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Lo que le espera a Petrobras podría ser más duro que la pérdida de US$17.000 millones


La enorme depreciación de Petrobras contestó la semana pasada la pregunta por el costo de su corrupción y plantea un interrogante mucho mayor: si la petrolera estatal puede recuperar su papel de base económica de Brasil y fuente de orgullo nacional.

El problema no es sólo la corrupción. La depreciación producto de las transgresiones de sus ejecutivos representa menos de la octava parte de los US$17.000 millones de cargos de Petrobras en 2014. El grueso obedece a la mala administración de dos proyectos de refinería. Bastó para infligirle a Petrobras la primera pérdida operativa anual desde 1991.

Los ex banqueros estatales que ahora están al frente de la compañía petrolera más endeudada del mundo evitaron el desastre al hacer auditar las muy demoradas ganancias de 2014, eliminando así los argumentos de los acreedores respecto de una aceleración del reembolso de parte de la deuda de US$135.000 millones de Petrobras. Lo que está por verse es en qué medida pueden aislar al gigante petrolero de decisiones que tienen sentido en el plano político, pero que resultan calamitosas en un contexto empresarial, al tiempo que reducen deuda y concretan proyectos con puntualidad y en el marco de su presupuesto.

“La mayor lección a entender es que la estructura administrativa de Petrobras, basada en designaciones políticas, no funciona”, dijo Alvaro Marangoni, que contribuye a la administración de US$500 millones en su condición de socio de Quadrante Investimentos en Sao Paulo.

El primer indicio de una nueva dirección en Petróleo Brasileiro SA es la ausencia de ministros del gobierno en la nueva junta directiva, dijo Joao Augusto de Castro Neves, director para América Latina de la firma consultora Eurasia Group, que tiene sede en Washington. El ex ministro de Hacienda Guido Mantega presidía la junta directiva anterior, y antes que él lo hizo Dilma Rousseff, que se desempeñaba en ese momento como jefa de Gabinete del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y es en la actualidad la presidenta del país.

Pérdidas en combustible

Fue la preocupación de Mantega respecto de la inflación lo que llevó a Petrobras a comprar combustible en el exterior para venderlo a pérdida a los brasileños, lo que mantuvo bajos los precios para los consumidores pero incrementó la deuda de Petrobras. Otras instancias de intromisión gubernamental, desde permitir que aliados políticos designaran ejecutivos hasta invertir en lejanas refinerías que nunca se completaron, resultaron igualmente caras.

Ahora la compañía dice que el próximo presidente será Murilo Ferreira, el máximo responsable ejecutivo de la compañía minera Vale SA, que sucederá a Luciano Coutinho, el presidente del banco de desarrollo estatal BNDES. Petrobras también se ha deshecho de muchos de los administradores comprometidos con los políticos que impulsaron proyectos de creación de empleo como Comperj, la planta química de Río de Janeiro que aún no se ha completado, que contribuyó con 21.800 millones de reales (US$7.300 millones) al déficit del año pasado.

“Lo que Petrobras necesita es una inyección de meritocracia”, dijo Marangoni, de Quadrante Investimentos.

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