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Humo negro confirma divisiones entre los cardenales en el comienzo del Cónclave Algunos buscan crear “frente» con latinoamericanos y africanos

Humo negro confirma divisiones entre los cardenales en el comienzo del Cónclave

Luego de 10 extensas reuniones, 161 cardenales han solicitado la palabra para hablar de la situación que enfrenta la Iglesia en la actualidad, donde mucho de ellos han cuestionado la gestión del secretario de Estado Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, especialmente en los dos escándalos más bullados: El caso Vatilikeaks –la filtración de la correspondencia privada de Benedicto XVI- y el que involucra al Instituto para las Obras de Religión (IOR), más conocido como el banco del Vaticano.


El cónclave que comenzó hoy en la capilla Sixtina se desarrolló en latín, idioma oficial de la Santa Sede y lengua litúrgica de la Iglesia Católica y todo el ritual está recogido en el «Ordo rituum conclavis», de 1978, usado para la elección de Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Además, partió con una división al interior de los cardenales votante respecto al “preferiti” que debe asumir el trono de San Pedro.

La primera fumata fue negra, lo cual significa que no hubo consenso respecto al nombre que sucederá como jefe de la Iglesia Católica a Benedicto XVI. Además, habría sido bastante extraño que los 115 cardenales electores se colocaran de acuerdo en un par de horas en elegir al nuevo pontífice y ya es sabido que para la anterior elección, que designó a Joseph Ratzinger como Papa, hicieron falta cuatro votaciones y dos días para establecer un consenso.

Hay que recordar que tras 10 extensas reuniones, 161 cardenales han solicitado la palabra para hablar de la situación que enfrenta la Iglesia en la actualidad, donde mucho de ellos han cuestionado la gestión del secretario de Estado Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, especialmente en los dos escándalos más bullados: El caso Vatilikeaks –la filtración de la correspondencia privada de Benedicto XVI- y el que involucra al Instituto para las Obras de Religión  (IOR), más conocido como el banco del Vaticano.

Estos temas, junto a otros que han sacudido al catolicismo, ha dejado de manifiesto que el gobierno de la Iglesia requiere de una reforma urgente y que el velo oscuro en que funciona el OIR dice muy poco a favor de la institución de representa.

Respecto al banco Vaticano no deja de llamar la atención que una de las últimas decisiones de Benedicto XVI fue el nombramiento del nuevo presidente del IOR, ya que el anterior, Ettore Gotti Tedeschi, fue removido de su cargo por Bertone, lo cual se suma a que la última de las 10 congregaciones generales celebradas por los cardenales para preparar el cónclave también se discutió y analizó el tema.

Para apaciguar los ánimos, Bertone en su calidad de presidente de la comisión cardenalicia encargada de la vigilancia del IOR les comunicó a los cardenales de la integración de la entidad al sistema bancario internacional.

Además, el propio Benedicto XVI aprobó en diciembre de 2010 una ley para combatir el blanqueo de dinero en las instituciones financieras del Vaticano.

Los “preferiti”

Según los observadores vaticanos, algunos buscan crear un «frente» con los latinoamericanos y africanos para impedir que el próximo papa sea italiano y tampoco europeo, continente donde el catolicismo está de capa caída.

Según los observadores vaticanos, ha llegado la hora de que la Iglesia tenga un papa de África o de América, donde vive la mitad de los más de 1.200 millones de católicos del mundo.

En esa línea, uno de los cardenales que suena con más probabilidades es el canadiense Marc Ouellet, de 69 años, presidente de la Comisión Pontificia para América Latina y de la Congregación para los Obispos,

Ouellet conoce a todo los obispos, debido a su cargo, y está considerado un gran conocedor de toda la Iglesia en América, incluida la latinoamericana.

Dentro de la línea de «papables» procedentes de iglesias no europeas también destacan los brasileños Odilio Pedro Scherer, de 63 años y arzobispo de Sao Paulo, y Joao Braz de Aviz, de 65 años, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

En América también destaca la figura del cardenal de Boston, el franciscano Sean O’Malley, destacado por su lucha contra la pederastia en la Iglesia.

Junto a esos purpurados sobresalen también los africanos Peter Turkson -de Ghana, con 64 años y encargado del «ministerio» vaticano para la Justicia y Paz- y Robert Sarah, guineano, de 67 años y presidente del Consejo Pontificio Cor Unum, que se encarga de distribuir la caridad del papa.

En los últimos días ha subido la figura del cardenal de Manila, Luis Antonio Tagle, de 55 años,

De los africanos se resalta que provienen de iglesias jóvenes y de un continente donde la Iglesia crece y ya está madura, y del asiático que lidera el país con mayor número de católicos de Asia y es un gran conocedor de las redes sociales.

Los italianos, deseosos de que el papado tras los 27 años del polaco Juan Pablo II y los casi 8 del alemán Benedicto XVI vuelva a manos de un cardenal italiano, tienen la mirada puesta en Angelo Scola, arzobispo de Milán, de 71 años, de sólida formación teológica y amplia experiencia pastoral, cercano al movimiento Comunión y Liberación.

También en Gianfranco Ravasi, de 70 años, «ministro de Cultura» del Vaticano y promotor del «Patio de los Gentiles» para impulsar el diálogo con los no creyentes.

Suena, asimismo, el austríaco Cristoph Schönborn, de 67 años, que fue alumno de Benedicto XVI y quien más le defendió cuando arreciaron las críticas al pontífice por los casos de curas pederastas.

Schönborn está considerado un «gran elector», es decir, capaz de dirigir el voto, al igual que el actual camarlengo, el italiano Tarciso Bertone.

El hecho de que no hayan candidatos fuertes ha propiciado que la lista de papables en vez de reducirse se amplíe y en los últimos días también se destacaba al cardenal de Guadalajara (México), Francisco Ortega Roble, y el de Budapest, Peter Erdo.

El proceso

Antes de entrar en la capilla Sixtina, lugar donde tradicionalmente se eligen a los Papas, los cardenales se reunieron en la cercana capilla Paulina, donde el purpurado que preside el rito les recordará en latín que están allí para elegir al Sumo Pontífice.

En procesión recitaron las letanías de los santos y las invocaciones a Cristo en latín.

Concluidas las letanías y una vez que cada uno ocupó su asiento cantaron el «Veni Creator Spiritus», himno de invocación al Espíritu Santo, también en latín.

posteriormente, los cardenales juramentaron con el «De iure iurando». Todos, a la vez, pronunciarán la larga fórmula, por la que se juran observar la Constitución Apostólica «Universi Dominici Gregis», sobre la elección del papa y defender hasta la extenuación los derechos espirituales y temporales, además de la libertad de la Santa Sede.

Asimismo se comprometen a mantener el secreto de todo aquello que concierne a la elección del Romano Pontífice y todo lo que ocurre en la Sixtina.

Después cada uno de los cardenales dice el siguiente juramento: «Et ego …cardinalis …spondeo, voveo ac iuro (Y yo, … cardenal … prometo, me obligo y juro).

Y poniendo las manos en el Evangelio agregarán: «Sic me deus adiuvet et haec sancta dei evangelia quae manu mea tango» (Que Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano).

Cuando el último de los cardenales electores ha prestado el juramento, el Maestro de Ceremonias Litúrgicas Pontificias, el arzobispo Guido Marini, dirá «extra omnes», y todos los que no participan en el cónclave saldrán de la capilla Sixtina y se cerrarán las puertas.

Ya a solas, comenzará «de electione Romano Pontifice» (la elección del Romano Pontífice), y los cardenales cuando se acercan a la urna para depositar el voto formularán el siguiente juramento: «Pongo por testigo a Cristo Señor, que me juzgará, que doy mi voto al que, según Dios, considero que tiene que ser elegido»).

Una vez producida la elección canónica del papa, el último de los cardenales diáconos llama a la capilla Sixtina al Secretario del Colegio Cardenalicio, al Maestro de Celebraciones Litúrgicas y a dos ceremonieros para el ritual: De acceptatione et proclamatione electi romani pontificis.

El cardenal decano, aunque en esta ocasión -visto que el decano y el vicedecano son octogenarios y no son electores- será el cardenal Giovanni Battista Re quien formulará la pregunta al elegido:

«Acceptasne electionen de te canonice factam in summum pontificem?» (¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?).

Una vez dada la respuesta afirmativa, le preguntará: «quo nomine vis vocari?» («¿Con qué nombre quieres ser llamado?»).

El nuevo sumo pontífice responderá: «vocabor…» (Me llamaré…).

Ya hay papa y hay que anunciarlo al mundo de manera solemne. El «Ordo Rituum conclavis» establece el ritual: «De sollemni nuntio electi romani pontificis atque de eius prima benedictine «Urbi et orbi».

El cardenal protodiácono, en este ocasión será el francés Jean Louis Tauran, se asomará a la logia de las bendiciones de la basílica de San Pedro y anunciará al pueblo la elección con estas palabras: «Annuntio vobis gaudium magnum; habemus papam: eminentissimun ac reverendissimum dominum, dominum … sanctae romanae ecclesiae cardianlem … qui sibi nomen imposuit …»

(Os anuncio una gran alegría Tenemos Papa el eminentísimo y reverendísimo señor …el nombre Cardenal de la Santa Iglesia Romana, que ha tomado como nombre …).

Después el nuevo Papa pronuncia sus primeras palabras a los fieles e imparte la bendición Urbi et Orbi, a la ciudad de Roma y todo el mundo. Ya hablará, presumiblemente en italiano, visto que pasa a ser obispo de Roma.

La primera misa la celebrará al día siguiente en la Sixtina y será también en latín.

Dentro de los cardenales que votan en el cónclave se encuentra Francisco Javiér Errázuriz, quien ha sido cuestionado por el diario New York Times por considerarlo como uno de los purpurados “falibles” en su lucha contra los abusos sexuales de sacerdotes a menores de edad y que participarán en el proceso para elegir al nuevo Papa.

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