Al vencer por 1 a 0, el equipo porteño recuperó posibilidades de luchar por asistir a un torneo internacional. A los azules, en cambio, les queda la Copa Chile como posible consuelo, pero sin nivel como para hacerse muchas ilusiones.
Con campañas decepcionantes y directores técnicos con un pie afuera, Universidad de Chile y Wanderers protagonizaron un duelo áspero, propio de desesperados, en el que el cuadro porteño supo sacar mejor provecho y venció merecidamente. Las características de estos dos irregulares equipos afloraron desde temprano: el vértigo de la U, sin un pensador en sus filas, contra el juego más atildado de Wanderers, liderado por David Pizarro, pero con asesores de buena técnica y similares ideas: Carlos Muñoz y Pablo Rosales.
La cuenta se abrió y se cerró cuando el primer tiempo expiraba y justo cuando los azules lograban enhebrar algunas jugadas precisas para acercarse al arco visitante. En su única intervención afligida, a los 40’, el arquero Mauricio Viana realizó una atajada portentosa para bloquear un misilazo de Leandro Benegas. Pero esa única conquista, lograda con lanzamiento penal de Muñoz, resultó indispensable para reflejar la disparidad de rendimientos. Antes del minuto de juego, Ronnie Fernández enfrentó sin obstáculos a Johnny Herrera y desvió su disparo. Antes del segundo minuto, Rosales llegó hasta el área chica antes de enredarse con el balón y malograr su chance. Antes de los 10’, un sorpresivo remate de Muñoz desde 30 metros y con Herrera adelantado terminó con la pelota dando contra el travesaño.
Las desgracias del equipo porteño, que vio cómo abandonaban pronto la cancha los lesionados Pizarro y Kevin Valenzuela, permitieron un alza en el conjunto azul. Pero esa mejoría le alcanzó apenas para equilibrar el dominio del cuadro visitante, que hasta ahí era incontrarrestable.
Tal vez el entrenador Martín Lasarte pensó que le alcanzaría con poco para derrotar a Wanderers, y dejó en la banca a seis titulares. Pero los ingresados mostraron las mismas falencias de los reemplazados. En ese concierto de imprecisiones, solamente Leonardo Valencia mostraba nociones de fútbol. El resto lucía el empeño que caracteriza a los azules, un aspecto valioso pero que no sirve cuando no hay fundamentos futbolísticos ni planes de juego.
El ingreso de Sebastián Ubilla después del descanso le dio un poco más de profundidad al juego azul, pero muy pronto el lateral Óscar Opazo le tomó el pulso y le bloqueó todos los pasos.
Las esperanzas de la U se desvanecieron mucho antes del pitazo final, cuando Mathias Corujo fue expulsado. Desde ese momento siempre fue más probable el estiramiento del marcador que la igualdad. De hecho, un zurdazo de Muñoz (ahora desde el punto penal) dejó temblando el travesaño del arco azul.
Los minutos finales fueron un concierto de pitazos y una permanente exhibición de tarjetas amarillas. Y los siete minutos de recuperación que otorgó el juez Francisco Gilabert sólo sirvieron para que la U aumentara su desesperación al ver que ahora hasta la Liguilla está muy lejos de su alcance.
En el camarín los dirigidos de Lasarte mencionaron la Copa Chile como posible consuelo. Pero, con el nivel exhibido, no son muchas las esperanzas que pueden forjarse.
PORMENORES
Cancha: Estadio Nacional.
Público: 8 mil espectadores, aproximadamente.
Árbitro: Francisco Gilabert.
U. DE CHILE (0): J. Herrera; M. Corujo, B. Vidal, J. Rojas, P. Magalhaes; D. González (56’, M. Rodríguez), G. Espinoza, L. Valencia; F. Castro (46’, S. Ubilla), L. Benegas y P. Rubio (81’, R. González). DT: Martín Lasarte.
WANDERERS (1): M. Viana; F. Schulz, A. Robles (87’, L. García), E. Luna, O. Opazo; D. Pizarro (33’, N. Saavedra), K. Valenzuela (24’, J. Ormeño), P. Rosales; A. Ramos, C. Muñoz y R. Fernández. DT: Emiliano Astorga.
GOL: 43, Muñoz, penal.
Tarjetas amarillas: Espinoza, Vidal, Corujo, Magalhaes, Rodríguez y Valencia (U), Luna, Ormeño y Viana (W).
Expulsado: 74’, Corujo, por doble amonestación.
