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Joseph Biden: El político veterano que tendrá que predicar el cambio

A principios de 2007 describió a Obama, por ejemplo, como «el primer afro-americano que se expresa bien, que es inteligente y un tipo limpio y bien parecido». Posteriormente dijo lamentar sus palabras.


El nuevo porta-estandarte del mensaje de cambio que Barack Obama quiere llevar a Washington es, paradójicamente, un hombre que es senador desde hace 35 años, pero que aporta a la campaña una reputación de oro en política exterior.



Joseph Biden, que este miércoles hoy pronunciará su discurso de aceptación de la candidatura demócrata a la vicepresidencia, es uno de los veteranos del Congreso, donde entró con tan sólo 30 años, la edad mínima, en 1973.



Esto lo coloca en la extraña posición de convencer a los votantes de que es necesario un vuelco en la manera en la que funciona Washington, pese a que él mismo ha sido durante décadas un operador hábil de los hilos del poder.



Pero Obama ha visto en él cualidades que compensan la contradicción.



Católico de 65 años, Biden nació en una familia humilde -su padre era vendedor de automóviles-, lo que le ha ganado tirón con los votantes blancos de clase trabajadora, los mismos que apoyaron mayoritariamente a Hillary Clinton en las primarias.



Aunque en el Senado representa al pequeño estado de Delaware, es oriundo de Scranton, en Pensilvania, uno de los estados donde republicanos y demócratas están empatados.



También cuenta con una historia personal de dedicación y perseverancia.



Biden superó la tartamudez que lo hacía enrojecer cuando niño y también una tragedia de las que pueden hundir a otros, cuando a los 29 años, mientras estaba en la cresta de la ola de la vida tras haber sido elegido senador, su mujer y su hija murieron en un accidente de tráfico causado por un conductor borracho.



El político juró el cargo al pie de la cama de sus otros dos hijos, gravemente heridos, quienes eventualmente se recuperaron completamente.



Su atributo más importante, sin embargo, es una experiencia sólida, especialmente en política exterior, que es lo que le falta a un Obama que hace cuatro años era tan sólo un senador estatal en Illinois.



Desde su puesto como presidente del comité de Relaciones Exteriores del Senado, Biden conoce del derecho y del revés los asuntos de las potencias mundiales.



Hace diez días, por ejemplo, mientras otros de los nombres citados como posibles candidatos a la vicepresidencia se paseaban por los platós de televisión, Biden estaba en Tiflis, a invitación del presidente de Georgia, Mijaíl Saakashvili, que intenta granjearse el apoyo del mundo en su conflicto con Rusia.



Intentó la presidencia en 1988 y lo hizo de nuevo este año, con poco éxito en las urnas, pero en la campaña dejó un reguero de frases sobre la falta de experiencia de Obama de las que ya ha echado mano McCain.



«Creo que puede estar listo, pero ahora mismo creo que no lo está. La presidencia no es algo que permita aprender en el puesto de trabajo», dijo Biden en un debate sobre su entonces rival.



Además, el senador votó a favor de dar al presidente George W. Bush autorización legislativa para invadir Irak, mientras que Obama ha usado su rechazo desde el principio a la guerra como prueba de que el buen juicio no depende de haber llevado mucho tiempo en el Senado.



Biden es famoso también por un verbo a veces incontenible, que lo ha metido en problemas.



A principios de 2007 describió a Obama, por ejemplo, como «el primer afro-americano que se expresa bien, que es inteligente y un tipo limpio y bien parecido». Posteriormente dijo lamentar sus palabras.



Los meandros en los que en ocasiones Biden se pierde al hablar no quitan que goce de un intelecto ágil, con el que critica sin escrúpulos al adversario, frente a la mesura de Obama.



Tiene, sin embargo, un borrón en su expediente que lo persigue desde 1987, cuando plagió parte de un discurso. Un año después sufrió dos aneurismas que casi acabaron con su vida.



Biden también superó esa etapa oscura, se recuperó y regresó al Senado con menos pelo y más blanco. Desde entonces se ha convertido en una de las voces más influyentes en el hemiciclo, respetada por igual por republicanos y demócratas.



Mientras, ha visto crecer a sus hijos. Beau, el mayor, es fiscal general de Delaware y será enviado a Irak en octubre, pues pertenece al cuerpo de reservistas del Estado. Hunter es abogado.



Biden se casó de nuevo en 1977 y tiene otra hija, Ashley, una trabajadora social.



Siempre ha mantenido su residencia en Wilmington (Delaware) y viaja a Washington hora y media en tren cada mañana, lo que prueba, según la campaña demócrata, que el mundillo de poder de la capital no lo ha cambiado.



EFE

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