecerá en la medida que sigan mejorando su competitividad. A ellos se agregarán en un futuro cercano proyectos geotérmicos.

Sin embargo, la alta volatilidad e intermitencia de proyectos solares y eólicos, junto con las variaciones climáticas que producen años de sequía (como los últimos tres), obligan a tener como complemento a la energía hidráulica una base térmica importante. Esto quedó demostrado en los últimos años dónde la generación termoeléctrica reemplazó lo que en años de lluvia normal genera la hidroelectricidad.

La seguridad de suministro eléctrico y su competitividad dependen del desarrollo de una base hidro-térmica importante y sustentable. Aquí está planteado el desafío energético para el país. Precisamente es también aquí dónde encontramos crecientes dificultades para el desarrollo de los proyectos y por ello se hace tan necesario resolver las dificultades y avanzar en un debate constructivo entre todos los actores involucrados.

La incertidumbre se genera por muchos factores pero uno muy relevante es precisamente la falta de ese debate. Y la incertidumbre tiende a agravarse mientras éste no se produzca. Asimismo, es necesario mejorar los procedimientos y revisar la manera en que está funcionando el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental que debe dar confianza a todos los actores y perfeccionar la legislación en varios aspectos como la transmisión, dónde se han producido avances.

El actual resurgimiento con fuerza de la discusión pública sobre energía a raíz de la sentencia de la Corte Suprema sobre el proyecto Castilla puede ser una oportunidad para entender que resolver el desafío energético que enfrenta Chile requiere decisión, confianzas mutuas, voluntad y liderazgo. También requiere de disposición a participar de todos los actores. La industria de la generación eléctrica la confirma.

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