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La Democracia Cristiana en el abismo PAÍS

La Democracia Cristiana en el abismo

Raúl Espina
Por : Raúl Espina Periodista de El Mostrador
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Muy cerca del final, la DC se fragmenta después de la renuncia de más de 800 militantes en los últimos meses, profundizando una crisis interna que implicó la reciente salida de los senadores Matías Walker y Ximena Rincón, quienes se aprestan a sellar su paso al naciente Partido Demócrata, desde donde la parlamentaria podría planear su propia candidatura presidencial. Mientras el también renunciado gobernador de la RM, Claudio Orrego, intenta construir su propio espacio pensando en una eventual carrera hacia La Moneda, los sobrevivientes de la catástrofe falangista luchan por ser los salvadores de un muy deslegitimado partido. Entre ellos, el diputado Alberto Undurraga y el senador Iván Flores- respaldado por Andrés Zaldívar y el ex Presidente Eduardo Frei- son algunos de las cartas para encabezar una colectividad que por estos días vive una situación terminal.


Luego de 65 años de historia, la Democracia Cristiana (DC) hoy atraviesa la que probablemente sea su mayor crisis interna, y enfrenta un complejo panorama para evitar su desenlace final. De hecho, en su próxima junta nacional, que se realizará a mediados de noviembre, se tomará una decisión respecto a la continuidad de la actual directiva, encabezada por el presidente interino, Aldo Marones, después de la renuncia forzada de su extimonel y alcalde de La Granja, Felipe Delpin.

En ese contexto, la crisis se agudiza con las recientes renuncias de los senadores Matías Walker y Ximena Rincón, quienes desde hace meses protagonizaban un enfrentamiento público con la mesa directiva de su partido, particularmente por su decisión de apoyar y hacer campaña por el Rechazo, contraviniendo la postura a favor del Apruebo definida por la junta nacional de la falange previo al plebiscito del pasado 4 de septiembre. Una salida que se suma a la del gobernador regional de Los Lagos, Patricio Vallespín, además del gobernador de la Región Metropolitana y excandidato presidencial, Claudio Orrego, quien dejó la DC el pasado 10 de octubre.

Precisamente, en los últimos meses, más de 800 militantes han renunciado a una colectividad que por estos días permanece con respirador artificial, muy cerca de caer en la temida intrascendencia definitiva. Sin ser parte del Gobierno ni pertenecer a la oposición- hoy administrada por la derecha-, actualmente la falange se encuentra sumida en una situación de incertidumbre, después de que su apoyo al Apruebo fue leído como una evidente señal de encuentro con el oficialismo.

Pero hoy, la realidad del partido es muy diferente a la de hace algunos años, cuando su peso político e histórico resultaba atractivo para la acumulación de fuerzas, cuyo ejemplo concreto fue su participación en los Gobiernos de dos extintos conglomerados: la Concertación de Partidos por la Democracia y la Nueva Mayoría. En la actualidad, según admiten desde las bases de la colectividad, la ausencia de una postura firme y de un horizonte político claro ha provocado que militantes clásicos renuncien, no solo porque no están de acuerdo con la gestión de la actual directiva, sino porque en el fondo saben que electoralmente la marca DC está depreciada y deslegitimada.

Al respecto, uno de los gremialistas que ha estado decidido en criticar públicamente la existencia de «dos almas» al interior del partido, es el senador por la región de la Araucanía, Francisco Huenchumilla, quien previo al plebiscito de salida alertó de la situación crítica de la falange, advirtiendo la posibilidad de una fractura definitiva. Defensor de la postura definida por su junta nacional a favor del Apruebo, el parlamentario asume que en este momento no podría desempeñar un rol activo en un eventual intento por salvar a la DC de su muerte, debido a que ha reconocido que está viviendo el ocaso de su carrera política, y debido a los últimos acontecimientos, estaría desencantado con los giros que ha tomado el país. Más allá de asumir un rol mediático, poco puede hacer el histórico militante falangista para evitar la catástrofe.

Precisamente, este viernes Huenchumilla dijo a CNN Chile que “la DC, en los últimos 20 años, fue perdiendo la batalla de las ideas y le fue ganando la operatoria, la máquina interna, el control del poder, el control del partido, el acceso a los cargos públicos, el clientelismo”. Además, el senador criticó a Walker y Rincón por ser los abanderados de un intento de «derechización» de la colectividad, entendiendo que «cuando la junta de la DC dijo Apruebo y connotados personeros se rebelaron contra eso, no acataron lo decidido en la junta y fueron los estandartes del Rechazo, pero no con un movimiento propio delante de la derecha sino con la derecha», puntualizó.

Por su parte, y en cuanto al destino de los salientes senadores Matías Walker y Ximena Rincón, eventualmente informarían en los próximos días sobre su repliegue al proyecto del Partido Demócrata, sumando eventualmente al exconvencional Felipe Harboe. Según detallan fuentes cercanas al emergente espacio, el objetivo es formar una colectividad que contenga el «espíritu concertacionista», y es muy probable que Rincón se transforme en su candidata presidencial. Si bien se especuló sobre la posible cercanía de los parlamentarios a Amarillos por Chile, es una opción que estaría descartada, debido a que, si bien Cristián Warnken es la cara visible, asumen que es un partido manejado por los extimoneles de la DC Gutenberg Martínez y Soledad Alvear.

Los caminos a partir de la crisis

En este escenario, el Partido Demócrata- con Walker y Rincón a la cabeza- no sería el único espacio gestado tras el paulatino desmembramiento de la falange. A su vez, la renuncia de Claudio Orrego, al que probablemente se sume la alcaldesa de Peñalolén y presidenta de la Asociación Chilena de Municipalidades (AChM), Carolina Leitao, responderían a otro intento. Ellos, al haber sido del Apruebo, buscarían armar un referente propio, más socialdemócrata, con Orrego a la cabeza, con miras también a cimentar una futura carrera presidencial.

En tanto, entre los militantes sobrevivientes de la desintegración del partido se planean estrategias y construyen posibles intentos para reconducir la tienda, salvándola de su extinción. Entre ellos, el diputado Alberto Undurraga, quien aseguró que se encuentra actualmente en conversaciones privadas para decidir los pasos a seguir, podría hipotéticamente asumir la responsabilidad de ir por la presidencia, con la ilusión de recomponer el partido, ya que lo vería como una oportunidad de quedar en la historia.

Precisamente, en un video enviado por Undurraga a los militantes, planteó que «la renuncia de dos gobernadores, de una senadora y un senador, dan cuenta de la profundidad de la crisis de la DC, pero creo que hay que jugarse por una solución institucional por profundas reformas en la Democracia Cristiana, y a partir de ello construir con otros partidos y otros movimientos un nuevo referente de centro izquierda, para volver a reencontrarnos todos los que pensamos parecido».

Paralelamente, y según admiten desde la falange, fuera de todo pronóstico, los más longevos militantes y defensores de la tradición histórica del partido, como el ex Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle y el extimonel DC, Andrés Zaldívar, estarían moviendo los hilos para instalar otra directiva, con el control en sus manos, considerando al senador Iván Flores como su candidato a la presidencia.

Aún en incógnita se mantiene la postura que tomará la senadora y excandidata presidencial, Yasna Provoste, quien ha perdido influencia y liderazgo, según reconocen desde sus bases. Considerando que su principal rol en los últimos meses fue el contrarrestar la figura de Ximena Rincón, la parlamentaria se queda sin rival y eventualmente, con pocas herramientas para contribuir a la reconfiguración del partido.

Es así como se construye la trama de la descomposición de un tradicional espacio político en Chile, que vivirá en las próximas semanas instancias de suma importancia para definir su destino. Para evitar que la DC y sus hoy confusos lineamientos sucumben y pasen al olvido, históricos militantes se enfrentarán para asumir el papel de “salvadores” de un partido fragmentado, en el límite de la intrascendencia.

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