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Transparencia radical y decencia


Pareciera que el ser transparente va horadando nuestra sociedad y nuestros modos de vida. ¿Tiene valor o no tiene valor la existencia de ella?, es una gran pregunta que por cierto es imposible de ser contestada en la brevedad de unos párrafos, sin embargo, no por eso no se puede hacer un primer intento de responderla.

Por eso la opción, en esta oportunidad, es hacerlo desde la contraposición de la transparencia y la decencia, en especial si consideramos los hechos ocurridos en las últimas semanas en nuestro país.

Se dice que quien nada teme no tiene problemas de mostrarse tal cual es, sin embargo, cuando esta transparencia se pone en tensión con la decencia de la institución o la persona, hace que éstas pierdan respeto social.

La transparencia requiere de un modo ético de gobernabilidad de las instituciones y empresas, si éstas lo adolecen se verán enfrentadas al escarnio público, y la institución perderá valor en el mercado y, por cierto, rentabilidad.

Entonces es aquí donde la transparencia cumple un rol clave en lo que es la sustentabilidad integrada, pues en el paradigma de las empresas del siglo XXI la rentabilidad ya no es solo económica sino también social, ambiental y humana. Donde por cierto una empresa debe destacarse por la decencia en su modo de gestionarse, lo que determinará si es merecedora de nuestro respeto por ser una institución decente.

Por lo cual, y producto de que Chile ha ido avanzando tanto en sistemas regulatorios como de transparencia, es que casos como los de Cascadas y quienes han estado detrás de éste, o el caso Penta y sus dueños, hacen que la ciudadanía y líderes empresariales les pierdan el respeto a las personas que han estado implicadas en ellos, convirtiéndolas así en individuos no decentes en nuestra sociedad.

Lo alarmante de este tipo de situaciones es que nos lleva a extender el juicio, por ejemplo, en el grupo Penta de que sus empresas podrían ser empresas no decentes en su hacer, aunque unos pocos hayan sido los que han cometido la falta ética por la cual están siendo sancionados.

Por lo tanto es posible concluir que la decencia a nivel individual tiene cada vez más implicancia en las instituciones, y es por esta razón que se hace urgente el tener líderes empresariales éticos, conscientes y responsables de su hacer, ya que su actuar decente permitirá que tanto sus empresas como quienes trabajan en ellas se ganen el respeto de la sociedad, en este caso de la ciudadanía de Chile.

Soledad Teixidó
Presidenta Ejecutiva PROhumana

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