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Opinión: Una señal para los que mueven a Chile


Las familias y, en este caso, las empresas familiares, no son solo riqueza. Tampoco solo patrimonio. Son los dueños del capital o, más bien, de los activos productivos de un país.
 
En una reciente visita académica a nuestro Centro, el profesor y experto en empresas familiares de Babson College, Timothy Habbershon, nos compartió que, de acuerdo a estimaciones internas de Fidelity, el grupo de fondos mutuos más grande del mundo –controlado por la familia Johnson–, cerca del 99% del capital de riesgo en Estados Unidos proviene de familias empresarias y solo el 1% restante proviene de instituciones. Cifras contundentes que no son casualidad.
 
En Chile, es hora de que la familia empresaria deje de ser vista solo como fuente de riqueza y consumo. Más bien debemos entenderlas como nuestros grandes activos productivos, fuente de desarrollo, y las reservas sobre las cuales se debe construir la agenda de crecimiento de la economía. Vemos con pesar que ninguna de estas consideraciones ha estado en la cabeza de las autoridades desde la concepción y durante el debate de la Reforma Tributaria.
 
Siguiendo con el paralelo con Estados Unidos, allá en el norte llevan rato pasando por incertidumbres y vaivenes a raíz del ObamaCare, en torno al cual la Casa Blanca sigue sin poder movilizar a los empresarios. La inactividad se nota en todos los ámbitos, la economía estadounidense está plana, no crece, en un estancamiento que, sin embargo, no ha permeado al mercado accionario. Y es que a diferencia de América Latina, en la nación del norte el capital se queda durmiendo dentro de sus fronteras, atrapado entre fondos mutuos y otros instrumentos de ahorro, a modo de refugio sin sobresaltos, a la espera que la actividad renazca.
 
Por contraste, los capitales que se generan en la región no se quedan acá. En tiempos de estrechez, el dinero emigra, buscando mejores destinos para preservar su valor. Sin embargo, las familias y sus empresas se quedan a largo plazo. La pregunta entonces es si acaso estamos dando todos los incentivos necesarios para movilizar a esos actores tan relevantes y motivarlos  a seguir apostando al futuro de nuestro país. ¿Será que en lugar de considerar a las familias empresarias nuestros aliados en el proceso de desarrollo de nuestra economía, estamos ninguneando su aporte y, de paso, despreciando su contribución a la reactivación productiva del país?
 
Según el estudio Bicentenario 2013, elaborado por la Universidad del Desarrollo, del total de empleo generado en los últimos 12 meses en Chile, las empresas familiares generaron 98% del empleo. Como éste, son muchos más los datos que reafirman cuán clave son estas entidades en el ciclo económico. Por ello, es desconcertante que la Reforma Tributaria en discusión no incorpore medidas concretas para este segmento fundamental de nuestra economía, pero sí dé cabida a figuras como la repatriación de capitales. En lugar de estimular e incentivar a quienes se la han jugado y se la siguen jugando por Chile, incluso en momentos difíciles como éste; el proyecto en debate incluye señales contradictorias. Hoy, ser empresario familiar cuesta más que nunca. Es a ellos a quienes debemos dar las herramientas correctas para que movilicen, como siempre, al país.

Gonzalo Jiménez
Presidente de Proteus Management Consulting
Director Centro de Familias Empresarias & Empresas Familiares y Profesor Cátedra Jaime Said de María UDD

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