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Opinión: La “señora Juanita” necesita un remedio, pero no lo puede comprar


… Léase porque no hay una farmacia cerca, o bien porque no está disponible en ésta o, sino, porque no se le quiere vender, o es caro y excede su capacidad económica. En fin, todo ello, al final perjudica a la “señora”, en particular aquella que vive en condiciones de aislamiento geográfico, como Cunco, Melipeuco y Lonquimay, donde no existen las farmacias, o bien aquella que vive en zonas urbanas pero no existe un interés de las farmacias por instalarse, como la comuna de La Granja, Región Metropolitana, donde sólo existe una de aquellas.

De ahí la importancia de la discusión en torno a la denominada “Ley de Fármacos”, disposición legal que no hace sino que mejorar, sustancialmente, las condiciones de competencia en que se desenvuelve una industria, como la farmacéutica nacional, que por lo demás ha sido estudiada, analizada y otras veces, sancionada, por parte de nuestra máxima autoridad en orden de libre competencia. De hecho, la sanción por acuerdos colusorios que recayó el año pasado no es única en la industria; antes la hubo sido sancionada de parte de la Comisión Resolutiva en los años 90.

Entre otras, el Proyecto de Ley, por ingresar a la Comisión de Hacienda, busca generar competencia en el sistema, por una parte, al abrirse a la venta de medicamentos que no necesitan receta médica en locales que no sean farmacias, por tanto se incrementará el número de actores en la industria, y, por otra parte, se incrementará la transparencia en el precio al permitir la venta de medicamentos en dosis unitarias, o bien, al obligar a prescribir los fármacos por su nombre genérico.

No se entiende, en consecuencia, el rechazo por parte de parlamentarios en oponerse a iniciativas como la descrita y que van en la dirección correcta. De hecho, la Comisión de Salud rechazó quizás las dos mociones más relevantes para la “señora Juanita”; la venta unitaria de remedio y la venta en lugares no farmacias. Esto le impediría a la referida comprar una aspirina, parche león, vitamina C o agua oxigenada en un almacén de barrio autorizado, o supermercado.

En conclusión, tenemos que entender que en nuestro país existen graves problemas de acceso a medicamentos, donde más de 50 comunas no tienen farmacia, donde existe un gasto por medicamentos cada vez más relevante en el presupuesto familiar, y con un alza sostenida en los precios de los mismos. Dado lo anterior, proyectos como el mencionado genera competencia entre los actores, la que debiera traer una disminución de los precios y legitima, además, nuestro modelo social de mercado.

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