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Opinión: Reputación empresarial, ética por estética

Claudio Ramírez Alegre
Por : Claudio Ramírez Alegre Gerente General de la consultora CR Comunicaciones
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Los hechos acaecidos durante el último tiempo, y por todos conocidos, han sumido a las instituciones y al empresariado en una verdadera crisis de confianza. En donde las compañías y ejecutivos se han visto obligados a entender que el país ha cambiado y la forma de relacionarse con su entorno debe ser otra.

De manera vertiginosa, e incluso un tanto brusca, han tenido que entender que no están solos, que la comunicación no es unidireccional, que lo que antes se podía gestionar hoy se ha vuelto inmanejable y que no es una opción no participar de la conversación. En este marco, el imperativo de la rentabilidad parece ya no ser suficiente para sobrevivir en el siglo XXI. Y los accionistas, inversionistas institucionales y reguladores, que por muchos años lideraron los grupos de interés de las empresas, hoy están sucumbiendo ante el empoderamiento de la ciudadanía. 

Una ciudadanía que ha adquirido consciencia de su rol y poder, ejerciéndolo las 24 horas del día, los 365 días del año. Tanto con una carta al director, una campaña de activismo en redes sociales como en una manifestación callejera,  todas estas acciones que terminan afectando la reputación de la empresa y en muchos casos su desarrollo futuro.

Por ello, resulta inevitable asumir que el riesgo reputacional ha llegado para quedarse. Por lo mismo, los ejecutivos y empresarios necesitan, en primer lugar, aceptar; en segundo lugar, entender; y, en tercer lugar, afrontar esta nueva realidad y por ende este nuevo Chile.

En toda esta tormenta perfecta surgen retos y al mismo tiempo oportunidades de leer el entorno, predecir y anticiparse. El reto para las empresas es entender que nuestro país ha cambiado y los ciudadanos también, y en este nuevo escenario se requiere un empresariado más conectado con la realidad, la ciudadanía y los stakeholders con los que se relaciona.

Hoy no basta con “cumplir” y mostrar que las cosas se hacen bien, hoy hay que hacerlas bien. Es un tremendo paso, pues implica pasar de la era de la estética a la era de la ética. Si bien es un desafío importante,son pasos firmes y decididos en un proceso de recuperación de la reputación.

Claudio Ramírez
Socio y Gerente General Llorente & Cuenca Chile

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