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Las licencias que se dieron los expositores estrellas de Compass: De Gregorio, Fontaine y Velasco


La sala de convenciones del Hotel W estaba llena. Los organizadores del banco de inversión Compass se paseaban saludando a clientes e invitados, mientras éstos se acomodaban en sus asientos.

Uno de los socios principales, Jaime de la Barra, hizo la introducción y se encargó de notificar al público que Hernán Büchi se excusó de exponer debido a “fuerza mayor”. Todos entendieron que el director de SQM no estaba para hablar de economía, dada la crisis que vive esa compañía tras la renuncia de los directores elegidos por la canadiense Potash y la presión que hay sobre ella para que abra su información contable. Pero su puesto no quedó vacío porque lo tomó el economista Juan Andrés Fontaine.

Los que se mantuvieron firmes en su compromiso fueron José de Gregorio, el ex banquero central, y Andrés Velasco, el ex ministro de Hacienda que por primera vez exponía en público luego del escándalo por los honorarios cobrados al grupo Penta.

De Gregorio sabe distender el ambiente. Empezó al estilo gringo con una anécdota: “Cuando me preguntan por Chile, me recuerdo la historia de un periodista que le preguntó al líder ruso Boris Yeltsin: 'Presidente, en una palabra, ¿cómo ve a Rusia?'. Yeltsin contestó: 'Good'. El periodista nuevamente preguntó: '¿Y en dos palabras?'. Entonces Yeltsin respondió: 'Not good'”.

Uno de los dos puntos altos de De Gregorio fue cuando dijo que durante largo tiempo en Chile “hemos ido detrás de la curva en reforma social” y recordó que fueron los estudiantes universitarios en 2011 los que tuvieron que sacar a la palestra que el sistema educacional era caro y de baja calidad. “Prefiero arreglar las reformas que seguir paralizado sin hacer nada”, señaló con cierto arrojo. Aunque después también matizó indicando que había que tener cuidado con los derechos que se otorgaban a trabajadores y estudiantes, porque después esos derechos no se podrían retirar.

La segunda idea que remarcó es que quizás la mayoría de los analistas habían estado equivocados respecto al potencial de crecimiento de las economías emergentes. En el caso chileno lo situó más cercano al 4% y no al 5%. Una prueba de ello para él es que, pese a que los países latinoamericanos, por ejemplo, crecieron menos en los dos últimos años, el desempleo no se disparó. “Si el desempleo está estable se debe a que la economía está creciendo cerca de su potencial y eso ha ocurrido tanto en Chile como en Brasil”, afirmó.

Si bien situó la expansión del producto en torno al 3% para este año y quizás un poco más, dijo que el país vive un problema de credibilidad y confianza. “Esta es una oportunidad para mejorar los gobiernos corporativos, aplicar más rigor a la hora de pagar los impuestos, y endurecer las penas por información privilegiada”, enumeró de corrido, dándose la licencia de bromear que había que dejar de hacer operaciones forwards que en realidad deberían llamarse “backwards”.

Milton Friedman, ¡presente!

Le tocó el turno a Juan Andrés Fontaine, quien sabe mantener cierta distancia en su análisis, aunque claramente no le gusta la marcha de la economía. El ocupa expresiones del tipo: “Chile es una economía bajoneada”, lo que a esta altura no causa ningún escozor.

Sin embargo, no duda en mostrar en las pantallas gigantes una fotografía cuando se refiere a que “la salida de EE.UU. de la crisis se debe a una expansión monetaria y por eso le hago un homenaje a Milton Friedman porque una política fuertemente expansiva es lo más ortodoxo que hay”.

Homenajeado el líder natural de los Chicago Boys, Fontaine volvió a retomar la senda de sus pronósticos y estimaciones. Ya había señalado que el mundo entero marcha hacia la normalidad con un crecimiento global de 3,5% para este año y que Europa empieza a tomar las mismas políticas que EE.UU. implementó, por lo que en algún momento las tasas largas deberían comenzar a subir.

Volviendo al panorama interno, su preocupación –al menos la mayor expresada allí– es “el alto IPC” que se produce por efecto de la expansión monetaria “excesiva” que se suma a la expansión fiscal. Estas políticas se justificarían “si la capacidad de crecimiento de Chile fuera superior, pero creo que no lo es”. Agregó que “el crecimiento potencial hoy con las políticas vigentes, está en torno a 3,5% y si hubiesen políticas económicas adecuadas estarían en torno a 5%”. Lo que en cierta forma fue un guiño al período del ex Presidente Sebastián Piñera, quien estaba entre los presentes.

Velasco y Nirvana

De traje oscuro a rayas, delgado, Andrés Velasco habló de economía y de productividad. Recurrió a un ejemplo que ya había usado en presentaciones del año pasado, cuando se refirió a la lección de un profesor que le hablaba del Nirvana de los países emergentes: precios de commodities altos, tasas bajas y abundante liquidez. Todo ello fue lo que pasó en años pasados y que ya no ocurre, razón por la cual estaba cauteloso con la coyuntura.

También tocó su otra obsesión: “La esquiva productividad” en los países latinoamericanos y, en particular, en Chile. Se refirió a la cooperación público-privada que definió como un “animo empresarial”, concluyendo dicha parte de su discurso con la idea de que “el crecimiento viene por el afán de hacer cosas nuevas”.

Sobre su situación particular, ni una mención en ese escenario. Llamó, eso sí, a fortalecer la institucionalidad como una vía de aminorar los problemas de credibilidad que atraviesan los diversos actores y celebró la constitución del Consejo Asesor Anticorrupción.
 
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