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Opinión: El gobierno corporativo de Michelle Bachelet  


Ad portas de conocer su diseño de gabinete, las luces que arrojen los primeros nombres que acompañarán a la electa Presidenta Michelle Bachelet a partir de marzo resultan claves para visualizar cómo enfrentará este nuevo desafío.

Nos parece un buen apronte abordar el futuro gobierno de la Nueva Mayoría desde el prisma del buen gobierno corporativo –como ya hemos hecho respecto de los cuatro años de gestión del saliente Sebastián Piñera–, que abarca tres aspectos esenciales: el gobierno fiduciario, el estratégico y el fundacional.
 
En cuanto al gobierno fiduciario, el análisis se centra en cómo cuidará los activos que la ciudadanía ha decidido confiarle. Si miramos la experiencia de los anteriores gobiernos de la Concertación, podemos decir que en este ámbito Michelle Bachelet tendrá un desafío más que importante. Tras los casos más bullados de corrupción que marcaron, por ejemplo, la era Lagos, como MOP-Gate, los electores pueden, con justa razón, tener altas exigencias sobre el desempeño de la mandataria en este ámbito. Despejar dudas respecto a la firmeza y decisión con que vigilará la probidad de los actos públicos y los mecanismos de control a que recurrirá para ello, alejándose de las viejas prácticas que se achacan a su sector, es una misión que ella misma y sus más cercanos colaboradores no pueden desatender.
 
Respecto del rol estratégico, que apunta a cuáles son los planes del gobernante, sin duda un área crítica será educación. Su capacidad para sobrellevar la relación con los sectores más movilizados, como los estudiantes universitarios y secundarios, y, al mismo tiempo, sacar adelante los proyectos de ley más emblemáticos que marcan su agenda este primer año, estará en la mira de todos. En una línea similar, muchos esperarán que la Presidenta electa exhiba rápidamente avances sobre el conflicto en la Araucanía, como también será enjuiciada por la forma en que aborde –más allá de las cifras de nuevos hospitales o una mayor dotación policial– temas sensibles como seguridad ciudadana, equidad social y salud pública. En el ámbito económico, todas las proyecciones indican que este 2014 será un año cuesta arriba en materia de crecimiento, golpe que suele desmoronar emocionalmente a la ciudadanía y que redunda en hechos concretos, como la reducción del empleo. En materia energética, todo cuanto pudo haber retrocedido Sebastián Piñera debiera encontrar en Michelle Bachelet cauces que permitan concretar con celeridad proyectos clave para apuntalar nuestra muy crítica matriz energética.
 
Finalmente, el tercer elemento del gobierno corporativo, el fundacional, encuentra a una mandataria electa que, a diferencia de su antecesor, sí logra conectarse con la ciudadanía. Aquí, sin embargo, será necesario que muestre su capacidad de ser inclusiva, de saber escuchar el sentir de la población y articular acuerdos con aquellos sectores donde encuentre mayores dificultades de entendimiento, como los ya citados movimientos sociales y el sector empresarial. En el gobierno fundacional, Michelle Bachelet entra a la cancha menos ganadora, tras enfrentar una poco grata segunda vuelta, y donde el electorado parece haberle advertido que estará alerta a su desempeño y, especialmente, al de sus colaboradores, desde el primer día.

Gonzalo Jiménez Seminario      
Doctor in Business Administration, DBA (c) University of Liverpool
Presidente de Proteus Management Consulting

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