El director del portal ciudadano El Quinto Poder sostiene que hasta hace poco eran los partidos políticos, sindicatos y ese tipo de organizaciones los que canalizaban las demandas sociales. Pero ahora «El gran desafío que tienen es cómo dan valor a una cadena de movilizaciones en la cual el ciudadano tiene cada vez mayor control”.
Desde hace algún tiempo el poder de las redes sociales ha ido creciendo y cobrando relevancia en nuestro país. A través de diferentes llamados logra que la ciudadanía salga a la calle y manifieste su opinión en forma multitudinaria.
Para Enzo Abbagliati, director del portal ciudadano El Quinto Poder, “hay una suerte de malestar por falta de espacios de participación. La ciudadanía al manifestarse, está exigiendo el derecho a ser escuchada”, dijo en una entrevista con El Mostrador TV.
Para este licenciado en historia y magíster en estudios internacionales, el poder que estas redes han adquirido cobra aún mayor relevancia cuando se logra influir en la agenda pública. “hay un monitoreo permanente de la clase política, de las autoridades, para ver lo que la gente está conversando. En la medida que se conectan con una demanda real, permiten efectivamente que puedan instalarse en la agenda pública, como lo que sucede con HidroAysén, los grupos mapuches o la Confech”, ejemplificó.
Plantea que si bien en nuestra sociedad hasta hace poco eran los partidos políticos, sindicatos y ese tipo de organizaciones los que canalizaban las demandas sociales, hoy por hoy con las redes sociales “la intermediación de esos actores tradicionales pierde valor. El gran desafío que tienen ahora es cómo dan valor a una cadena de movilizaciones en la cual el ciudadano tiene cada vez mayor control”.
Y es que a su juicio, “una de las características de estos movimientos es la desconfiguración de los liderazgos tradicionales. Por un lado se amplifica la caja de resonancia de la ciudadanía y se fragmenta el liderazgo”, indicando además que en este contexto no existe un único liderazgo en las redes, “no hay una figura única a la cual la ciudadanía esté siguiendo”.
Otro de los grandes cambios, a su parecer, es que las movilizaciones tradicionales de carácter vertical se han ido perdiendo para dar paso redes centralizadas. “Para bien y para mal, el grado de desconfianza de la ciudadanía respecto a los actores más formales se encuentra en un punto al que va a ser difícil que los grupos más organizados, dentro de esta masa ciudadana, dejen que esa cooptación pase”.
Explica que la salida de la gente a la calle es la manifestación de diferentes malestares sociales, y que van más allá de quién esté gobernando. En su opinión tiene que ver con una desigualdad que está enquistada en nuestro sistema social, que se manifiesta en la dimensión política, económica y social.
“Esta desigualdad estructural es lo que atraviesa el malestar transversal de nuestra sociedad. Y las redes sociales son un excelente vaso comunicante de estos malestares”, manifestó. Por lo mismo indicó que el rol de portales ciudadanos como el que dirige, tienen la “potencialidad de que los ciudadanos instalen temas en la agenda pública y que el ciudadano de a pie tenga una oportunidad mayor de participar en la construcción de opinión pública”.
