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De ciudades de consumidores a ciudades de innovadores


En el último ranking de 445 ciudades según su potencial innovador elaborado por el programa Innovation Cities de la consultora australiana 2thinknow, Valparaíso y Santiago aparecen en los lugares 388 y 396, respectivamente. Y en América Latina en los lugares 20 y 24, por debajo de varias capitales y de ciudades como Sao Paulo, Medellín, Curitiba y Córdoba. Esto es desalentador.

Es en las ciudades dónde se crean las condiciones para un ecosistema de innovación porque allí se combinan  talento,  diversidad y tolerancia, elementos esenciales para la fomentar la creatividad. En palabras de Steve Jobs, la creatividad consiste en conectar cosas, ideas, estar expuesto a las experiencias de otros y reflexionar sobre éstas. La cercanía física, a pesar de la revolución de las comunicaciones, todavía facilita el intercambio de ideas y conocimiento.

Ciudades como Barcelona, Boston, Estocolmo y Medellín han sabido posicionarse como polos de innovación, desarrollando un distrito especializado para mejor aprovechar el talento local y atraer el externo. En estas áreas geográficamente compactas convergen instituciones de investigación (universidades, hospitales) y empresas en la frontera tecnológica y se conectan con start-ups, incubadoras y aceleradoras de negocios.

En estos distritos hay servicios atractivos para los innovadores (restaurantes, cafés, bares, tiendas) e incluso viviendas de arquitectura moderna. Se caracterizan por ser accesibles vía transporte público o bicicleta y estar dotados de una adecuada conectividad electrónica. No sólo se ubican oficinas y laboratorios para empresas o instituciones sino que también espacios de uso comunitario en los que los innovadores intercambian ideas y experiencias, construyendo redes de contactos y elaborando proyectos multidisciplinarios. Además, en estos espacios se organizan regularmente actividades como seminarios, conferencias y exposiciones abiertos a todos.

Por ejemplo, 22@Barcelona, una institución pública, organiza mensualmente eventos para promover redes de contactos y nuevas ideas, con temáticas tan variadas como agilidad y eficiencia en las organizaciones, innovación aplicada al deporte, diseño abierto y aplicaciones para celulares.

Lo anterior está en sintonía con una revalorización de los espacios y vida urbanos. Nuevamente se aprecia la posibilidad de caminar al trabajo o ir en bicicleta y tener al alcance de la mano múltiples servicios de esparcimiento. Asimismo, estos distritos innovadores son un mecanismo para revitalizar barrios deteriorados en los cascos históricos de las ciudades. Se recuperan edificios con valor patrimonial que alguna vez sirvieron de oficinas, bodegas o fábricas; se incorporan áreas verdes, nueva iluminación y vías para medios de transporte más amigables con el medio ambiente. Además se crean nuevas fuentes de empleo.

Tenemos que hacer un esfuerzo para poner nuestras ciudades en el mapa global de la innovación creando distritos o barrios especializados. Ello requiere de una visión común y del compromiso de las autoridades municipales y nacionales, así como de las universidades, empresas y de la comunidad. Se potenciarán iniciativas privadas, como la de IF en Av. Italia, y públicas como el Parque Científico y Tecnológico Bío Bío.

Cuando recuperemos un muelle, un edificio o un barrio con valor patrimonial no lo hagamos transformándolos en un mall, sino más bien en espacio para la innovación, como ya se está haciendo con la antigua fábrica de sombreros de dicha avenida. De esta manera pasaremos de tener sólo ciudades de consumidores a tener ciudades de innovadores.

Raúl E. Sáez
Economista  
Ex-Representante ante la OCDE.

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