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Opinión: Responsabilidad social en la educación superior y lo que la PSU revela


Durante largos años la educación superior del país ha concentrado su energía en entregar una formación de calidad a sus estudiantes, esperando como principal resultado un desempeño técnico sobresaliente del profesional en el mercado laboral. Sin embargo, ser experto en alguna materia ya dejó de ser suficiente.

Hoy, frente a la complejidad y diversidad de problemas que afronta el mundo, tales como el cambio climático, el aumento progresivo de la población, la desigualdad, la extrema pobreza, entre otras más, necesitamos con urgencia habilitar profesionales que posean las competencias sociales para resolver creativamente los desafíos que tiene la humanidad. Es así como la responsabilidad social universitaria (RSU) debe tomar un rol clave en la formación ciudadana de profesionales integrales al servicio del país y comprometidos con el desarrollo sostenible del planeta.

Pero, ¿las nuevas generaciones visualizan la importancia de este tipo de formación?

Luego de conocer los puntajes de la Prueba de Selección Universitaria (PSU), podemos inferir respuestas sobre esa interrogante a través de las preferencias de los jóvenes a la hora de elegir una carrera. La mayoría de ellos opta por matricularse en carreras bien remuneradas y con alto reconocimiento social, dejando en segundo plano el factor de responsabilidad social de las carreras. Con ello, podemos inferir que la decisión está directamente relacionada al beneficio personal (monetario), en desmedro del beneficio social o común. Lo anterior no sorprende, ya que es el retrato perfecto del modelo individualista imperante en nuestro país.

Asimismo, otra cifra interesante a observar es la baja participación en voluntariado profesional. Según el Estudio Nacional de Voluntario 2013 preparado por la Fundación Trascender, el 94% de la población chilena no ha realizado ningún tipo de voluntariado, justificando su acción por la falta de tiempo (53%), que no le interesa (29%) o que dedica su tiempo libre a sus más cercanos (15%). Estas cifras deben encender un foco de alarma sobre el tipo de sociedad que estamos construyendo, y sin lugar a dudas la formación en educación superior juega un rol clave en este proceso.

Al parecer la educación superior ha perdido el rumbo en su formación ciudadana y profesionales preocupados con el desarrollo social del país. Sin embargo, vemos ejemplos en algunas instituciones que se han comprometido con estos temas, tomando rutas correctas al incluir las competencias sociales a nivel curricular. La RSU propone una mirada distinta sobre la vinculación con el medio y la integración con su entorno, enlazando los problemas del país con el quehacer de la academia en el marco de una sociedad más justa, amigable, sustentable y feliz. Y tal como dice Claudio Naranjo, “la responsabilidad no es un deber sino un hecho inevitable. Nuestra única alternativa es reconocer tal responsabilidad o negarla". Llegó la hora de reconocerla.

Francisco García
Director unidad Responsabilidad social universitaria
Facultad de Economía y Negocios Universidad de Chile.

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