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Unión Europea entra dividida a reunión clave para futuros rescates bancarios

Unión Europea entra dividida a reunión clave para futuros rescates bancarios

«Será una negociación muy, muy larga», sostuvo el ministro sueco de Finanzas, Anders Borg.


Los países miembros de la Unión Europea (UE) entraron este viernes divididos a una reunión clave para los futuros rescates bancarios, con los que quiere conseguir que sean las entidades las que paguen la factura de su saneamiento y no los contribuyentes a través de los Estados.

El presidente de turno de la UE y ministro irlandés de Finanzas, Michael Noonan, subrayó que «hoy es un día muy importante para la unión bancaria» porque la UE intenta acordar la futura regulación sobre reestructuración y liquidación de entidades financieras tras haber dado luz verde al supervisor bancario único y a unos requisitos de capital más duros para Europa.

«Creo que va a ser una reunión bastante larga. Todavía hay importantes divergencias», señaló Noonan a su llegada a la reunión en Luxemburgo.

Los elementos principales de la futura directiva son la creación de fondos nacionales de resolución bancaria a financiarse con aportaciones del sector y el establecimiento del «rescate interno», es decir, que serán el banco y los acreedores quienes primero tendrán que salvar la entidad y no los contribuyentes.

Para ello se establecerá una jerarquía que aportará claridad en el futuro sobre qué acreedores y en qué orden pueden verse sometidos a quitas, empezando por los accionistas, deuda subordinada y bonos júnior y sénior y finalmente depósitos no asegurados.

Los depósitos inferiores a 100.000 euros quedarán protegidos en todo caso, mientras que aquellos por encima pueden verse afectados, aunque para otorgar un cierto nivel de protección a las personas físicas y a las pequeñas y medianas empresas, estos instrumentos solo sufrirán pérdidas al final.

El ministro español de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, señaló hoy que «los depósitos de menos de 100.000 euros son sacrosantos y los de más de 100.000 en manos de pymes y detentados por personas particulares, están también absolutamente protegidos».

Noonan explicó que el asunto más espinoso es la flexibilidad, porque hay algunos países miembros que quieren poder excluir algunos activos, como dividendos, o incluir otros en los rescates, y otros prefieren un sistemas más centralizados a nivel europeo.

El ministro sueco de Finanzas, Anders Borg, afirmó que la versión actual de la regulación «no es satisfactoria» porque Suecia quiere «un importante aumento de flexibilidad para los países de fuera del euro» ante el hecho de que no puedan recibir dinero del fondo europeo de rescate para salvar a los bancos ni acudir a la barra de liquidez del Banco Central Europeo (BCE).

Esos países son «más vulnerables» que los demás y por tanto deben poder decidir por su cuenta qué activos y qué acreedores deben sufrir pérdidas, indicó.

«Será una negociación muy, muy larga», sostuvo Borg, que recordó que Suecia no formará parte del supervisor bancario único y por tanto no ve por qué países como el suyo deben ajustarse a una directiva que es «demasiada rígida y crea un riesgo de liquidez».

Sin embargo, otros países temen que una mayor flexibilidad puede contribuir a la fragmentación del mercado interior.

El ministro luxemburgués, Luc Frieden, pidió a los países que no comparten el euro un «acercamiento» a los demás en un «día muy complicado y con mucho trabajo».

Tanto su homólogo francés, Pierre Moscovici, como el holandés, Jeroen Dijsselbloem, esperan lograr un acuerdo hoy sobre las grandes líneas de la directiva y apelaron a la voluntad política.

El primero, que dijo haber coordinado el jueves la posición gala con la alemana, aboga por cierta flexibilidad pero sin fragmentar el mercado y se mostró dispuesto a fijar un límite a la misma para lograr un consenso.

El vicepresidente de la CE y comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, consideró que hay una «oportunidad» hoy para cerrar un acuerdo a fin de mantener el impulso al trabajo sobre la unión bancaria, y su colega de Mercado Interior, Michel Barnier, pidió un consenso «en el interés general» de todos.

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