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Petrobras es ahora US$262.000 millones más pobre e ilustra el sueño frustrado de Brasil


Cuando Brasil emergió de la crisis financiera global como una de las grandes potencias en ascenso del mundo, Petrobras fue el símbolo de ese creciente poder económico.

La compañía petrolera estatal se embarcaba en un plan de inversión de US$220.000 millones para desarrollar el mayor descubrimiento de crudo offshore del hemisferio occidental desde 1976 y era, en palabras del entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva, el rostro del “nuevo Brasil”.

En la actualidad, la compañía ilustra todos los problemas de una economía brasileña que ha vacilado durante la mayor parte de los últimos cuatro años: está inmersa en un escándalo de corrupción que esta semana le costó el puesto a su máxima responsable ejecutiva; año tras año, ha fracasado en lo relativo a cumplir con los objetivos de crecimiento; e inflige pérdidas espectaculares a los inversores. Petróleo Brasileiro SA, que llegó a tener un valor de US$310.000 millones en su momento de auge en 2008, una valuación que la convirtió en la quinta mayor compañía del mundo, vale hoy apenas US$48.000 millones.

Si bien Brasil viene declinando en el plano internacional desde que comenzó a hacerlo en 2011 el auge económico impulsado por las materias primas, el caso de corrupción de Petrobras profundiza la creciente sensación de crisis en el país sudamericano. El gobierno tiene un déficit presupuestario récord tras la caída de los precios de la soja, el petróleo y el hierro que exporta el país; Sao Paulo se está quedando sin agua en medio de la mayor sequía en décadas; y el real ha experimentado la mayor declinación entre las grandes monedas en los últimos seis meses.

Días de gloria

“Brasil pareció tener excelentes perspectivas durante casi 10 años de precios de materias primas en ascenso, así como condiciones comerciales muy positivas”, dijo en entrevista desde Londres Jim O’Neill, ex economista jefe de Goldman Sachs Group Inc. que acuñó la sigla BRIC y que se desempeña ahora como columnista de Bloomberg View. “Eso disimuló muchos problemas subyacentes y, por supuesto, hizo que las autoridades se relajaran y permitió que persistieran los malos hábitos, como lo ilustra el caso de Petrobras”.

No se suponía que las cosas tomaran este rumbo. En los días de gloria, se concedió al país el derecho a organizar el Mundial de Fútbol de 2014 y las Olimpíadas de 2016, eventos que los funcionarios usaron para destacar el advenimiento de Brasil como potencia global. El país se encontraba en medio de una expansión económica que no había experimentado en décadas y crecía más de 5 por ciento tres de cada cuatro años.

Para entender cuánto ha caído Brasil desde entonces, basta con comparar el desempeño de los mercados durante la gestión de Lula con el del gobierno de su protegida y sucesora Dilma Rousseff. En los años de Lula, el real se fortaleció 113 por ciento y fue la moneda de mejor desempeño entre los mercados emergentes entre 2003 y 2010. El aumento de los precios de las materias primas también contribuyó a que las acciones alcanzaran el nivel más alto durante el último año de gestión de Lula, luego de que la medición Ibovespa de referencia se multiplicara por seis.

Desde la asunción en 2011 de Rousseff, que tiene 67 años y se había desempeñado como ministra de Energía y jefa de Gabinete de Lula, cargos que también la pusieron al frente del directorio de Petrobras, el Ibovespa ha perdido aproximadamente un tercio de su valor y la moneda ha caído alrededor de 40 por ciento. Las acciones de Petrobras, que tiene sede en Río de Janeiro, se negocian a niveles cercanos a los de 2003 y han bajado a 10 reales.

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