La Fundación Sol hizo una potente irrupción en la agenda económica y política hace ya dos años. Marco Kremerman y Gonzalo Durán desafiaron el consenso neoliberal del modelo, cambiando el eje del debate y retando a la hegemonía de los economistas del "establishment".
Como escribimos en ese entonces, ninguno de los dos tiene postgrado de Chicago, Harvard o MIT, las universidades donde se educan los líderes de la elite económica criolla. Sus estudios de postgrado los realizaron en la Universidad de Turín, en Italia. Ambos fueron alumnos del ex ministro de Hacienda, Felipe Larraín, y del ex presidente del Banco Central, Vittorio Corbo, en la Universidad Católica, e hicieron asesorías en el Ministerio del Trabajo durante el primer gobierno de Michelle Bachelet.
Los economistas encontraron su lugar en el debate durante las protestas estudiantiles y la discusión sobre el salario mínimo. La rigurosidad de sus análisis y la originalidad de sus argumentos tuvieron eco en La Moneda de Sebastián Piñera. Fueron consultados por sus datos y análisis durante el conflicto estudiantil. También durante el conflicto de Aysén los llamaron y les pidieron sus estudios para ‘socializarlos’. Han sido invitados a exponer en el Senado y sus datos y estudios tuvieron un rol relevante durante el último debate sobre el salario mínimo.
Estuvieron entre los primeros economistas en resaltar el tema de la desigualdad, mostrando cifras como que en 2011 los gerentes generales de las empresas más grandes de Chile vieron su sueldo subir en un 19%, los directores en un 24,5% y los trabajadores en 6,7%.
Otra que hizo titulares: un gerente general en promedio gana 102 veces más que los que menos ganan. En la OCDE es 32, en Egipto por ley no puede ser más de 36. En Alemania el objetivo es que sea 20.
Ahora la Fundación Sol está jugando un rol relevante en el debate sobre la Reforma Tributaria. El mundo progresista los escucha y su opinión tiene peso entre los diputados y senadores "más cercanos a la calle" dentro de la Nueva Mayoría.
Hasta ahora las críticas más duras han venido del mundo empresarial y la centro derecha y es por eso que El Mostrador Mercados quiso escuchar el análisis que tienen sobre sobre el proyecto de ley que está actualmente en el Congreso.
Para Gonzalo Durán, la reforma "es un cambio en la filosofía de los impuestos" y dice que el hecho de que la redistribución de ingresos se plantee como uno de los objetivos principales de la reforma es una señal política potente.
-¿Cómo ves la Reforma Tributaria? ¿Qué es lo que te gusta, qué es lo que no te gusta?
-La respuesta se puede dividir en dos ámbitos. En primer lugar, se plantea por primera vez luego de 30 años, que fue la última reforma, que fue donde se implementó el FUT en el año 84, un cambio en la filosofía de los impuestos. Recordemos que, cuando en dictadura se promueve la gran reforma tributaria, lo que había en el ambiente era que el impuesto es básicamente un robo por parte del Estado hacia las empresas o las personas que más tienen. De manera tal que se configura un sistema que desde su génesis tiene ciertas salidas para tratar de pagar menos impuestos, todo por la vía legal, la vía de la elusión. De ese modo, hoy la desigualdad en Chile antes y después de impuesto se mantiene inalterada. E incluso, según algunos estudios, empeora.
-Y algunos que mejoran…
Claro, pero muy poquito. Qué pasa con los países de los que uno tiene datos, por eso es que uno recurre siempre a países de la OECD, cuando tenían 15 mil dólares de ingreso per capita, ni siquiera 20 mil, veíamos que la desigualdad disminuía entre un 50% y un 30%, después del impuesto. Dinamarca, 50%; Alemania, un 30%. Es una acción fiscal que operaba en pos de obtener mayores niveles de igualdad. Entonces, que se plantee que el objetivo número dos de la reforma es la redistribución de ingresos, sin duda que es una señal política que es fuerte y que de alguna manera hace que de aquí en adelante pueda existir un proceso de exigibilidad, porque qué pasa si en los próximos 5 años la desigualdad sigue manteniéndose antes y después de impuestos. Eso significa que la reforma no hizo efecto y que por lo tanto, obviamente, va a haber que corregirlo, porque no está dando con lo que prometió. Así que en ese sentido nos parece que filosóficamente se funda en un buen argumento.
-¿Qué es lo que no te gusta desde el punto de vista técnico?
-Lo que no nos gusta es que, así como el fondo de unidades tributarias es un dispositivo que se implementa en dictadura, existe otro que es el sistema integrado de impuestos a la renta. Y si bien no es único a nivel mundial, lo ocupan muy pocos países: en América Latina y en países de OECD, México y Chile, y el 95% de los países de la OECD no lo utiliza.
-Pero eso es un poco de semántica: en Estados Unidos técnicamente no está integrado, pero en la práctica sí está integrado, porque hay tanto espacio para deducir tus gastos, hasta la cuenta de televisión por cable si eres periodista… Entonces, hay un montón de elementos que, en la práctica, es como el sistema chileno, pero que técnicamente no lo es.
-Eso también pasa en otros países, pero está la figura, por ejemplo, del impuesto a los dividendos, y que de alguna manera también se hace cargo de la doble tributación que muchas veces se ataca cuando se habla del sistema integrado de impuestos. Entonces, nos parecía que era un mecanismo del que se podía hablar. Recordemos que en Chile las personas son las únicas que pagan impuestos. Lo que pagan las empresas es simplemente un prepago, un adelanto al pago de los impuestos de las personas. De manera tal de que eso también impacta en lo que es la estructura tributaria. Los países hoy desarrollados tienen una estructura tributaria donde el impuestos a la renta es fundamental. En Chile es distinta, el impuesto al consumo, como el IVA, es la principal recaudación.
Mi intención no es favorecer a una u otra visión, trato de ser interlocutor, pero la filosofía detrás de eso es que Chile era un país pobre, ahora menos pobre, igual de desigual quizás, pero había que incentivar que la gente ahorrara y no gastara, y que la única forma, a través de los impuestos, de que la gente no gaste, es que haya un costo bastante grande. Ahora, yo no estoy diciendo que el IVA no hay que tocarlo. Hay una lógica, que viene de mucho antes de la política económica chilena, que dice que si uno quiere enfatizar de que se ahorre y si invierta, uno tiene que castigar o desincentivar el consumo.
-Además de esa filosofía está el argumento que indica que el IVA es un impuesto que dentro de todo es difícil de evadir. En general, los países subdesarrollados, países más pobres, ocupan como estructura tributaria, como principal elemento de la recaudación el IVA, porque les va a dar mayor sostenibilidad en el tiempo de que van a poder recaudar. Pero, en la medida que los países van avanzando, es importante que finalmente, en esquemas más progresivos, sea el impuesto a la renta lo que “más chocolate” le da, por decirlo de una manera.
-Esta Reforma Tributaria, con la mera eliminación del FUT, no va a conseguir eso. Entonces, a nosotros nos pareció importante abrir el debate, por ejemplo, con el impuesto a los dividendos. De repente estas extensiones que algunos países ocupan cuando tienen sistemas desintegrados de impuesto a la renta, y eso, al parecer, no va a poder ser porque no se planteó.
(La entrevista completa, en el programa La Mesa, está disponible en El Mostrador.TV)