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Con respecto a la decisión conjunta del Gobierno con Carabineros sobre el uso de estas armas disuasivas, las cuales ahora serán utilizadas en ocasiones de «real peligro», la enfermera de 24 años señaló que «le dije que consideraba que no era justo que se utilicen armas contra la gente».
Los daños oculares a manifestantes se han convertido en un verdadero dolor de cabeza para el Gobierno. Los más de 200 casos y lo que sucedió con el estudiante de Psicología de la Universidad Academia Humanismo Cristiano, Gustavo Gatica Villarroel de 21 años, quien fue baleado en sus dos ojos por acción de Fuerzas Especiales de Carabineros mediante balines, fue la gota que rebasó el vaso.
En este contexto, durante esta jornada, la vocera de Gobierno, Karla Rubilar, invitó al Palacio de La Moneda a una de las tantas personas con trauma ocular. Se trata de la enfermera, Natalia Aravena de 24 años, quien durante una marcha en el sector de la calle Tarapacá en Santiago Centro, recibió el impacto de una bomba lacrimógena en su ojo derecho, y quedó sin visión producto del golpe.
A la salida de la reunión, la víctima entregó detalles de la conversación que sostuvo con la secretaria de Estado.
«Le comenté tanto de mi caso como del caso las otras personas que han sufrido daños. Le planteé que yo no quiero que esto siga ocurriendo y que no le pase a nadie más, porque en realidad nadie merece una mutilación de esta naturaleza», sostuvo.
Con respecto a la decisión conjunta del Gobierno con Carabineros sobre el uso de estas armas disuasivas, las cuales ahora serán utilizadas en ocasiones de «real peligro», la joven enfermera señaló que «le dije que consideraba que no era justo que se utilicen armas contra la gente, tanto los perdigones como las lacrimógenas y las respuesta de ella fue que habían tomado la determinación de plantear nuevos protocolos como la utilización de cámaras GoPro, pero en realidad eso a mí tampoco me deja tranquila porque la cámara puede fallar».
