La superintendenta de Pensiones, Tamara Agnic, aprovechó el seminario sobre gobiernos corporativos de KPMG para responder a un duro editorial que publicó La Tercera el viernes pasado, en que se criticaba la decisión de las AFP de salirse de la propiedad de SQM por motivos "distintos a los estrictamente comerciales".
El editorial afirma que las administradoras están para velar y rentabilizar los ahorros de los afiliados antes que para el cuidado de imagen de sus directivos y dio como ejemplo que la dramática desinversión de las AFP, en la empresa controlada por Julio Ponce, "es uno de los factores principales que explica que los precios de los títulos serie B de la minera hayan sufrido una merma de casi 20% en el transcurso del año, con el consecuente impacto para los accionistas, incluyendo a los propios cotizantes del sistema previsional".
Y agrega que pareciera, entonces, que el reproche de algunos directivos de AFP "surge más como una reacción a las críticas que el actuar de SQM ha generado en la opinión pública y que sus decisiones de inversión, antes que privilegiar los objetivos de rentabilidad de largo plazo para sus afiliados, están hoy condicionadas a una suerte de riesgo de imagen o a las vagas consultas de la autoridad fiscalizadora".
Para Tamara Agnic, esa visión es completamente errada. Su opinión es que las AFP tienen que incorporar la evaluación de los Gobiernos Corporativos como factor central en sus decisiones de inversión, y su presentación del martes lo dejó claro.
Pero para entender bien la polémica entre La Tercera y Agnic, hay que ir al pasado, año 2013, cuando la crisis de SMU puso en aprietos a CorpBanca y al holding completo de Álvaro Saieh, que –se da la casualidad– incluye a Copesa y por ende a La Tercera.
En el mercado cuentan que el empresario nunca perdonará que fue un oficio de la Superintendencia de Pensiones el que gatillo la fuerte caída en la participación de las AFP en el banco y la decisión de los fondos de pensión de no comprar los depósitos a plazo del banco, a pesar de que el problema no era CorpBanca, sino que SMU. Esa decisión amenazó con generar una corrida bancaria que, felizmente para el sistema, no se materializó.
